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OPINIÓN - DOMINGO, 30 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Éxito del editor
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Se termina el año 2007. Y me doy cuenta de que voy a cumplir tres apareciendo en esta columna diaria. Mucho ha cambiado este periódico desde que decidí regresar a él. Tanto, que a quienes estuvieron en su nacimiento y se fueron, cuando lo creyeron oportuno, les sería difícil reconocer sus instalaciones y, por supuesto, el sitio que ocupa actualmente en la sociedad ceutí.

“El Pueblo de Ceuta”, permítanme que lo recuerde, una vez más, nació en los años noventa, en medio de una absoluta indiferencia. Tal es así que los ciudadanos le auguraban la corta vida tenida por otros periódicos que habían querido competir con el único existente en la ciudad. Se hacían, yo las presencié, incluso apuestas a ver si alcanzaba el año de existencia.

Además de tener que vencer todas las circunstancias negativas que lo circundaban, que por conocidas no dejaban de ser muy peligrosas, el nuevo periódico tuvo la desgracia de encontrarse, cuando aún estaba dando sus primeros y vacilantes pasos, con la llegada a la ciudad de una formación política cuyo objetivo era cambiar a todo trance la línea editorial del medio. A lo cual se negó, rotundamente, el padre de la criatura: José Antonio Muñoz.

El editor de “El Pueblo de Ceuta” estaba convencido de que el GIL no era la solución para una ciudad que si algo necesitaba era evitar que gobernaran personajes que venían dispuestos a desvalijar las arcas públicas. Y siguió manteniendo la defensa del Partido Popular. Con lo cual se quedó solo ante el peligro de una locura momentánea, que estaba dispuesta a arrasarlo todo. Así, los dirigentes “gilistas” se veían legitimados para avasallar a quienes no seguían sus directrices.

Mientras otros medios, y sobre todo el que tanto presume de estar siempre defendiendo lo mejor para Ceuta, no quisieron enfrentarse a un poder peligroso (que tuvo a periodistas (?) trabajando de igual manera que lo hacían los afectos a la prensa del Movimiento) y que ordenaba amenazante lo que debía escribirse y decirse, “El Pueblo de Ceuta” no cedió un ápice en su comportamiento.

Aquella decisión del editor de “El Pueblo de Ceuta”, arriesgada en muchos y variados aspectos, nunca fue correspondida en su justo valor. Lo que nunca me sorprendió. Ya que, durante años, se ha venido primando, por parte de los populares, a quienes no dudaron, a las primeras de cambio, en ponerse al servicio de Jesús GIL y de toda su patulea de vividores. Una actitud incomprensible en quienes, con su forma de comportarse, intentan preconizar que gentes así son los que han de disfrutar de las consideraciones y respetos de los gobernantes.

Si ustedes quieren comprobar lo que digo, no tienen más que desparramar la mirada por todos los rincones de la Casa Grande y anexos, y verán que cuantos cantaron las bondades del Gil y gritaron interjecciones impronunciables contra los dirigentes populares, disfrutan de prebendas y canonjías.

En fin, volveré a lo que más me interesa decir, porque creo firmemente que es de justicia airearlo cuando el 2007 está dando las boqueadas: el editor de “El Pueblo de Ceuta” debe sentirse orgulloso de la labor que ha realizado durante más de doce años. Y ello le ha permitido mantener, contra viento y marea, un periódico que estaba, como cuantos lo intentaron antes, condenado a fenecer. Enhorabuena, pues, por tantos logros.
 

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