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OPINIÓN - DOMINGO, 30 DE DICIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Santos Inocentes

Por Quim Sarriá

 

Estamos en días de jolgorio y de machacamiento. De jolgorio por las fiestas navideñas y sus comidas y bebidas, ya pasados esos días, y de machacamiento porque no hemos parados de machacar nuestras carteras al objeto de exprimirlas al máximo y con ello aportar nuestro grano de arena al jolgorio, ¿he escrito grano?, serán paladas de euros gastados.

Ayer, por el viernes, me gastaron tantas bromas que no las he podido contar. Algunas con buenas intenciones; las más con ganas de chingar y las menos de muy mala leche.

Lo que no entiendo, aún, es que un día conmemorativo de una supuesta masacre de tiernos infantes sea considerado como el día de las bromas. Según la historia, sobretodo la religiosa, el día de los Santos Inocentes es la conmemoración de un momento histórico o hagiográfico del cristianismo al que corresponde el episodio de la matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén y ordenada por aquél rey de diabólica fisonomía, según lo retrata la Iglesia Católica, Apostólica y Romana (ICAR), y cuyo nombre corresponde a Herodes el Grande, impulsor del Segundo Templo de Jerusalén. Este rey nació en Escalón el año 73 antes de Cristo y murió en Jerusalén a los 69 años, medio idumeo y medio árabe, por parte de madre ya que su padre Herodes Antipas (Antípatro el Idumeo) era un idumeo colaborador de los romanos tras la conquista del reino asmoneo.

El día de las bromas no se celebra en todos los sitios el 28 de diciembre, por ejemplo. En Alemania, Bélgica, Brasil, EE.UU, Francia, Italia, Japón y Reino unido es el 1 de abril, con diversas denominaciones.

La ICAR recuerda este acontecimiento el 28 de diciembre, aunque la matanza se desarrolló después de la visita de los Reyes Magos a Herodes, de acuerdo con los Evangelios, uno o dos días antes del 6 de enero. Aunque esta fecha no es exactamente dada por las Escrituras.

Las bromas de los especuladores escritores históricos del medioevo cifraban entre 3.000 y 15.000 bebés asesinados por la guardia de Herodes el Grande, en clara contraposición con el censo ordenado por el gobernador romano Quirino: el pueblo de Belén tenía menos de 800 habitantes y por cálculos matemáticos se deduce que cada año no habría más de 20 nacimientos y si tenemos que entonces la mortalidad infantil estaba en el 50 %... ¡muchos niños fantasmas poblan la historia de la ICAR! Menuda broma histórica.

El más grande historiador de la época, Flavio Josefo, nunca relató una matanza de niños y la extrapolación de la historia judía con la cristiana demuestra que el evangelio de San Mateo, en el que se basa el episodio de la matanza de los Santos Inocentes, se basó, a su vez, en episodios de la vida de Moisés. Sabemos que Moisés fue depositado en aguas del Nilo porque el faraón egipcio estaba haciendo matar a los hijos de los esclavos israelitas porque estaban superando, en demografía, a los propios egipcios.

El solapamiento de las historias de la ICAR con la de otras religiones es habitual en el medioevo y así ha continuado hasta hoy en día. La leyenda de la matanza de los Santos Inocentes puede haber sido sustraída de la leyenda hindú sobre el mismo episodio. Cuado nació Krishna (Mathura, India), el mago hindú Nârada Muni expuso al entonces rey Kamsa de Mathura que el bebé Krishna estaba destinado a matarle y el rey, al no saber donde estaba Krishna, mandó matar a todos los bebés menores de dos años en la zona de su reinado. Y eso que este último episodio sucedió muchos, muchísimos años antes del nacimiento de Jesús.

Para terminar, una advertencia para los inocentes del próximo año si es que no han picado aún: ese día, 28 de diciembre, nunca presten dinero, ni otras cosas, a nadie porque sería diana del popular refrán: “inocente, inocente que te dejaste engañar, sabiendo que ese día nada se puede prestar”… por que si han prestado algo a alguien ya puede olvidarse de que se lo devuelvan.
 

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