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OPINIÓN - DOMINGO, 30 DE DICIEMBRE DE 2007

 
ANÁLISIS

Apuntes de seis días

Por Manuel de la Torre


Lunes. 24


Leída la entrevista hecha al delegado del Gobierno por Gonzalo Testa, el domingo 23, sólo me llamó la atención la respuesta de Jenaro García-Arreciado a la pregunta de si éste tenía la impresión de vivir en una ciudad más corrupta de lo normal. Y fue así porque me recordaba muchísimo, cambiando lo que haya que cambiar, a otra contestación dada por Fernando Marín López, subdelegado del Gobierno, a Paco Amores. Ello sucedió antes de la llegada de Manolo Peláez: primer delegado del Gobierno de la democracia. Marín López se despachó a gusto. Y sus palabras me han servido a mí para comentar, en ocasiones, lo mal que lo suelen pasar todos los delegados del Gobierno en esta ciudad. “Mire usted, Amores, llegan los interesados en que nada se innove y que se haga sólo su santa voluntad, procurando convencer con sutilezas y por medio de la influencia de ciertas amistades. Y si no lo consiguen se emplean con acciones directas y tratando de imponer sus leyes. Aquí se actúa con la palmada en la espalda, el tuteo indiscriminado y exigiendo que los despachos estén abiertos a todas las horas y para todas las personas que se creen relevantes...”. Palabras del onubense al subdirector de este periódico: “Yo tengo la impresión de vivir en una ciudad que funciona obedeciendo a leyes distintas a la del resto de España. Los usos, los hábitos, las costumbres...”. Inmediatamente, se produjo la reacción contundente del presidente de la Ciudad: “Nos limitaremos a mantener las relaciones institucionales con la Delegación del Gobierno, si no existe la rectificación oportuna”. Se palpa que la campaña electoral está a la vuelta de la esquina.

Martes. 25

Me echo abajo de la cama como cada día: a prima mañana. Cierto es que la noche anterior, a pesar de ser Nochebuena, a las once ya estaba a punto de coger el sueño. Algo habitual en mí. Este año, ni siquiera he sido despertado por los cantes navideños. Parece ser que la gente ha dejado de cantar villancicos. Al menos, en mi barrio. También he observado, durante mi paseo matinal, que no había chavales dando barquinazos por la calle. Lo cual me llenó de satisfacción. Porque resulta desagradable ver a jóvenes ebrios, luciendo la borrachera de la imbecilidad. Echo de menos, como no podía ser menos, la falta de periódicos. Así, en cuanto finalizo mi columna, me planto ante los anaqueles de mi biblioteca y desparramo la vista sobre los títulos que allí se agolpan. Y descubro “Con el viento Solano”. De Ignacio Aldecoa. Una novela que leí hace años y cuya prosa me dejó impresionado. Por ser una prosa exacta, dura, realista, magistral... Es la historia de un hombre que huye; un gitano, Santiago Vázquez, que ha matado por tener mal vino... Y en su huida tropieza con personajes de diferente pelaje. Ni que decir tiene que me he vuelto a leer de un tirón la novela de Aldecoa. Y me pregunto: cómo es posible que, durante años, se hiciera el silencio sobre este escritor, debido a que las modas cambian y el realismo perdió actualidad. Vaya desde aquí la recomendación de esta novela para quienes no hayan tenido la oportunidad de leer una historia de fatalidad, tan extraordinariamente escrita.

Miércoles. 26


Me imagino lo mal que lo tiene que estar pasando el sacristán al ver de qué manera se están comportando los inquilinos de las plazas más importantes de esta ciudad. Sospecho que el hombre de Dios estará invocando el nombre de Éste a cada paso para que ponga fin a ese enfrentamiento encarnizado que no cesa entre Juan Vivas y Jenaro García-Arreciado. Seguro estoy de que persona tan religiosa, que a veces gusta de convertirse en altiva águila, estará pasando por un mal momento al ver que las dos primeras autoridades de esta tierra no respetan ni la Nochebuena ni la Navidad. Que ambos han seguido enfrascado en una trifulca verbal que puede terminar como el rosario de la Aurora. Lo que yo hubiera dado por saber la opinión del sacristán al respecto. Pero Emilio Cózar, tan dado a analizar los comportamientos de otras personas, no se atreve a decir ni pío cuando los litigantes son quienes son. Entonces, busca la madriguera más próxima y allí se refugia hasta que pase el peligro. El peligro, de todas formas, se está cerniendo sobre él a medida que la gente se va enterando de que se niega a meter la linterna en las cuentas de la Federación de Fútbol de Ceuta; de la cual es presidente desde que usaba pantalones cortos. Y, desde luego, hace falta que un día el presidente de la Ciudad se percate de que es necesario renovar la dirección de ciertos organismos donde prima la oscuridad contable. A ver si es capaz...

Jueves. 27

El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, dice sentirse más ‘dolido que enfadado’ por lo que el delegado del Gobierno, Jenaro García-Arreciado, le contó al subdirector de este periódico. Un dolor que le ha hecho tomar la decisión de romper las relaciones personales y protocolarias con el representante gubernamental. Y aclara que lo hace por ‘respeto a los ceutíes’. Puesto que el presidente considera que son éstos quienes se han visto denigrados por las declaraciones del baranda que habita en la plaza de los Reyes. Con lo cual es de esperar que la polémica que han venido manteniendo desde el domingo pasado, haya llegado ya a su fin. De no ser así, habría que calificar a los dos de “jartibles”. Cuando a mí se me ha preguntado sobre la cuestión, he respondido que Juan Vivas está en su perfecto derecho de obrar como ha obrado. Al sentirse tan indignado por las palabras del político onubense. Y también de retirarle su confianza personal. Pero asimismo he opinado de lo mucho que vengo echando de menos una respuesta similar de Vivas a Juan Luis Aróstegui. El cual no cesa de insultar al presidente de la Ciudad y de insultar a los ciudadanos por confiar ciegamente en él. Hasta el punto de que los ha llamado provincianos e incultos. Sí, ya sé que Aróstegui está a la misma altura que el postiguillo de San Rafael en Córdoba. Pero no deja de ser el secretario general de Comisiones Obreras. Las cosas claras...

Viernes. 28

Llego a la Pérgola, restaurante céntrico, después de estar dos días sin apenas pisar la calle. Miguel Ángel, el propietario, me pone encima de la mesa “El Pueblo de Ceuta” del jueves. Y me indica que alguien me ha subrayado en la columna, titulada “Que se callen”, dos locuciones adverbiales por defectuosas. A mí me encanta tener lectores tan minuciosos. Porque así suelo yo comportarme con quienes leo. Y, además, por una razón de peso: me obligan a no caer en la tentadora rutina. Con las frases hechas hay que tener mucho cuidado en todos los sentidos. Cualquier error de composición hace que se vaya al traste la oración, la frase, e incluso deja el escrito tocado del ala. Al grano: se llama Javier, me reservo el apellido, en esta ocasión, quien trazó la raya en frases hechas como “Tirar al degüello” y “Poner como chupa de dómine”. Con la sana intención de airear que el firmante de la columna había escrito ambas de manera incorrecta. Es verdad, y hay que admitirlo, que en la primera aparece una l innecesaria formando contracción con la a. Y, en este caso, es un error por adición, llamado paragoge, por ir al final el sonido erróneo de la l. La expresión correcta es Entrar o tirar a degüello. Y significa: procurando hacer el mayor daño posible. En lo tocante a poner a uno como chupa de dómine. Mi lector, perfeccionista él, yerra cuando da por mala la segunda. La expresión poner a uno como chupa de dómine, “que equivale a poner a alguien como un trapo, procede de la pobreza del tejido de la chupa de algunas personas, entre las que se destacaban los dómines, nombre con el se designaba a los maestros de gramática latina, por la falta de recursos que tradicionalmente ha acompañado a cuantos desarrollaban la labor docente”.

Eran, sin duda, otros tiempos. De cualquier modo, me parece de mal gusto subrayar un periódico en local público, para darse pote de corrector sin haberse preparado la clase. Aun así, siempre le quedará el mérito de haber descubierto una l de más en una columna de seiscientas palabras. Muy aguda su tarea.

Sábado. 29

Estoy sentado a una mesa en la que se habla de todo. En un momento determinado, uno se refiere al Campeonato sub.-18 de selecciones autonómicas que se está celebrando en Ceuta. Y no duda en criticar el que ese acontecimiento tenga su sede en el campo menos adecuado para ello. Su pregunta es la siguiente: “¿Por qué causa no se ha jugado en el Alfonso Murube? Incluso señala el campo del 54 como mejor sitio. Tampoco entiende que la explanada del José Benoliel no haya sido adecentada para el certamen futbolístico. Otro contertulio se refiere a que los partidos han carecido de público. Es decir, que la asistencia ha sido escasa. En ocasiones, se han podido contar los espectadores. Él dice que fueron 23 personas las que había en uno de los encuentros. Y se lamenta de la mala impresión que los partidos causarán a quienes los vean televisados por internet. Un tercero, comenta que no es la primera vez que hay participantes que no desean venir por esta causa. Y un cuarto no duda en decirnos que el espectáculo nos cuesta una pasta gansa. Cuando me tocó opinar a mí, sólo dije que desde el balcón de mi casa he visto, durante dos noches, muy crudas por cierto, a jugadores sentados en un saliente del polideportivo Zurrón, esperando más de una hora la llegada del autobús encargado de recogerlos. Lo que prueba, evidentemente, que la organización no es como para tirar cohetes.
 

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