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OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Apocalipsis religiosa
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Cuando llega el momento en que uno decide regresar a Ceuta, el factor tiempo juega un primordial papel para hacerle desistir del viaje. No escribo del tiempo de las horas sino del tiempo de los vientos y las olas. Prefiero esperar a que los hombres del tiempo (como aclaración: nunca atiendo a un solo hombre/mujer del tiempo sino que atiendo a todos los hombres/mujeres del tiempo de todas las cadenas que a veces son contradictorias en sus predicciones) me aseguren de que el tiempo será bueno para emprender la travesía del “charco”.

Bueno, volviendo con el tema religioso-político, no me ha sorprendido la respuesta del PSOE, que no del Gobierno que quede claro, al replicar a la Iglesia Católica Apostólica y Romana (ICAR). Es una réplica perfectamente sintonizada con el derecho político y democrático pero creo que se quedan cortos.

La ICAR nunca, pero nunca, es demócrata ni puede representar, por tanto, ningún valor en los principios de la libertad individual por cuanto exige, siempre, someter la voluntad del ser humano a los designios que emana de la misma.

Dentro del debido respeto y consideración que merece todo ser humano está el de entender la voluntad del mismo como una potestad individual mientras no se configure como un peligro real para los demás.

Nadie morirá si su vecino es homosexual, a menos de que sea un terrorista homosexual por añadidura y haga explotar las bombas en su propia casa, y si mientras la ICAR tolera la existencia de homosexuales, de hecho muchos de sus miembros lo son, no tolera que se unan legalmente sólo puede ser porque no obtienen beneficio alguno y prefieren cimentar lo que es un producto comercial más dentro de su amplia gama de conceptos de ingresos económicos.

Dado que la línea por la que pretende regirnos la ICAR está en claro descenso, evidenciando una decadencia derivada por la madurez intelectual del ciudadano español, sus representantes pretenden utilizar las mismas armas con la que dominó al país en la época de los Reyes Católicos: el terror emanado a través de apocalípticas palabras.

Aunque yo no sea nadie, aconsejaría al clero que intentaran convencer al ciudadano de la validez de su credo frente a la proliferación de religiones ajenas a la católica y dejara la política a los políticos. Tienen que adaptarse a los tiempos que vivimos si quieren seguir teniendo prebendas, ya que está muy claro que las razones de su decadencia no está en los matrimonios homosexuales (que por otra parte crean familias también) sino en la aparición de sectas como los testigos de Jehová, los Evangelistas, etc. que sí carcomen la base de la ICAR llevándose a sus fieles.

También influye enormemente en la fe de los ciudadanos la manera con que llevan las cosas de Dios en éste mundo: la pompa y boato que demuestran sin vergüenza los representantes de la ICAR ante el mundo cuando éste mundo tiene millones de hambrientos… todo lo contrario de lo que, supuestamente, preconizó Cristo al que pretenden representar: la humildad.

Pase que su presidente Benedicto XVI calce zapatos rojos de Guzzi, tiene derecho a ello como cualquier otro presidente de Estado, pase que vista sotanas de armiño, etc. pero no es aceptable que se muestre al mundo rodeado de oro y escoltado por velones en palmatorias de plata deseándonos que seamos felices si muchos de los humanos ponemos dientes largos ante tanta demostración de riqueza viviendo en una choza y sin un mendrugo de pan con el que hacer feliz, al menos, a su estómago.

La maniobra de la ICAR está más vista que los partidos del Real Madrid, otro claro ejemplo antidemócrata de imponer conceptos, y como le viene de perlas a cierto partido de la derecha inmovilista en momentos muy relevantes para la política española, no deja de ser una aborrecible maniobra política digna de las tesis de Goebbels para imponer sus condiciones de gobernarnos sin contar con la voluntad inherente a nuestra potestad de libertad individual con la que nos respalda nuestra Constitución. Lamentable y mísera actuación de los representantes vaticanistas. No tienen ningún derecho a tocarnos los huevos, como si fuéramos un caballo semental guiado para padrear.
 

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