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sociedad - DOMINGO, 6 DE ENERO DE 2008


oficina del inem. archivo.

La crónica
 

Los problemas del empleo en Ceuta

Son ya crónicos, que es el peor
calificativo que se puede emplear,
los problemas del empleo en Ceuta
 

CEUTA
Ramón Ros

local
@elpueblodeceuta.com

Con unas tasas que duplican la media nacional y que en lo referente al empleo femenino, se pueden calificar de dramáticas, la ocupación en Ceuta es la gran asignatura pendiente para cualquier gobierno y para la sociedad en su conjunto. Los jóvenes no salen mejor parados y lo peor, es que no se aprecia un horizonte que despeje este nubarrón que empaña la prosperidad de nuestra ciudad.

La estructura económica de Ceuta, basada fundamentalmente en los servicios públicos, pone unos claros límites a las posibilidades de ocupación de los demandantes de empleo: la capacidad de absorción por parte de las diferentes administraciones, colapsadas ya en algún caso, como ocurre con la Ciudad Autónoma, que está al borde de sus posibilidades, a pesar de lo cual, los ciudadanos siguen viendo en ella la mejor posibilidad de encontrar trabajo.

Han sido varias las vicisitudes por las que ha pasado la economía de Ceuta en los últimos cincuenta años, pero es tal vez a partir de la década de los noventa, cuando las dificultades se han incrementado, al reducirse los sectores productivos y, por tanto, la capacidad de generar actividad y empleo.

De la pérdida de industrias conserveras, de lácteos y cerveceras, se sobrepuso como pudo la ciudad, gracias al “boom” del bazar, que durante años supuso una inyección importante de ingresos para las familias ceutíes, pero el desarme arancelario de España y su definitivo ingreso en la Comunidad Económica Europea, desactivaron la competitividad de Ceuta en este sector, desviándose la demanda hacia cualquier otro rincón de España, que podía ofrecer los mismos productos en condiciones más ventajosas, tanto de variedad como de servicio. En igualdad de condiciones, el precio del barco disuadía ya a cualquier hipotético comprador para acercarse a nuestra ciudad. El efecto sobre la ocupación fue demoledor.

La caída drástica de actividad portuaria, fue otro de los factores que, durante esos mismos años, vino a añadir más dificultades a la economía de Ceuta, y los tráficos desviados a puertos con mejores servicios y más competitivos, supuso un auténtico drama para muchas empresas ligadas a las actividades de atención y suministro a buques, con la consiguiente destrucción de empleo.

El Ayuntamiento, no ajeno a los problemas por los que atravesaba la ciudad, planteó los llamados planes estratégicos, que no dieron el resultado deseado, entre otras cosas, por el exceso de teoría y el escaso compromiso de las diferentes administraciones públicas. Un puerto sobre el que se dejó de invertir y que no se preocupó de modernizarse y estar en los grandes foros de captación de negocio. Una industria decadente sin ayudas al transporte y a la reconversión.

Un comercio agotado, que necesitaba modificar sus estructuras y que en un último intento agónico, puso el objetivo de su actividad en el tránsito de mercancías hacia Marruecos. Una ciudad, Ceuta, que necesitaba igualmente modernizarse en equipamientos y en servicios si no quería perder el tren del desarrollo.

La profesionalización de las fuerzas armadas, fue otro mazazo a determinados sectores de la economía ceutí, como el del taxi, por poner un ejemplo, al descender considerablemente el número de miembros del ejército en nuestra ciudad.

En los últimos diez años, se han realizado esfuerzos tendentes a paliar la crisis económica y a superar el drama del desempleo, pero los ejes sobre los que se han basado, siendo buenos, han resultado insuficientes:

La inversión pública aplicada a la mejora de equipamientos colectivos y vinculada al apoyo al comercio, la potenciación del turismo como fuente de ingresos, algún intento de mejorar las estructuras comerciales y de apoyo a la forma de gestión comercial,incentivos fiscales para las empresas con repercusión en el empleo, y mucha presencia de las administraciones públicas, sobre todo la local, en la creación de empleo público.

Los resultados sobre las iniciativas públicas de apoyo a la industria, con amparo en el sistema de reglas de origen, han supuesto otro auténtico chasco en relación con las iniciales expectativas, y los apoyos al empleo y la mejora de pequeños negocios realizados con fondos europeos, sólo han servido para que no se deteriore más el débil tejido productivo ceutí.

Los llamados planes de empleo, financiados en su mayoría con fondos estatales, han paliado la situación de cientos de familias, pero sólo su mantenimiento indefinido en el tiempo permitiría que la mayoría de los beneficiarios no acabase engrosando de nuevo las listas del desempleo, porque la única inserción laboral permanente que se ha conseguido a través de estos planes, ha sido la absorción de un número importante de beneficiarios, por parte de una empresa municipal creada a tal efecto, de economía sin duda social, al tener como prioridad el empleo más allá de la eficacia de su actividad, la cual, por otra parte, no cuestionamos. Y es que el sector de la construcción, tanto en obra civil como en vivienda, a pesar de las importantísimas inversiones tanto públicas como privadas que viene gestionando en los últimos años, no ha absorbido ninguna cantidad significativa de empleo en relación con ese volumen de inversión citado. Las causas son conocidas:

La falta de cualificación de los desempleados ceutíes, que se pretende corregir con los esfuerzos en formación que patrocina la Ciudad Autónoma y otras entidades, que las empresas cuentan ya con sus propios grupos de trabajadores, el escaso interés, en muchos casos, de los desempleados de Ceuta en trabajar para la empresa privada, esperando su oportunidad en Obimace o en los planes de empleo, a los que consideran lanzaderas para acabar en la administración.

La formación de nuestros jóvenes, sea a nivel universitario o de formación profesional, es el gran reto de nuestra sociedad, para evitar que su futuro esté ligado al desempleo y a la ayuda social, como ha ocurrido con la generación anterior a la suya. Pero lo cierto es que las diferentes administraciones deberán esforzarse para crear condiciones que faciliten actividad estable en Ceuta, generadora de empleo, tal vez potenciando las fortalezas de la ciudad y desechando esfuerzos inútiles y baldíos.

El Puerto, los servicios, el comercio, el turismo, la administración, la inversión pública, la ayuda eficaz al transporte, y un montón de etcéteras más, serán las claves de nuestro desarrollo, si hay auténtica voluntad y se ponen de verdad los medios para ello, porque Ceuta no puede ni debe seguir soportando las tasas de desempleo que tiene en estos momentos.

Esta es nuestra gran asignatura pendiente y para superarnos debemos orientar todos nuestros esfuerzos en esa dirección.
 

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