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sociedad - LUNES, 7 DE ENERO DE 2008


fumador fumandose un cigarro. archivo.

LOS BUENOS PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO
 

Año nuevo, ¿vida nueva?

La mayoría de los españoles nos hacemos una serie de promesas con el cambio de año que no siempre llegan a buen puerto; hacerlo es positivo, más si se conocen ciertos ‘trucos’ para poder llevarlas a cabo
 

CEUTA
Sheila Anaya

local
@elpueblodeceuta.com

Año nuevo, vida nueva. Con esta máxima empezamos todos el año entrante y con él nos realizamos nuevos propósitos que pretenderemos realizar durante los próximos meses para mejorar nuestras vidas. En la mayoría de los casos, estos propósitos se refieren a planes o deseos que se nos ocurren al hacer balance de año que se va. Al comprobar que cosas no nos gustan, queremos cambiarlas a través de estos propósitos que, en la mayoría de los casos, en muy pocas ocasiones se cumplen.

Según la psicóloga Eugenia Gómez Navarro, del Colegio Oficial de Psicólogos de Ceuta, “la Navidad impregna a las personas de su espíritu positivo, cálido y colorista, es cuando más gala se hace de los buenos valores y sentimientos”. Sin embargo, también es cierto que “se vive una mezcla de emociones ambivalentes y cansancio que hace que todo se perciba con una sensibilidad especial, y en este estado se suele hacer balance del año que se despide, revisándose lo bueno y lo malo que ha ocurrido, lo que se ha hecho y lo que no se ha terminado”.

Gómez Navarro afirma que “los adultos generalmente suelen hacerlo con una actitud muy crítica, siendo muy severos con ellos mismos lo que les puede provocar sentimientos de frustración, de impotencia o incluso de rabia”. En ese contexto es donde entran los nuevos propósitos con el inicio del año, para cambiar aquello que no les ha gustado en el balance.

La psicóloga alude a que “con esta predisposición sensible y crítica se pone toda la buena voluntad en nuevos proyectos para el próximo año y que sustituyen mayoritariamente a lo que realmente se hace”. Desde el mundo de la psicología se advierte que el hecho de establecer metas para el nuevo año es muy positivo como modo de superación y desarrollo personal, en el que se suele mejorar el propio bienestar abandonando ciertos hábitos perjudiciales para la salud y sustituyéndolos por otros más saludables.

Entre los propósitos más comunes se encuentran empezar a hacer dieta, ir al gimnasio, comenzar a estudiar, ahorrar, sacarse el carné de conducir y otras ideas, aunque de todas ellas la más repetida es la dejar el tabaco en el caso de personas fumadoras. Lo malo es que la mayoría de las veces sólo se trata de una intención y a los pocos días nos olvidamos de llevarla a cabo. El problema es que nos sabemos como realizar estos propósitos de una forma eficaz, hay una falta de perseverancia y queremos resultados inmediatos cuando la mayoría de ellos son realizables a medio o largo plazo.

Gómez Navarro explica que “ese desconocimiento es lo que lleva al traste los buenos propósitos que se comienzan el 1 de enero y que no llegan al 1 de febrero, lo que posiblemente haga sentir que se ha fracasado cuando en realidad existían grandes dificultades o directamente era imposible hacer lo que se había propuesto”. En primer lugar, hay que ser conscientes de que son proyectos que van a exigir un esfuerzo no exento de dificultades. Ello obliga a hacer un ejercicio personal deteniéndose a pensar y a mirarse uno mismo para reconocer las propias fortalezas, capacidades y defensas. Sobre esta base es cuando se debe abordar el proyecto teniendo en cuenta algunas premisas que aumentan las posibilidades de éxito.

La psicóloga del Colegio Oficial de Ceuta da las clave para llevar a cabo estas promesas y asegura que “lo primero que hay que hacer es planificar y establecer un planteamiento realista, concreto y adecuado; acatar lo que uno se proponga, considerar los pros y los contras del cambio, evaluar las decisiones en función de su importancia, de lo que va a suceder si se toma una decisión u otra”.

Evitar situaciones “complicadas”

Con ello se evita encontrarse con situaciones complicadas que podrían dar al traste con los buenos propósitos. Otra cuestión importante es la del número de propósitos que uno pretende realizar, de manera que es preferible que sean pocos y merezcan la pena a muchos y regulares. Por ello, los objetivos que se establezcan han de ser en la línea del planteamiento que lo sustentan. Gómez Navarro argumenta que “querer hacer mucho de una sola vez o marcarse unas expectativas radicales del tipo ‘no voy a volver a fumar’ resulta poco realista y es más que probable que no se cumpla”, por ello puntualiza que “unos objetivos razonables y mucho mas convenientes son por ejemplo ‘voy a intentar no fumar’ o ‘fumaré menos’, que llevan inherente la posibilidad de que se caiga alguna vez en la tentación”. En el mismo orden, comenzar por caminar hasta el trabajo un par de veces por semana en lugar de proponerse ir a correr todos los días si no se ha hecho nunca, echar las monedas del cambio en una hucha que no se vaya a abrir hasta final de año, introducir pan integral en la dieta en lugar de no comer pan son soluciones que aportan sólo pequeños cambios que harán más fácil que los propósitos se lleven a cabo.

Para asegurar el éxito de los proyectos también será necesario contar con los medios suficientes y adecuados, sobre todo si surgen dificultades que les puedan superar. Por ello, “es bueno contar con el apoyo y la ayuda del entorno más cercano y querido así como del asesoramiento de un especialista; por ejemplo, un endocrino en el caso de que se quiera perder peso” destaca la psicóloga.

Por supuesto, “también se puede considerar la posibilidad de pedir ayuda a un profesional de la psicología para ayudar a establecer unas metas moderadas y prudentes, para elaborar estrategias que ayuden a potenciar la voluntad a través de la propia autoestima y mantener la motivación del logro, en definitiva ayudar a establecer una serie de pautas para que dicho proceso cuente con un mínimo de posibilidades de éxito”. Por ultimo y no menos importante, Gómez Navarro recuerda que tener presente los beneficios que se consiguen o se van consiguiendo a medida que se va llevando a cabo el proyecto, “el primero de los cuáles es constatar que lo que a uno le sucede depende en gran parte de un mismo, no del destino ni de las circunstancias que le rodean, lo que le da un valor añadido al logro de los buenos propósitos”.

Sin embargo, todo esto no asegura que los propósitos marcados al inicio del año vayan a hacerse realidad si en algún momento no contamos con la dedicación y la perseverancia necesaria. Por ello, la psicóloga concluya que “si no se logra llevar a cabo, pensar que el fracaso es una parte más del camino a recorrer en el crecimiento personal, además queda el orgullo de haberlo intentado y la grata sensación de que se puede volver a intentar el año siguiente, contando con la ventaja de haber aprendido de los errores del pasado”.
 


Los buenos propósitos que nos hacemos todos año tras año

Entre las promesas que nos hacemos cada vez que pasan las fiestas navideñas, siempre se suelen repetir las mismas ideas que se van postergando año tras año ante la imposibilidad de llevarlas a cabo. La más corriente es la dejar de fumar, un propósito que el noventa por ciento de los fumadores prometen pero que a la hora de la verdad pocos llevan a cabo. Otro propósito común es el de adelgazar, en gran parte debido a los excesos de las fiestas navideñas y a una necesidad de encontrarnos mejor con nosotros mismos. Para llevarlo a cabo, lo que se suele hacer es apuntarse a un gimnasio o hacer dieta. También son importantes los propósitos en cuanto a la formación como pueden ser aprender un idioma, dar clases de informática o sacar el carné de conducir.
 

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