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OPINIÓN - LUNES, 7 DE ENERO DE 2008

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Por los Reyes Magos, un libro

Por Andrés Gómez Fernández


En estos días de regalos, lo más aconsejable es un libro. Para aquellos que estamos comprometidos con la enseñanza, es aconsejable que en nuestra biblioteca no falte “La secta pedagógica” de Mercedes Ruiz Paz, licenciada en Pedagogía por la Universidad Complutense, ejerciendo como maestra en un Colegio Público. Especialista en Organización Escolar, Didáctica de la Lengua, Medios Audiovisuales, Discapacitados…. Una de las más solicitadas conferenciantes sobre enseñanza. Autora de la pequeña revolución que supuso su anterior obra “Los límites de la Educación”.

Piensa la autora que “hay unas creencias, rutinas y técnicas que la pedagogía ha impuesto al mundo de la enseñanza y que parecen más cercanas a la dinámica de alguna organización con estructura sectaria que a un lógico y necesario protocolo profesional. Son un conjunto de indicios que quizás permitirían catalogar de secta a la pedagogía o que, en todo caso, deberían provocar la desconfianza suficiente como para poner en marcha una urgente y severa revisión de sus orientaciones, de sus preceptos y de sus ensalmos”.

Sobre su concepto de secta, piensa que “coincidiendo con el proceder de las sectas, la pedagogía captó a los maestros haciéndoles creer que poseían en exclusiva la verdad absoluta sobre la educación, el modelo último de progreso, la panacea que durante tanto tiempo se había perseguido. Fue un discurso inicial tan lejano a lo conocido y tan paralizante que para cuando se pudo haber reaccionado contra él, ya había adquirido rango de ley con sus obligaciones, sus normativas y sus amenazas de expediente. Su implantación se hizo, como es habitual, empezando por sumergir a los profesionales en un nuevo lenguaje, por imponerles un nuevo lenguaje…..”

¿Qué ha utilizado la pedagogía para conseguir, como poco silenciar, cuando no anular, la critica hecha desde las aulas?, se pregunta la autora: ¿la culpa?. Es su respuesta: “Una de las técnicas que las sectas han tomado de la psicoterapia pervirtiendo su utilización, ha sido la de repelar la culpa en contra de la víctima hasta hacerla sentirse culpable. La pedagogía ha utilizado el sentimiento de culpa tanto contra los profesores, que por temor se han abstenido de expresar sus dudas acerca del sistema, como contra los que sin mayor oposición se han convertido en fieles creyentes del mensaje pedagógico. No es, por otro lado, nada diferente de lo que ha ocurrido en nuestra sociedad en los últimos años, invadida ésta de visiones extremadamente parciales y sectarias. Por ejemplo, cualquier propuesta de revisión acerca del funcionamiento de un aspecto parcial del sistema democrático, ha sido castigada sistemáticamente con acusaciones privadas y públicas de intolerancia e involucionismo como mínimo. Una buena parte de los medios de comunicación ha desarrollado una tenaz labor para presentar al crítico como un personaje varado en el pasado, nostálgico del poder absoluto, opuesto al progreso social y, desde luego, antidemócrata. Frecuentemente se ha tomado al disidente por culpable. Culpable de no sometimiento al actual estado de las cosas y por lo tanto sospechoso de trabajar a la contra. Nunca se ha llegado a considerar los fundamentos de esa crítica, la cual, en no pocas ocasiones, habría servido para mejorar el aspecto cuestionado…”.

“Ofrecer una escolarización donde se ofrecía enseñanza ha determinado que la educación pase a ser un bien de consumo mas. El actual sistema trata al joven como a un cliente cuyo capricho hay que satisfacer más que como a un alumno al que hay que formar. Se tiende a poner a su disposición la enseñanza como una mercancía a la que “ tiene derecho” como un objeto de consumo. Los planes de estudios, se ha adaptado a una clientela variada y los contenidos de estudio se acercan peligrosamente al “saber vulgar”. Pero ni aún así se obtienen a veces buenos resultados. (El académico Gregorio Salvador lo comenta en el artículo “Infancia desvalida”-ABC, 2-8-2000)

Por último “La secta pedagógica en particular tendrá menos oportunidades en un ambiente que promocione la neutralidad política de la acción educativa que en uno que incite a la manipulación del alumnado en beneficio de una ideología partidista. La secta flota mejor en un ambiente de nuevos ricos culturales que opinen que todos los problemas de la enseñanza se arreglan con dinero (su comisión incluida) que en el reconocimiento humilde de que la escuela presenta problemas de objetivo, de modelo y de estructura de los que es preciso sacarla. Es de vital importancia para la supervivencia de la secta ese ejercicio de autocomplacencia que proclama que tenemos los mejores niveles de enseñanza de la historia…”
 

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