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economía - MARTES, 8 DE ENERO DE 2008


uno de los establecimientos. nicol's.

Nos fuimos de REBAJAS
 

Colas de media hora entre los
pocos valientes que abrieron

Sólo Springfield, Club y los comercios de la empresa Inditex, en el centro, además de Parque Ceuta, abrieron el primer día de rebajas, donde se llegaron a alcanzar descuentos de hasta el 50 por ciento
 

CEUTA
Luis Parodi

local
@elpueblodeceuta.com

El primer día de rebajas en Ceuta trajo consigo gran incertidumbre. Los consumidores, en líneas generales, se preguntaban qué establecimientos habían abierto sus puertas en la ciudad. “En Parque Ceuta hay unas colas increíbles, no se puede estar”, comentaba en Springfield (en el Revellín) uno de los clientes. Y es que se podían contar con los dedos de las manos los locales que ayer usaron para su negocio particular la cuenta atrás hacia el final de las rebajas, que no llegará hasta que termine febrero o hasta que asome marzo.

Gracias a los convenios de los trabajadores con sus empresas, muchos ceutíes salieron a la calle a probar suerte y muchos se toparon con comercios abiertos, para su satisfacción y tranquilidad. Como era de esperar, las firmas de la marca Inditex abrieron al público al filo de las 10 de la mañana. Stradivarius, Zara, Pull and Bear o Bershka no quitaron el pie del acelerador y, tras un día preparando el local para el primer tirón de rebajas, ayer no dejaron de vender en todo la jornada, siendo las 12 del mediodía y las siete de la tarde las horas punteras de compras.

Aparte de las firmas de Inditex, otras, como Springfield, Boutique Club o la deportiva Super Sport, no dejaron escapar la oportunidad de hacer caja. La calle Revellín era un cotilleo constante, de personas desinformadas preguntándose entre ellas cuál estaba siendo la crónica del día. Zara era un hervidero de gente. Colas de 30 minutos hacían a veces insoportable la espera, sobre todo, para aquellos que habían decidido ir en solitario a elegir sus ‘autorregalos’ de Reyes.

En la planta de caballero los aparatos para cobrar con tarjeta echaban tanto humo que, en este tercer piso del establecimiento de Inditex, el cacharro se convirtió en ‘cachibache’ y dejó de funcionar, por lo que el pago en metálico se hizo imprescindible; se acabó el soniquete de: ‘¿Va a pagar con tarjeta o en metálico?’ propio de los dependientes que, por cierto, ayer se ganaron el sueldo. Los clientes se quejaban de que había “poca cantidad”, pero se alegraban de “los buenos precios”.

En Zara las colas eran tan abrumadoras que los clientes apenas destinaron el día de ayer en descambiar nada, ya habrá oportunidad más adelante, aunque ¡cuidado!, porque, al paso que van las compras, usted puede quedarse sin el textil o el calzado de moda, así que habrá de darse prisa. Y es que, a partir de la semana que viene, en los locales sólo quedarán las sobras.

Los asistentes se convirtieron en auténticos devoradores y las estanterías, además de desordenadas, debido al alboroto, comenzaron a ralear con el paso del tiempo, como el cabello de un adulto cuando empieza a perder pelo. “Hay mucha gente para muy poco personal”, comentaba una pareja de amigos que, a un metro de la caja registradora (por fin, pensarían) aseguraban llevar “media hora, o más” en la cola de Zara. Y esta firma de textil fue la más concurrida y una de las más socorridas para los más impulsivos, ansiosos por invertir dinero en ropa con un mejor precio. Zara aumentará sus rebajas progresivamente. Ayer, algunos artículos llegaron hasta el 70 por ciento, según fuentes de la marca. A las 12 del mediodía, en plena ebullición, una de las dependientas comentaba a este periódico, “ponemos, desde el primer día, unas rebajas de entre el 50 y el 70 por ciento; y el 20”. Las tres plantas de Zara aportaban colas de más de diez metros, hasta 15, que obligaban a la gente a llegar hasta la puerta. Muchos eran los artículos que cada uno poseía entre sus brazos para pagar, ‘¿lo compro, no lo compro?’, pero a medida que la cola avanzaba la desazón del consumidor cambiaba a ‘llevo una hora en la tienda y todavía no he pagado’.

En Springfield, las rebajas también eran suculentas. Una chica se afanaba detrás del mostrado para atender la fila de personas. Las prendas más golosas fueron el abrigo, la americana y los vaqueros, según la encargada del establecimiento: “Los vaqueros han bajado de 40 euros a 19,95 y a 14,95 euros.

En Springfield, que posee dos tiendas en la ciudad, las rebajas serán más suculentas en 15 días, en la segunda oleada, pero poco van a esperar los depredadores, que ya se encargaban de arrasar con todo ayer. “Es día de fiesta para el que las tenga”, comentó la chica del mostrador cuando una de las compradoras lamentaba que tuviera que trabajar ayer tanto personal. Los convenios de la cámara de comercio con algunos establecimientos de franquicias obligan a éstos a cumplir durante 12 domingos del año y, como ayer era fiesta, este día se pasó al lunes, por lo que, según las normas, ayer era laborable para ellos.

En Springfield de Parque Ceuta, las chicas empleadas cumplían jornada completa, lo que las convertía, pasadas las 19:00 horas, en unas divertidas dependientas, atendiendo al cliente de la manera más agradable posible, aunque también quisieron mandar un mensaje crítico hacia los consumidores: “Muchos no saben comprar, son salvajes” y a la derecha, un chico deshacía una columna de sudaderas, “ves, ves”, replicaban. Pero la jornada no acaba cuando se echan las cortinas de hierro que anuncian el final del día; sigue hasta que se recomponen todos los artículos, se limpia y se cuenta la caja conseguida. Es ingente el trabajo que se acumula para ellos entre bambalinas. Mientras la clientela se agolpa en la puerta, esperando que se alce el telón del consumismo, los trabajadores preparan el local para presentarlo de la mejor manera posible. Por su lado, los escaparates cumplen con su función de márketing y acribillan al personal con sus ribetes y mensajes de impacto. La mayoría de las tiendas de Parque Ceuta (como si se hubieses puesto de acuerdo) exhibían el mismo porcentaje de descuento, el 50 por ciento. Eso se cumplía en Springfield. En la parte de Woman, camisetas que antes costaban 12’95 euros, habían descendido de la noche a la mañana hasta los 6 euros. Dos empleadas se entretenían componiendo el desorden. “Está todo tirado por el suelo”, advertían.

De lo mismo se quejaban en Bershka, donde el revuelo era insoportable. Este establecimiento, uno de los que podrían colgar el cartel de ‘full’ (completo), daba por imposible el hecho de recoger todas las prendas que se amontonaban entre las piernas de los ‘turistas’. Las empleadas de refuerzo, que llevan trabajando desde primeros de diciembre, no daban a bastos. Pero, como no podría ser de otro modo, se mostraban contentas por cumplir con sus cometidos. La encargada avisaba de que durante los próximos “tres o cuatro días continuará esta afluencia de personas” y añadía: “No va a quedar nada”. En Bershka, los precios habían encogido hasta alcanzar un saldo simbólico. Con 3,95 y 3,99 usted podía salir de este local con algo a estrenar.

La franja horaria que más gente acumuló en los comercios comenzó a las 11:00 horas. Desde ese momento, hasta las 13:00, el trasiego fue de los mayores de la temporada. A pesar de que pocos cerraron a la hora de comer, tan solo Boutique Club lo hizo. Este comercio, situado en los bajos del edificio Trujillo fue quizá el único local exento de franquicia que abrió sus puertas. “No podemos quedarnos atrás, la gente sale al Revellín para comprar y nosotros no podemos ser menos”, comentaba uno de los empleados. “Ha venido muchísima gente, pero sobre todo para temas de devoluciones o cambios de artículos”, agregó. En Club, la rebaja no ha sobrepasado los 30 euros por prenda y la firma Belstaff no ha variado los precios a pesar de las rebajas. Este comercio asegura que “bajará el valor del textil según la cantidad que vaya quedando, pero no nos marcamos ninguna fecha”, dijeron.

También tuvieron alguna dificultad en la franquicia de ropa interior Woman Secret, donde las colas eran especialmente llamativas, lo que, como en Zara, hacían perder la paciencia a los que esperaban media hora para pagar. “Hay poco servicio”, se quejaban.

Perfumerías

Si en la televisión han desaparecido como por arte de magia los anuncios de colonias y perfumes, como por arte de magia han desaparecido también los compradores de los frascos más codiciados. Hace una semana, a las 19:00 horas era imposible si quiera preguntar a una de las encargadas de Empire. Ayer, sin embargo, atendían a este medio con total tranquilidad. “Abrimos porque tenemos que limpiar, reponer”, aseguraban. Aunque los establecimientos dirigidos a este negocio no poseen ofertas de rebajas, sí es posible que exista alguna promoción nueva que abarate el precio de algunos perfumes. Por quedar, queda muy poco de Diesel, apenas unos tarros, y Bulgary “ha volado”, así como Cacharel.

Los empresarios de Super Roma, por su parte, hacía ayer cuentas de las navidades y prefirieron no abrir ayer. Dice Jorge Campos, uno de los dueños del comercio, que el balance de estas fechas es positivo, ya que ha ayudado mucho la fiesta del Borrego. Menos suerte tuvieron durante dos fines de semana, cuando “nos aburrimos” por culpa de las lluvias, “no había nadie en el Revellín”, recuerda, “pero cuando el tiempo mejoró, la calle fue una feria”.
 

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