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OPINIÓN - SÁBADO, 12 DE ENERO  DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Inmigrantes del palo
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Normalmente acostumbro a acompañar a mi mujer al mercado cuando no tengo nada que hacer, bueno decir nada no significa realmente que no tenga nada que hacer. Siempre hay cosas de las que uno está pendiente, siendo la primera las labores correspondientes al trabajo laboral.

Sin embargo hay resquicios en el tiempo que me permiten hacer cosas que la mayoría de los ciudadanos, ocupados laboralmente, no pueden hacer. No es, de verdad, un placer pasear por el mercado, ni por el supermercado, ni por el hipermercado, ni mucho menos por los Centros Comerciales. Las causas son muchas y la mayoría de los que acuden las ignoran o pasan de ellas.

Sin embargo, he de hacer hincapié en un problema social de cierta envergadura existente en los entornos de accesos a los centros comerciales de importancia y ubicados fuera del centro mismo de la ciudad.

Hace unos meses expuse dicho problema en un artículo de opinión que publiqué en un diario y hoy vuelvo a insistir en el mismo por motivos de seguridad para el ciudadano ceutí.

Hubo un tiempo, en Málaga, en que los delincuentes (no puedo afirmar que fueran mafiosos) habían montado una especie de estructura delictiva para saquear coches estacionados en lugares descampados. Encargaban a inmigrantes sin recursos que se metieran en el papel de vigilantes de parking y le daban, como arma de autoridad, un palito que utilizaban como si fuera la porra del guardia urbano dirigiendo el tráfico.

Esos inmigrantes obtenían de vez en cuando “propinas” de parte de algún inocente que creía que su coche estaría mejor vigilado, cuando en realidad el inmigrante tenía “la obligación” de informar al “jefe de campo” del contenido del interior de determinado vehículo para que, posteriormente, el mismo delincuente, no el inmigrante, lo saqueara limpiamente.

Esta situación, la de los inmigrantes con palo, la vengo observando en todos los accesos de los comercios importantes de la ciudad, sobre todo en el área del puerto y en Parque Ceuta.

No es que salte la alarma social, pero haría una sugerencia a nuestras autoridades para regular esa anómala situación que va empeorando cada día que pasa (a tener en cuenta el asesinato de un inmigrante por otro, ocurrido estos días, por disputa de zona de dominio) y no quisiera lamentar que ocurriera una desgracia contra los ciudadanos ceutíes.

Nuestras autoridades podrían fichar, sin pagarles, a esos inmigrantes y para evitar peores situaciones, podrían darle una especie de peto amarillo de plástico con una autorización de “vigilante” de parking precario. Así podrían tener un motivo para no delinquir y tendría una especie de “poder” sobre los que le obligan a delinquir precisamente. Por un lado los mantendremos vigilados y controlados; por otro lado le permitiremos ganar unos céntimos de euro con los que poder comprar chucherías que les encantan. Todo ello mientras dure la situación en que se encuentran dentro de su estancia ilegal. Este trato no podemos, de ninguna de las maneras, ofrecérselo a los inmigrantes ilegales marroquíes por obvias razones de seguridad y por la proximidad de la frontera… vendrían en manada. Sólo se lo ofreceríamos al inmigrante carente de recursos de toda especie, situación que no se da en los inmigrantes marroquíes por cuanto tienen recursos además de su familia y amigos al lado mismo.

Luchar contra ello no es conveniente, por cuanto todos sabemos que el hambre y la necesidad de supervivencia prima por encima de todo razonamiento y puede convertirlos en seres irracionales que no responden de sus actos… sería peor ¿no?

Ceuta es muy pequeña, en comparación con Barcelona, y la capacidad de vigilancia no sería complicada dada la concentración de centros y almacenes comerciales en zonas muy puntuales, por lo que no llevaría un perjuicio económico a la Ciudad si ponemos en vigencia un plan del que doy una pequeña idea.

No me lo agradezcan, yo también tengo miedo. Después de cuatro robos en mi vehículo ya es para clamar al cielo.
 

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