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sociedad - LUNES, 14 DE ENERO DE 2008


vista aérea de benzú. reduan.

La “Cantera del Cariño”
 

Nubes de arena sobre Benzú

Los trabajos de extracción de áridos en la cantera conocida como “del cariño”, a escasos cien metros del núcleo de población de Benzú, emiten polvo y arena sobre los tejados de los habitantes de la pedanía
 

CEUTA
Sergio Cobos

local
@elpueblodeceuta.com

C ada vez que se levanta viento de Poniente, tenemos que atrancar las ventanas para que no caiga arena en la comida y mi hijo de 20 años tiene asma”. Abderramán Layasi, residente de la pedanía ceutí de Benzú desde hace 51 años, se queja del arenisco que emite el tratamiento de áridos realizado en la cantera explotada por la familia conocida como “Cariño” a través de la empresa extractora Hoarce. “El ambiente está cargado de partículas contaminantes”, comenta el presidente de la asociación ecologista Septem Nostra, José Manuel Rivero, y la mayoría de los vecinos de Benzú consultados consideran que la escasa distancia entre la cantera y las casas ponen en peligro su salud.

Rivero matiza que es el la labor de “machaqueo” y pulido de la roca donde se encuentra el problema de emisión de partículas contaminantes a la atmósfera. La empresa “no cumple” con la legislación 34/2007, que determina una distancia mínima de 2.000 metros entre una cantera y un núcleo de población anexo.

El entendimiento entre residentes y empresarios es complejo, ya que la loma de Benzú se explota desde hace más de 50 años, momento en que llegaban los primeros moradores de la pedanía, atraídos por la abundante oferta de puestos de trabajo para extraer y transportar los cantos rumbo al Puerto de Ceuta, que estaba en construcción. A medida que el núcleo de Benzú crecía, las casas que se construían se acercaban cada vez más a la explotación pedriza.

Abderramán Layasi entiende que “aquí no había gente cuando se comenzó a extraer piedras” y que las casas “se fueron acercando a la loma” a medida que las tareas de extracción demandaban mano de obra. Estas manos, que sacaban piedra y mineral de las última estribaciones de la Sierra de Bullones, encarada a las aguas del Estrecho y cercana a la frontera con Marruecos, ya están viejas por el paso del tiempo. Son las manos de los primeros llegados a la pedanía, que ahora pasan la tarde tomando té en el café de Abdelkrim. Sus hijos trabajan en el centro de la Ciudad, “porque en la cantera ‘no curra’ nadie de la pedanía”, expresa Yussuf, de 67 años. “Pero tienen sus casas aquí”, agrega, “y tienen hijos pequeños que tosen todo el día por respirar este aire”. Este periódico tiene conocimiento de tres casos de asma certificados por un médico y seis más sin certificar.

Política medioambiental

Para prevenir que los habitantes de una población no respiren un aire cargado de partículas, la legislación española introdujo un matiz en el ordenamiento jurídico de este tipo de explotaciones: según la Ley 34/2007 sobre Protección del Ambiente Atmosférico y Calidad del Aire, ninguna explotación pedrera podrá estar a menos de 2.000 metros de un núcleo de población. Deja en manos de las propias Comunidades y Ciudades Autónomas la ejecución de estudios e informes que certifiquen problemas en la calidad del aire y tramitará el cierre de instalaciones en caso de que esta normativa no se respete. “En el caso de Ceuta es difícil aplicar la legislación sobre distancia mínima a un núcleo de población”, puesto que la Ciudad tiene dimensiones muy reducidas y no hay sitio para todo”, matiza Rivero. Desde Septem Nostra se comprende que la explotación de árido “es necesaria” para conseguir materiales con los que edificar. Además, consideran que el verdadero problema con la baja calidad del aire “no se debe a las labores de extracción”, sino a las de tratamiento de las piedras, “porque se machacan las rocas a menos de 100 metros de la población” y esa arenisca pulula sobre las casas de los habitantes de Benzú.

Pero Rivero siente que no haya estudios ni informes sobre este grado de contaminación. En realidad, nunca habían sido necesarios, ya que Ceuta cuenta con un régimen de vientos favorable para que el arenisco no llegue a la Ciudad, a unos siete kilómetros de distancia hacia el nordeste, y la Administración “no va a realizar ningún informe”, comenta Rivero, porque a la cantera “le quedan dos telediarios”. El presidente de Septem Nostra prevé que la materia prima en esta explotación “acabará en un plazo máximo de cinco años”, así que “mejor mirar hacia otro lado hasta la hora del cierre”, apuntó José Manuel Rivero.
 


La Ley exige que la empresa extractora recupere
la zona tras el cierre de la cantera

Además de marcar los niveles límite de impacto ambiental de las canteras sobre el medio, la Ley 34/2007 sobre Protección Ambiental y Calidad del Aire dicta que la empresa fomente la conservación del medio.

Una vez la cantera se cierre, la empresa Hoarce está obligada por Ley a limpiar la zona y a aplicar un plan de restauración de este espacio natural según el Real Decreto 29/1982 aplicado a zonas de explotación minera.La empresa ceutí ya ha preparado ese plan para acondicionar la superficie del terreno una vez finalicen las tareas de explotación. Así, la normativa dicta que deben alisarse y tratarse las paredes escarpadas para evitar la erosión que se produzca con el viento y la lluvia. Además, la empresa debe costear un estudios de impacto ambiental.
 

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