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OPINIÓN - SÁBADO, 19 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Lágrimas de gorrión
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Tengo una especie de picor en la garganta del que creo es culpable el fuerte viento que padecimos ayer, por el miércoles, y que parecía venir impulsado por Eolo escondido en las montañas del Rif. Fuerte y potente viento, sí señor, que deja los pelos señalando por unanimidad hacia el peñón de Gibraltar en una clara alusión a que lo pidamos ya, a cambio de lo que todos sabemos pero callamos.

Todavía estoy dándole vuelta a esa increíble, por estúpida, maniobra política del sector duro del PP, -aunque Mariano Rajoy diga que es una decisión personal suya en un pretendido acto de autoridad, nadie se lo cree- de negar la presencia de uno de los políticos más influyentes en sus listas electorales. Con Ruiz-Gallardón se le escapan al PP casi un 16% de las expectativas de voto que podía haber tenido asegurada con la presencia del mismo. Que no piense el líder pepero que con Pizarro ganará el doble. El efecto Gallardón es muy importante en el voto de centro. Si un hombre, un político con pretensiones y aspiraciones de gobernarnos a todos los españoles, toma una increíble y perjudicial, para su propio partido, decisión en vísperas de unas elecciones generales no presente, obviamente, madera de ser un presidente ecuánime. Demuestra que anda fuera de toda lógica por lo que quiero pensar que ello de debe a las influencias del llamado sector duro del partido… ¡si hasta el mismísimo Fraga se mosquea!Como Ruiz-Gallardón haga provecho de la situación a la que se ha visto condenado, o sea agarrarse al victimismo, del que son expertos los políticos peperos, muchas sirenas entonaran cánticos y dificultarán el retorno a Itaca, digo a La Moncloa, de Mariano Rajoy. Aunque éste no tiene madera de Ulises porque se fue de Itaca, digo de La Moncloa como vice-presidente saliente. Y que yo sepa, no creo tenga una Penélope esperándole. Aunque tal vez sea una Penélope con bigotes.

Bueno, me extraña sobremanera, repito, esa decisión que Rajoy podía haber tomado en un momento menos inoportuno y encima con un órdago sobre la mesa. La jugada maestra, aunque diga lo contrario así fue, estaba en la eterna enemiga interna del propio Ruiz-Gallardón: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Su órdago intempestivo no era improvisado, más bien se asemeja a una jugada de maestro de ajedrez, y su paso como un ciclón ayudó sobremanera a Mariano Rajoy para suavizar, en un intento poco loable por estar cargado de hipocresía, su decisión de apartar al alcalde de sus aspiraciones a un escaño en el Congreso. ¿Por qué no se pronunció Esperanza Aguirre en su momento? ¿Tenía que ser en ese preciso instante?¿Por qué no tomó, Rajoy, esa misma decisión mucho antes? ¿Por qué no le dijo a Gallardón que no contaba con él cuando lo pidió en su momento? Porque sabemos que Gallardón le haría sombra, demasiada, y no era cuestión de alargar el proceso de enemistad hasta el mismo día de las elecciones, aunque ahora el resultado sea el mismo.

Cuando un político de la valía de Alberto Ruiz-Gallardón aspira desde hace años a un escaño en el Congreso, habiendo estado trabajando íntegramente para el partido desde que lo fundó su padre, junto con otros, y mirando hacia el frente del país, por España, nunca pero nunca debería descartarse tal aspiración.

La fortaleza de Alberto Ruiz-Gallardón, como político, está en su planteamiento centrista. Un planteamiento que gusta a muchos españoles y que el sector duro del PP ve con malos ojos y las palabras de Gallardón al salir de la reunión en que Rajoy le expuso su negativa a incluirlo en las listas, son todo un poema: “… quién les habla, evidentemente, ha sido derrotado en su aspiración”, palabras que expresan una situación personal y que son refrendadas por su énfasis puesto en la declaración siguiente de que la responsabilidad de que no vaya a la Cámara es de Mariano Rajoy.

Mi conocido Josep Piqué ya tiene un compañero de infortunio, Josep Piqué conoce bien a Rajoy y por ello, al telefonear al alcalde madrileño para expresar su solidaridad, ya es más que un poema tragicómico en el que las lágrimas de gorrión juegan un papel muy importante. La “espantá” forzosa de mentes preclaras del PP es una constante del partido, y ello debe de servirle a Gallardón como una esperanza de un futuro mejor mirando hacia el centro. No en vano las voces moderadas del partido fueron condenadas al ostracismo: el propio Piqué, Rodrigo Rato, Jaume Matas y, más antiguamente, Herrero de Miñón… a Gallardón le llueven los palos a causa de una vengativa respuesta, por parte de la cúpula pepera, por haber discrepado de las teorías conspirativas del 11-M… lo mismo que le sucedió a Rato cuando discrepó contra Aznar por apoyar la guerra de Irak; a Josep Piqué por tratar de moderar la postura del partido lidiando, en la propia Catalunya, la campaña anti-Estatut… ¿seguirá vivo el PP después del 9-M?

Si Gallardón abandona la política… los lagrimones de la gaviota solaparán las lágrimas de gorrión en un suspiro. Y Mariano Rajoy, como buen gallego, seguirá bogando por los impetuosos y tempestuosos mares de la incertidumbre política en busca de su añorada Itaca, mientras una no menos añorada Penélope con bigotes se difumina en lontananza, allá en un lujoso despacho de la FAES. Polifemo es demasiado fuerte y grande para el remilgado gallego. Las sirenas son demasiado atractivas para la tripulación…
 

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