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OPINIÓN - JUEVES, 31 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Cachetes, no
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

El consejo de Ministros aprobó el pasado día 2 de Noviembre, la nueva regulación del Bachillerato, con lo cual la excelencia académica y el esfuerzo quedan de nuevo arrinconados con una normativa que, con el pretexto de combatir los altos índices de fracaso escolar en el Bachillerato –una nueva denuncia de la OCDE-, sólo pretende enmascararlos con una fórmula de promoción que hará que los alumnos estén más tiempo en el Centro Educativo, pero sin preocuparse de que aprendan más y mejor.

Desde el pasado 20 de Diciembre, los padres ya no podrán “corregir moderada y razonablemente” a sus hijos como figura en dos artículos del Código Civil, el 154 y el 268. Lo que muchos se preguntaban ahora es dónde estará el límite de los progenitores a la hora de modificar una conducta inapropiada de sus hijos, ya que esta reforma conlleva, en el fondo, que acciones como un cachete o una bofetada no cuenten con ningún respaldo en nuestra legislatura.

El nuevo texto que modifica los dos artículos citados del Código Civil, donde se regulará la patria potestad, no sólo elimina la posibilidad de “corregir razonablemente y moderadamente” a los hijos, sino que indica cómo los padres deben reprender a los menores “con respeto a su integridad física y psicológica” y “de acuerdo con su personalidad”.

El resto de la regulación de la patria potestad, continúa como hasta ahora está redactado. Los padres deberán “velar” por sus hijos, “tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral” y “representarlos y administrar sus bienes”.

Lo que en verdad ha destapado este cambio legislativo es conocer hasta dónde llega el límite entre, lo que para muchos significa una amonestación sensata, para corregir una conducta y los malos tratos a los menores, una lacra que toda la sociedad condena. El Ministerio de Justicia lo ha resuelto en una nota explicando la reforma: “Aunque el Código Penal castiga expresamente a quien menosprecia la integridad corporal o la salud física y mental de los menores, en la nueva redacción de los dos artículos del Código Civil se ha considerado preferible evitar cualquier interpretación permisiva con el castigo físico a menores”.

Para la CEAPA, Confederación Española de Padres de Alumnos, en España todavía está muy extendida la idea de que dar un cachete a tiempo es una actitud correcta, pero la autoridad de los padres no se puede ejercer con violencia, sino con la razón, el diálogo, la comunicación y la proximidad hacia los hijos. Si ejercemos violencia sobre los niños, ellos después reproducirán ese modelo”.

Por parte de la CONCAPA, Confederación Católica de Padres de Alumnos, “Se estima que igual que se ha desprestigiado la labor docente y se le ha desprovisto de autoridad, privar a los padres de poder corregir a sus hijos de forma razonable va a traer muchos problemas a la familia, porque el hijo va a estar al mismo nivel de opinión y autoridad que los padres”.

Otros piensan que “así que cuando el hijo se ponga imposible, cuando no haya manera de reconducir un berrinche, cuando su autoridad paterna esté en riesgo franco de menoscabo ante la suprema potencia del capricho infantil, sujétese los impulsos y las manos y dialogue. Sobre todo dialogue: en caso contrario puede convertirse de manera oficial en un odioso maltratador y recabar en un Juzgado”.

En nuestra sociedad un 60% de padres están a “favor de un cachete” que ya evita problemas. Sin embargo es contradictorio cuando entienden que el diálogo es la mejor forma de educar, sin dudas. Y también resulta más eficaz premiar los comportamientos adecuados y correctos de los niños, que propinarles un cachete. Ese 60% considera que es necesario enseñarles a obedecer desde edades tempranas, aunque para ello hay que aplicar castigos…

En tiempos lejanos, los niños, fueron sometidos a sistemas de obediencia ciega hacia, en particular, la figura del padre, donde ya se encargaba de marcar las pautas para que la relación paterno-filial fuese lo más disciplinada posible. La autoridad del padre estaba fuera de toda duda ¿Utilizaban castigos físicos? Posiblemente tuvieron la tentación de utilizarlos. En mis recuerdos queda el empleo de la correa, que no tardaban en “desenvainarla” del pantalón. Sin duda, que con los “correazos”, se podían modificar determinadas conductas no deseadas. En general, se castigaban actos de desobediencia. No, por supuesto, bajos rendimientos escolares, ya que muchos alumnos no tuvieron la oportunidad de ir al Colegio. Y, además, el trato entre padres e hijos, no tenía nada de cercanía, más de alejamiento, que les obligaban a que fuesen tratados de usted.

Por fortuna para todos, las cosas han cambiado mucho. Quizás los papeles hayan cambiado. Pero se ha de seguir luchando por conseguir el mejor equilibrio en la familia. Está a punto de publicarse el libro “Padres consecuentes, hijos felices”, escrito por tres madres que nos muestran cómo educar a nuestros hijos, mediante el novedoso procedimiento pedagógico que ellas mismas han diseñado y desarrollado, y que han bautizado como el método de las consecuencias naturales y funcionales…
 

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