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OPINIÓN - VIERNES, 1 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Dudosa reputación
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Según tenemos entendido, las ventajas de una buena reputación son numerosas ya que es uno de los activos intangibles con mayor capacidad de reconocimiento por parte de quienes desean dar una buena imagen, tanto si se trata de ocupar empleo, representación en medios sociales, participación política o cualquier otra actividad de la vida, en todo lo cual se hace necesario disponer de cierta estima y prestigio para que sean tenidos en cuenta por aquellos que han de conocerlo y, llegado el caso, utilizarlo según la ocasión o para poder hacer uso de ello en aquel momento que así se estime.

Hay quienes, como decía un amigo nuestro, presumen de no presumir y logran con su semblanza de nobleza, sencillez, candidez, religiosidad, carencia de malicia y otras artimañas, embaucar a aquellos a quienes trata o de quienes depende para el logro de cualquier fin, principalmente el profesional o el político. Y sería bueno que, en alguna ocasión, siquiera sea para evitar los desmanes que luego se producen, pudieran desenmascararse a los verdaderos artífices del engaño y dar a conocerlos tal y como son, descubriéndose los propósitos y sentimientos con que consiguen dar a la mentira apariencia de verdad engañando a diestro y siniestro y logrando situarse, como hemos dicho, en las más altas escalas profesionales o políticas. (¡Ay de aquellos truenos vestidos de nazarenos!, que diría don Antonio Machado).

Con referencia a esto de la reputación viene a nuestra memoria el caso que nos comentaba uno de los jefes que hemos tenido en el que se refería a aquel alto cargo de la administración, muy conocido en todos los ámbitos de su localidad, que se presentó en la puerta de acceso de un Nihg Club acompañado de cierta y exuberante señorita, de muy abundante y copiosa pechera y de aspecto mas bien “ligero”. A la vista de tan despampanante criatura, el “gorila” de la puerta trató de impedirle el acceso al local, aduciendo al señor que la acompañaba, que en aquél establecimiento no estaba permitido el acceso a señoritas de “dudosa reputación”, a lo éste le respondió: está usted equivocado, ¡esta chica es una puta. Las de dudosa reputación son las que se encuentran dentro de la sala! … Esto nos lleva a una conclusión: el que se corrompe con las costumbres (si no se le destapa el conocimiento de lo que de él se ignora) se aprovecha de la situación en un momento creada y se vende desde su empleo o autoridad abusando bajamente de ella por interés o por adulación (éste último caso se da por desgracia con frecuencia y prolifera por doquier), o sea, es el que verdaderamente ejerce la prostitución (no quien por su aspecto exterior la aparenta) en el sentido de deshonrar, vender su empleo, autoridad, etc. como muy bien se expresa en el diccionario de la lengua española.
 

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