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OPINIÓN - SÁBADO, 2 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / VERBA SEQUENTUR

Lamentos de un ciudadano de la clase media
 


Miguel Massanet Bosh
miguelmassanet@elpueblodeceuta.com

 

Ya sabemos que hasta que lleguen las elecciones del próximo mes de marzo no vamos a tener un momento de sosiego. Ocurre cada vez que las hay y, me temo, que por mucho que nos pese, seguirá ocurriendo en el futuro aunque ello consiga ponernos de los nervios a todos los ciudadanos. Sin embargo, hay algo que me gustaría preguntarles a los políticos, algo tan sencillo y simple como pedir que me expliquen el porqué no han hecho, durante todo el tiempo de que han dispuesto durante la legislatura, todo aquello que, ahora, a las postrimerías de su mandato, parece que se empeñan en ofrecernos, de prisa y corriendo. Para entendernos, que todo lo que nos están queriendo dar con tanto afán no es más que una pequeña parte de aquello que primero nos han quitado. Pero observen y no pierdan ripio. A unos les han quitado más y, no precisamente, a los que más tienen o atesoran, no, no, nada de eso, a los infelices de esa clase media que no saben, no pueden o no tienen dinero para pagarse unos asesores listos que les ayuden a deslizarse por las triquiñuelas legales, para evadir el pago de impuestos o, al menos, pagar menos

Verán, no es que me queje de que los haya que, legalmente, saben como pagar menos a Hacienda, de lo que si me lamento es que yo no pueda, no sepa o no me atreva a valerme de ninguno de estos trucos y, por ello, resulte que, cada año, tenga que dedicar una parte muy significativa (al menos para mi) de mis ingresos, a satisfacer el hambre insaciable de nuestro padre “El Estado.”

Me molesta ver que mi vecino, el multimillonario, me mira por sobre el hombro y con una media sonrisa me espeta: ¡Oye, pero tú eres tonto, yo ni soñando pagaría lo que tú pagas! Y yo sé que sólo le falta añadir una palabra a su observación: “panoli” y, si quieren que les sea sincero creo que, en efecto, me la tendría merecida. Pero, vayamos a lo que vamos.

Si el señor Zapatero ha querido entrar en esta subasta que se traen de intercambiar ofertas preelectorales, no voy a quejarme; como tampoco lo hare si los del PP lo hacen; no obstante convendría que concretasen, ante notario, que, efectivamente, se van a llevar a efecto y, en especial, cuándo será que los ciudadanos vamos a poder recoger este maná que parece que nos va a caer del cielo cuando, uno u otro aspirante a la presidencia, consiga alcanzar su meta.

Porque, si yo no estoy muy confundido, para poder hacer un regalo lo primero que se precisa es disponer de medios para hacerlo. Si me fijo en que quienes me están ofertando las gabelas para que los vote y quiero averiguar de dónde van a sacar los medios para cumplir su promesa, no me queda más remedio que dirigir la vista a los Presupuestos Generales del Estado; porque, de una cosa sí podemos estar seguros: de sus bolsillos particulares no va a salir ni una perra gorda ¡faltaría más!

Si seguimos razonando querremos saber de dónde se nutren las partidas presupuestarias y ¡Oh, sorpresa!, resulta que vienen de nuestros impuestos o sea del dinero que ha salido previamente de nuestros escuálidos bolsillos.

De modo que, los 400 euros que ofrece la señora De la Vega, o al menos los defiende como una medida “hiperprogresiva”, han salido de aquello con lo que yo he contribuido con anterioridad sólo que, y aquí está el truco, el que sólo hubiera pagado 400 euros se quedará como si no hubiera pagado nada; los que no llegaran a los 400 euros saldrían ganando y los que, como este infeliz que escribe estas líneas, han tenido la desgracia de haber pagado más, tendrán que conformarse. Esto de igualar, cuando uno ha tenido que cotizar más a la seguridad social para recibir los mismos servicios; cuando uno ha tenido que pagar cada año, le vaya bien o mal, por tener un patrimonio, conseguido a base de mucho esfuerzo y trabajo, y se da cuenta de que otros, que han despilfarrado sus dineros en viajes u otras diversiones, no han tenido que pagar nada por lo suyo; puede resultar muy “social” pero chincha un rato. Y es que, con esto de la “solidaridad”, uno se da cuenta de que el único solidario de verdad, aunque sea a la fuerza, es el mismo y cuatro desgraciados más.
 

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