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sociedad - DOMINGO, 10 DE FEBRERO DE 2008


Rafael Lara. m.z.

entrevista / Rafael Lara, cofundador de la APDHA
 

«Los flujos migratorios en el Estrecho volverán a reactivarse»

El confundador y coordinador general de
la Asociación Pro Derechos Humanos en Andalucía, Rafael Lara advierte de que la
“olla a presión” que es Africa volverá a
estallar por el Estrecho de Gibraltar
 

CEUTA
Gonzalo Testa

local
@elpueblodeceuta.com

Pregunta.- En mayo del año pasado dejó el cargo de coordinador general dentro de la APDHA. ¿Harto?

Respuesta.- No. Primero la asociación tiene unos estatutos que dicen que sólo se puede estar dos mandatos y a mí ya me los habían prorrogado, por lo que entendí que ya era el momento de que entrara otra persona. No es sano ni para quienes los ocupan ni para las organizaciones que dirigen que alguien se perpetúe al frente. Ahora me ha sustituido la abogada cordobesa Esther Muñoz, una compañera y una persona excelente, porque el que ya no sea coordinador no quiere decir que ya no esté implicado con ella.

P.- ¿Cuánto tiempo se pasó al frente de la asociación?


R.- Yo entré en la Coordinación General en 2000, pero la asociación tenía ya entonces diez años de existencia.

P: ¿Cómo y por qué surge la APDHA?


R: Sobre todo por iniciativa de un cura, Diamantino García, que en Andalucía fue una persona extraordinariamente querida, con un carisma muy grande y una dedicación hacia los más desfavorecidos enorme. Él nos agrupó a mucha gente que pusimos en marcha la asociación entre 1990 y 1991 como respuesta a los muchos problemas y situaciones de excusión social que existían en Andalucía.

P: No deja de ser paradójico que en el denominado Primer Mundo siga siendo necesario que haya colectivos dedicados a velar por el respeto a los Derechos Humanos


R: La APDHA ha estado desde el principio vinculada a la defensa de los Derechos Humanos de los excluidos, de los más desfavorecidos, de los que no son prioritarios para las instituciones, de los invisibles. Lo que ocurre es que como este tema no es local, sino universal, hemos mirado también al conjunto de España y allí donde llegan nuestras modestas posibilidades.

P: ¿Quiénes son actualmente nuestros ‘invisibles’?


R: Fundamentalmente en Andalucía yo hablaría de 3 grupos: los marginados socialmente por la droga, el paro, la falta de recursos, el chabolismo… No son pocos, son alrededor de 300.000 personas en nuestra comunidad autónoma. Otro gran sector es la gente que está en las cárceles, que ha crecido por encima de cualquier otro momento en nuestra historia y por último hablaríamos de los inmigrantes indocumentados que viven en condiciones penosas explotados en los campos o en casas particulares.

P: ¿Si comparamos su situación en 1990 y ahora se ha notado el avance que cabría esperar?


R: Su situación ha cambiado porque la Andalucía de hace 20 años y la de ahora no son la misma, pero el volumen de personas excluidas sigue siendo más o menos el mismo y lo integran los mismos de siempre. Cada vez hay más riqueza y más bienestar, pero faltan visiones de conjunto y prioridades políticas para resolver este problema: ahora hay elecciones generales, pero las propuestas no se dirigen hacia ellos, sino hacia quienes trabajo y recursos o, como mucho, hacia quienes pasan ciertas dificultades para llegar a final de mes.

P: ¿El perfil del pobre no ha cambiado?

R: Sí, también. El pobre de hace 17 años el económico, que no tenía recursos y vívía de la caridad de la Iglesia, pero que tenía cierta dignidad. La pobreza estaba vinculada al campo y a los pueblos, donde en el peor de los casos había redes sociales, familiares o comunitarias donde se sentían un poco más amparados. Eran pobres, a veces de solemnidad, pero ahora estamos presenciando procesos de exclusión que incluyen la desestructuración y la destrucción de las personas y los lazos familiares. Ahora hablamos de los inmigrantes irregulares y de las personas mayores, sobre todo mujeres, solas y sin recursos. Lo peor de todo es que no vemos que en ese ámbito se progrese, ni siquiera un poquito.

P: Llegamos al ámbito de la política. ¿Es partidario de que las organizaciones no gubernamentales apoyen a algún partido político o de que se mantengan al margen de los procesos electorales?


R: Las oenegés y la nuestra en particular no debe pronunciarse para pedir el voto para ninguna opción política.

P: ¿Porque ninguna les convence del todo?

R: No, por que debemos jugar un papel distinto que nos permita plantear lo que queramos con independencia del partido o el gobierno al que tengamos que dirigirnos. Eso no quiere decir que los miembros no tengan opciones políticas o militen, aunque en nuestro caso está vetado que los dirigentes sean cargos públicos al mismo tiempo. Lógicamente simpatizamos con las políticas progresistas que sirven para resolver los problemas sociales y avanzar en los Derechos Humanos, y nos parece positivo que el PSOE haya impulsado la ley de matrimonios homosexuales, la lucha contra la discriminación sexual, por la igualdad de las mujeres… También es lógico que denunciemos cosas como la guerra de Irak, pero que simpaticemos o no con ciertas cosas no quiere decir que lo hagamos con todas y que aceptemos cosas como las políticas migratorias o penitenciarias.

Oenegé y ‘oxigé’

P: Sobre las oenegé pesa actualmente, pese a lo que dice, cierto velo de sospecha sobre su trabajo y sus intereses reales. ¿A qué lo atribuye?


R: El problema es que usamos términos cuya definición es poco clara. ¿Qué significa ‘oenegé’? ¿Qué no es del Gobierno? Hay muchas cosas que no son del Gobierno y el término oenegé sirve para un roto y para un descosidos: para organizaciones muy conscientes de los problemas, de cómo trabajar y de cómo luchar para resolverlos, muy pegadas a la realidad social y muy independientes en sus planteamientos, y otras que son supeditaciones del poder político. Son las ‘oxigé’, que viven de las subvenciones y su única perspectiva es estar en el poder para sacar más dinero. No es justo meternos a todo en el mismo saco.

P: ¿Cómo se ha vacunado la APDHA para no ser una ‘oxigé’? ¿Cómo se financia la asociación?


R: Con mucha vigilancia de nuestros planteamientos y mucha transparencia. Nosotros no vivimos fundamentalmente de las subvenciones porque es muy importante el papel del voluntariado y el militante que paga sus cuotas, aunque no renunciamos a las ayudas porque ese dinero no es del gobierno, sino de todos nosotros, y no tiene mejor destino que dárselo a una oenegé para realizar una buena labor. Lo que no hacemos nosotros es acudir a subvenciones condicionadas políticamente, y todos sabemos lo que quiere decir eso, aunque muchas veces no sea explícito el condicionante. No obstante, a veces sí lo es, y con algún presidente de Diputación provincial andaluza lo hemos sufrido. La APDHA accede a subvenciones, pero no acepta todo lo que digan los políticos a partir de ese momento ni se convierte en su correa de transmisión.

P: Mientras ha permanecido como coordinador general de la asociación ha vivido buena parte del boom de la inmigración irregular en Ceuta. ¿Cómo lo ha visto desde el otro lado del Estrecho, especialmente la reacción de la sociedad local?


R: He estado pendiente pero no puedo decir que sea un experto en el Ceuta, aunque a partir de los sucesos de 2005 en Ceuta hemos dedicado muchos esfuerzos al tema de los subsaharianos en Marruecos y más al sur. En el juicio por las expulsiones ilegales de menores marroquíes hemos oído que la sociedad ceutí, a finales de los noventa, respaldaba las medidas que se adoptaban contra ellos. Cada vez que he venido aquí he percibido cierta contradicción en esta sociedad al decir que somos España y al mismo tiempo excepción, como si aquí hubiera que abrir un paréntesis en la aplicación de las leyes, y eso no es posible, aunque sea cierto que las políticas migratorias que hay que aplicar en Ceuta y en Extremadura no deben ser las mismas. Ceuta ha pasado los sucesos de El Ángulo, de Calamocarro… Se han vivido muchos miedos y muchos recelos y se han aceptado medidas que rozaban la legalidad con independencia de que legalmente fueran atrocidades, pero percibo que eso poco a poco ha ido cambiando: las políticas que se han aplicado han dado sus frutos y la conciencia democrática se ha extendido, y mucho me temo que con los sucesos de 2005 en Melilla la reacción negativa hacia los inmigrantes fue más fuerte que en Ceuta, aunque siempre menor que en los años noventa.

P: Vivmos meses de aparente tranquilidad en el drama migratorio en Ceuta. ¿Cree que durará?


R: Tengo la sensación, y ojalá me equivoque, de que los flujos migratorios por el Estrecho hacia Andalucía volverán a reactivarse. África es una olla a presión y aunque pongamos un parche aquí sale por otro lado. El Gobierno está intentado poner una tapadera a todo, pero las tapaderas se resquebrajan y lo que no pasa por un lado pasa por otro. Cuando se implantó el SIVE en Cádiz primero hubo un intento de entrar en Ceuta hasta 2005; los flujos se trasladaron entonces a Canarias, pero allí se ha colocado otro parche, el Frontex, y los inmigrantes se están desviando hacia Malta e Italia a través del desierto del Níger, donde decenas y decenas de personas han perdido la vida en condiciones terribles.

La vigilancia marroquí

P: Una ruta demasiado difícil


R: Todas las rutas se están complicando, y ante eso los inmigrantes se lanzan a la desesperada: si cuelo, cuelo. En lo que llevamos de año Cádiz ha visto cómo se reactivaba enormemente la llegada de pateras a sus costas con un resultado trágico: mientras que el año pasado apenas hubo muertos en Andalucía este año llevamos doce, a los que hay que sumar los dos cadáveres aparecidos en Ceuta. Además Marruecos ha rebajado su vigilancia tras el incidente con los Reyes.

P: ¿La APDHA tiene constancia de ello?


R: En Marruecos puede haber al menos 18.000 subsaharianos en una situación insostenible, perseguidos, sin protección del ACNUR y sin perspectivas. Cuando se lleva dos años atrapado la única salida es tirar hacia delante. Desde 2005 hasta ahora la solidaridad de las organizaciones marroquíes ha crecido mucho y es verdad que los subsaharianos están volviendo de las ciudades hacia el norte, pero hasta donde yo sé el entorno de Ceuta y Melilla sigue siendo un campamento militar, pero está habiendo una relajación de la vigilancia marroquí, que adoptó un papel de gendarme fronterizo a merced de un gobierno tan antidemocrático, corrupto y sin escrúpulos que utiliza la inmigración como arma política para negociar con España. En ese contexto el inmigrante se plantea entrar como sea y, si entra, correr.

P: ¿Cuánto sale cruzar el Estrecho actualmente?


R: Los precios están bajando. Ir desde Senegal a Canarias cuesta entre 1.500 y 2.000 euros, pero en el Estrecho por 800 euros te entra el viaje, sobre todo porque además están volviendo las pateras de madera de toda la vida, nada marineras, con motores de 25 caballos. Todo está relacionado.

P: ¿Las nuevas leyes de inmigración del PSOE han servido para algo?


R: Estas leyes no sirven para gestionar la inmigración, sino para rechazar a los inmigrantes. Están pensadas con la óptica de la seguridad y no con la de gestionar los flujos migratorios de forma que las personas puedan ejercer libremente su derecho a emigrar ni para que se integren los que ya están en España porque todo son dificultades: para la reagrupación familiar, para trabajar, para regularizarse, para el arraigo… Mucha gente que está clandestina en España no ha entrado en nuestro país irregularmente. Estamos otra vez como antes de la última regularización, con cientos de miles de inmigrantes virtualmente excluidos de la sociedad, en un círculo vicioso que la legislación no contribuye a resolver.
 

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