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sucesos - LUNES, 11 DE FEBRERO DE 2008


inspección de la benemérita. archivo.

informe
 

Unos 2.000 menores marroquíes están a la espera de huir del país

Así lo indica un informe de Unicef hecho público recientemente que revela además el peligro al que se enfrentan estos candidatos a la inmigración ilegal
 

CEUTA
Antonio Gómez

local
@elpueblodeceuta.com

El último informe de la ONU sobre la situación de la infancia en Marruecos cifra en unos 2.000 los menores de edad que esperan en Tánger para cruzar el Estrecho como inmigrantes irregulares. Se les conoce como niños de la calle y para llegar a Europa viajan en los bajos de los camiones o como polizones en los barcos, poniendo en grave peligro sus vidas. El informe alerta especialmente de estas situaciones como consecuecia de la desestructuración familiar que existe entre la clase más humilde.

Según este infome, es una imagen habitual en las calles de Tánger ver niños colgados de la trasera de un trailer cuyo destino es Europa. Su táctica consiste en pegarse al camión hasta que en un semáforo puedan esconderse en los huecos del chasis. Son menores indocumentados, que malviven en las calles tangerinas en condiciones infrahumanas. UNICEF calcula su número en unos 2.000.  

 La última muerte de la inmigración por el intento de escapar a Europa, el martes pasado en Ceuta, cuando un joven falleció aplastado por las ruedas del vehículo donde se escondía. El peligro es evidente. Cuando el camión se detiene, grupos de seis o siete niños lo asaltan. Sólo disponen de segundos, compitiendo entre ellos por un hueco donde agarrarse. Seguimos a este trailer hasta la entrada el puerto. Han pasado y se jugarán la vida, porque con las horas las fuerzas fallan y podrían caerse en un bache o una curva. Advertimos a la policía de su presencia para evitarles un peligro mayor. Minutos después, son expulsados del puerto. Mañana lo intentarán de nuevo.   Los que no consiguen un camión prueban suerte como polizones en barcos. Entrar en el recinto portuario ya es difícil: saltan los muros exteriores o se descuelgan por taludes de roca. La vigilancia es intensa, hay un policía marroquí casi cada veinte metros. Vemos una versión dramática del juego del escondite. Algunos consiguen pasar. La mayoría son detectados en la frontera por la policía española, que les da comida, ropa limpia y cama por una noche. A la mañana siguiente serán expulsados a Marruecos y el círculo vicioso continuará.
 

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