El último informe de la ONU sobre la situación de la
infancia en Marruecos cifra en unos 2.000 los menores de
edad que esperan en Tánger para cruzar el Estrecho como
inmigrantes irregulares. Se les conoce como niños de la
calle y para llegar a Europa viajan en los bajos de los
camiones o como polizones en los barcos, poniendo en grave
peligro sus vidas. El informe alerta especialmente de estas
situaciones como consecuecia de la desestructuración
familiar que existe entre la clase más humilde.
Según este infome, es una imagen habitual en las calles de
Tánger ver niños colgados de la trasera de un trailer cuyo
destino es Europa. Su táctica consiste en pegarse al camión
hasta que en un semáforo puedan esconderse en los huecos del
chasis. Son menores indocumentados, que malviven en las
calles tangerinas en condiciones infrahumanas. UNICEF
calcula su número en unos 2.000.
La última muerte de la inmigración por el intento de
escapar a Europa, el martes pasado en Ceuta, cuando un joven
falleció aplastado por las ruedas del vehículo donde se
escondía. El peligro es evidente. Cuando el camión se
detiene, grupos de seis o siete niños lo asaltan. Sólo
disponen de segundos, compitiendo entre ellos por un hueco
donde agarrarse. Seguimos a este trailer hasta la entrada el
puerto. Han pasado y se jugarán la vida, porque con las
horas las fuerzas fallan y podrían caerse en un bache o una
curva. Advertimos a la policía de su presencia para
evitarles un peligro mayor. Minutos después, son expulsados
del puerto. Mañana lo intentarán de nuevo. Los que no
consiguen un camión prueban suerte como polizones en barcos.
Entrar en el recinto portuario ya es difícil: saltan los
muros exteriores o se descuelgan por taludes de roca. La
vigilancia es intensa, hay un policía marroquí casi cada
veinte metros. Vemos una versión dramática del juego del
escondite. Algunos consiguen pasar. La mayoría son
detectados en la frontera por la policía española, que les
da comida, ropa limpia y cama por una noche. A la mañana
siguiente serán expulsados a Marruecos y el círculo vicioso
continuará.
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