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sociedad - LUNES, 11 DE FEBRERO DE 2008


miembro de la policia nacional. fdz.

Plan Director Mejora Convivencia Escolar
 

Mirar hacia otro lado
no es la solución

La Policía Nacional, dentro del Plan Director para la Mejora de la Convivencia y la Seguridad Escolar, informa a los estudiantes que la mejor opcion ante un caso de ‘bullying’ es dar parte de ello a padres o profesores
 

CEUTA
David F. Pascual

local
@elpueblodeceuta.com

El colegio puede ser el lugar donde un estudiante puede pasar los mejores momentos de su vida o, por el contrario, estar inmerso en una situación que más bien pudiera semejarse al infierno. Desgraciadamente los casos de acoso escolar han pasado de la anécdota a la categoría hasta el punto de llegar a provocar suicidios por parte de algunos menores. Otras problemáticas como las bandas juveniles, las drogas y los peligros de internet también acechan a los más pequeños durante su etapa educativa. Pues bien, para combatir estos males y para proporcionar información a los propios escolares los ministerios de Educación e Interior coordinan una iniciativa nacional pionera que funciona en Ceuta desde hace unas semanas bajo el título de Plan Director para la Mejora de la Convivencia y la Seguridad en los centros. Los alumnos de la ESO de los seis institutos de la ciudad están siendo los primeros en asistir a las charlas que, sobre estas temáticas, estan impartiendo especialistas de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

La agresividad. Este instinto humano es uno de los factores, sino el principal, que actúa en el individuo que protagoniza los casos de acoso escolar o bullying. Este último término ha ganado mucho peso informativo en los últimos años y viene a usarse como sinónimo del acoso escolar. El especialista de la Policía Nacional, licenciado en Psicología, que impartía la charla a los estudiantes de segundo de la ESO en el Instituto Almina explicó a su público el origen del término: “La palabra bullying tiene sólo diez años de vida y fue acuñada por un psicólogo noruego. La raíz procede de la voz inglesa ‘bully’, que significa matón”. La matización hecha por este para completar la información de los escolares es que un caso aislado de insulto, difamación, amenazas o golpes de un alumno contra otro no puede considerarse acoso o bullying “tienen que ser acciones continuadas”.

La víctima, el agresor y los espectadores son los tres actores que intervienen en los casos de acoso escolar. De ellos, los últimos son “los más importantes porque pueden cortar de raíz ese tipo de acciones alertando a los mayores”, precisó el representante del cuerpo policial. Mientras este pronunciaba estas palabras uno de los escolares interrumpió para preguntar: “Y qué pasa si no hay nadie viéndolo”. La respuesta del adulto fue ipsofacta: “Es muy difícil que no haya alguien que no se entere de este tipo de sucesos, ya sea por ser testigo de ellos o por que se lo han contado, y en cualquiera de los casos la opción que tienen que tomar es la de ponerlo en conocimiento de profesores, orientadores, padres o la propia Policía”.

En el mundo de los niños, contar algo que se supone es propio de ellos a los adultos está siempre relacionado con la acción de chivarse. Así lo manifestó uno de los estudiantes que atendía la explicación del policía. Este, rápido y certero aseveró: “Nunca un adulto serio y responsable acusaría a un menor de chivato por denunciar un acto como ese. No tengáis ninguna duda”.

Una vez ha quedado claro que la vía “esencial” es comunicar el suceso, el conferenciante informó a la chavalería de las opciones existentes, aparte del cara a cara con el adulto. Los teléfonos son siempre muy socorridos y para estos casos hay varios: Cruz Roja (902-222-292), la Línea del Menor (900-202-010).

Causantes de la agresividad

Volviendo al germen del acoso escolar, la agresividad del individuo, esta puede ser innata o adquirida. El psicólogo y policía enumeró algunos de los factores que provocan la agresividad en el menor. Algunos de ellos son: la competitividad propia de la sociedad, la violencia que transmiten los medios de comunicación, los factores biológicos y los estilos de educación. Este fue uno de los momentos en los que hubo una mayor interlocución entre adolescentes y adultos. Siguiendo en la línea de la violencia transmitida por los medios de comunicación, el conferenciante quiso comprobar su hipótesis de partida, que la agresividad vende. No hubo que ir mas lejos, a la cartelera de cine. “Rambo es agresividad pura. El ‘tío’ se carga a 300 birmanos y le revienta los sesos a alguno en concreto pero como son malos pues cuantos más, mejor”, concluyó. Los estudiantes no le andaron a la zaga y empezaron a comentar la película. La violencia que muestra no les pareció un factor aversivo, irían a verla.

“El resultado de todo es la normalización de la violencia”, resumió. Cuando uno se encuentra todos los días y a casi todas las horas con actos explícitos o implícitos de violencia al final estos actos, cuando se viven en carne propia, tienden a perder todo el impacto que realmente poseen. “La pérdida de sensibilidad es capital para el desarrollo del bullying”, sentenció.

La infancia es la edad en la que el ser humano se forma como persona en el futuro, por lo que los hábitos adquiridos durante este periodo se perpetúan durante la etapa adulta, advirtió el psicólogo a los estudiantes. Fue en este momento en el que este buscó su complicidad en forma de pregunta: “¿Como será de adulto un niño que ha dado rienda suelta a su agresividad de pequeño?” pues “violento” contestaron. Fue esta la muestra de que habían cogido el mensaje.

Penas por agresión

Este fue el capítulo en el que el agente de la autoridad menos se paró, sin embargo sí hizo hincapié en algunos aspectos. Este recalcó a los menores que “cualquier agresión genera responsabilidades”. Así, hecha la salvedad de si estas se producen en edad infantil o adulta, el conferenciante precisó algunas de las penas. Un puñetazo con lesiones de menor a menor puede ser castigada con un año de internamiento en un reformatorio. Mientras, en el caso de tratarse de un adulto, el lugar de cumplimiento de la pena pasa a ser la cárcel y el tiempo, alrededor de los tres años.

Como no podían ser todo cosas malas, el agente ofreció a los alumnos algunas opciones para canalizar la agresividad del ser humano. “Ya sé que os reiréis pero no tiene ninguna gracia. Esta científicamente probado que la agresividad se libera haciendo deporte, ejercicio físico o realizando actos de ayuda a la comunidad”, afirmó.

La conferencia finalizó con un gran aplauso para los policías. Estos manifestaron estar “gratamente sorprendidos” por la atención y aceptación de los estudiantes.
 

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