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sociedad - LUNES, 11 DE FEBRERO DE 2008


Un M 24 del Grupo de Caballería. cedida.

Conflicto de Sidi-Ifni
 

Siguiendo el rastro de
los últimos de Ifni

Antonio Herrero, detective privado y
periodista, ha consagrado más de un tercio de su vida a investigar sobre la guerra que enfrentó a España y Marruecos en Sidi-Ifni, que cumple este año su 50 aniversario
 

CEUTA
Sergio Cobos

local
@elpueblodeceuta.com

La Historia que se forja con la sangre de la guerra no siempre llega a los libros con la misma claridad con la que se viven los enfrentamientos en primera línea. Estudiando de cerca la literatura bélica, puede verse que, en ocasiones, los acontecimientos son narrados desde el punto de vista de los vencedores, y que la memoria de los vencidos queda condenada al olvido o, en el caso de los soldados españoles apostados en Sidi Ifni a mediados del siglo pasado, a la más absoluta indiferencia cuando ahora se cumple el 50 aniversario de este conflicto.

Antonio Herrero Andreu, detective privado, exguardia civil y periodista, lleva indagando “unos 23 años en este lugar y fecha concretas” para reavivar el recuerdo de “los caídos de la vida y la memoria” en Ifni, antigua colonia española situada en la cornisa atlántica de Marruecos a la altura de las islas Canarias y a unos 200 kilómetros de la turística Agadir. Lleva a cabo esta empresa por dos motivos fundamentales: por un lado, porque no considera que se trate de “una guerra de guerrilla secreta”, como se ha calificado a este conflicto en numerosas publicaciones. Por otro lado, porque él “quería estar allí”, pero no le dejaron. “En el año 57, cuando estalla la guerra, yo le dirijo una carta al comandante de la Segunda Bandera de Paracaidistas, el teniente general Tomás Pallasierra, que murió hace tres años”. En la misiva, Herrero solicita alistarse en la Bandera Paracaidista con destino a la guerra de Ifni. Pocos días más tarde, obtiene una contestación: no podía ir porque “tenía 20 años y estaba alistado en caja”. Según la Ley de Reclutamiento y Reemplazamiento militar, para elegir un destino donde realizar el servicio, antes debía esperarse el sorteo de destino, jurar bandera en el emplazamiento y, acto seguido, solicitar el traslado. Cuando por fin Antonio pudo elegir Ifni como lugar de destino, la guerra allí ya había acabado. “Cuando llegué era mayo del 58 y allí no había nada”.

El clamor de la batalla

“Los primeros disparos se escucharon a las seis menos veinte de la madrugada del 23 de noviembre de 1957, momento en que comenzó el ataque a los puestos de interior por parte del Ejército de Liberación Marroquí”. Los primeros en responder al ataque fueron las compañías de fusiles de Tiradores de Ifni, desplegados por los territorios del África Occidental Española de la siguiente forma: “la compañía número once, al mando del capitán Daniel Paradela Varela, tenía el puesto de Tiugsa o Tagagra, en la región del mismo nombre; la 12ª Compañía se encontraba en el puesto de Telata de Sbuia, al mando del capitán Niceto Llorente Sanz y la 13ª Compañía estaba localizada en el puesto de T´Zenin, al mando del capitán Valeriando Hernández Martín. “Pasada la madrugada de ese fatídico 23 de noviembre, en el suelo había 18 muertos, 31 soldados habían desaparecido y había más de 100 heridos”, comenta Herrero citando la relación de bajas escrita en un documento de la Tercera Sección del Estado Mayor de la Capitanía General de Canarias, con fecha del 21 de mayo de 1968.

“Se trataba de soldados españoles de reemplazo, con pocos conocimientos y que no podían imaginar, ni de lejos, lo que significaba enfrentarse a una guerra”, asevera. Esa madrugada auguraba un conflicto que no había más que empezar y que se prolongó hasta junio de 1958 aunque, “según una nota del Ministerio del Ejército, la guerra terminó oficialmente en marzo del 58”, apuntó Antonio Herrero. Pero hay motivos para pensar que el duelo continuó hasta entrado el verano: “en agosto del año 58 cayó un avión en acción de guerra. Estaba pilotado por un capitán del Ejército del Aire, que operaba en El Aiún”, afirma Herrero.

Desde Ceuta salieron dos unidades destacadas a Ifni, a las cuales el historiador les trata de seguir la pista. Se trata de una compañía expedicionaria de Sanidad de Ceuta y un cabo de Regulares del Grupo de Infantería de Regulares número Tres. Tiene la certeza de que la primera de ellas salió de la ciudad caballa rumbo al hospital de Ifni en diciembre de 1957. Fueron para “reforzar las tareas en el hospital”. Y es que, según el citado documento de la Tercera Sección del Estado Mayor de la Capitanía General de Canarias, fechado en junio del año 58, las bajas mortales durante la guerra de Ifni-Sáhara fueron 154 en acción de guerra, mientras que los heridos rozan los 500 y desparecieron 54, “de los cuales hay que descontar 40, que fueron prisioneros de Marruecos, que fueron liberados por Rabat en presencia de Hassan II y Mohamed V, en el Palacio Real ante el embajador de España en Marruecos en mayo del año 59”. Desde Rabat los llevaron a Ceuta. Entre estas cuarenta personas había tres mujeres, dos niños, un cabo de Guardia Civil y dos fareros -vigilantes- y un conductor de camión. El resto de los liberados eran militares.

Silencio

El silencio que el régimen obliga a mantener al Ejército sobre informaciones relativas a la guerra es algo lógico, ya que “nadie quiere enseñar las cartas al enemigo diciendo dónde hay un puesto de control”. Pero Herrero denuncia que hoy, casi 50 años más tarde, el Ministerio de Defensa deja esa información cogiendo polvo en los cajones en vez de compartirlos con la Historia. Asegura que, para conseguir una imagen del comandante navarro Luis Navarrea ha tenido que esperar “más de 21 años” y que “han tenido que pasar otros tantos para conseguir una respuesta oficial sobre la existencia de la guerra en Sidi-Ifni”.
 


El proyecto ‘Gran Marruecos’ proyectó la
recuperación de Ceuta y Melilla en 1957

El Ejército de Liberación Marroquí fue un movimiento guerrillero creado en febrero de 1944 formado por una agrupación africana de diversa idiosincrasia: rifeños, berebéres, árabes de los populosos barrios de las ciudades marroquíes, y ocupantes del Atlas, unidos por el objetivo común de poner fin al colonialismo, primero francés y, poco más tarde, español. A principios de abril de 1956, España y Francia liberan al país alaui del protectorado, dejando estos territorios bajo el gobierno del rey Mohamed V, que no tarda en viajar a Madrid para exigir a Franco las tierras de Ifni y Tarfaya, a lo que se negó el caudillo de forma rotunda. Pero el proyecto del ‘Gran Marruecos’, teoría sobre la “recuperación” de los territorios de Ifni, el Sahara español, Ceuta y Melilla, siguió adelante.
 

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