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                     En Diálogo secreto, una obra de 
					Antonio Buero Vallejo, el personaje principal es un 
					crítico de arte, lo que le hace decir al autor lo siguiente: 
					“Como a todos, a ti (crítico de arte) te mueven tus 
					prejuicios y tus antipatías. O tus simpatías. Por eso es tan 
					difícil criticar”. 
					 
					Es evidente, por tanto, que los críticos están siempre 
					expuestos a ganarse la animadversión de quienes se sienten 
					ofendidos por sus palabras y predicaciones. Pocos son los 
					profesionales, de cualquier actividad, dispuestos a aceptar 
					de buen grado lo que de ellos hayan podido decir quienes 
					ejercen como opinantes.  
					 
					Lo primero que se le ocurre pensar al enjuiciado, si la 
					crítica no le favorece, es que el crítico la tiene tomada 
					con él; luego, tratará de poner en tela de juicio los 
					conocimientos que adornan a la persona que se ha atrevido a 
					airear sus puntos débiles. Y, llegado al caso, intentará 
					denigrarle por otros medios que nada tengan que ver con el 
					asunto que se dilucida entre profesionales.  
					 
					Creo que fue Ortega y Gasset quien hizo una defensa 
					cerrada de los críticos y vino a decir, más o menos, que por 
					poco que sepan siempre sabrán más del asunto analizado que 
					cualquier aficionado. Y si lo decía él... Aunque en lo 
					tocante al fútbol, por ejemplo, yo he sido testigo de cómo 
					algunos aficionados han diagnosticado los males de cualquier 
					equipo con más lucidez que ciertos profesionales. No han 
					sido muchos, pero han existido. Y seguirá habiéndolos.  
					 
					A la crítica le temen los artistas como los conejos a los 
					hurones. Incluso quienes dicen que se las pasan por el sitio 
					donde los testes reposan. Y cuando hablamos de artistas 
					metemos en el mismo saco a todas las personas que actúan 
					ante un público y cobran por lo que hacen. Los 
					profesionales, por más que digan lo contrario, lo primero 
					que hacen después de cada actuación es esperar con 
					nerviosismo e interés el poder acceder a las distintas 
					opiniones que se hayan emitido sobre ellos.  
					 
					Yo he presenciado, durante muchos años, cómo profesionales 
					convencidos de que habían “pegado un petardo”, y se 
					lamentaban de las funestas consecuencias que su mala 
					actuación le había acarreado al equipo, cambiaban de 
					parecer, total y absolutamente, si oían comentarios que no 
					sólo ocultaban su mal día, sino que además eran bien 
					calificados. A mí me fascinaba, y me sigue fascinando, el 
					poder que tenemos los humanos de creernos, a pie juntillas, 
					lo que digan otros, siempre y cuando se pongan de nuestra 
					parte. Si es así, aunque la crítica esté hecha por un 
					mindundi cualquiera, la aceptamos como si el sujeto que se 
					expresa fuera un dechado de conocimientos y de talento. 
					 
					La Asociación Deportiva Ceuta lleva muchos años, incluyo 
					hasta los triunfales, sin ser sometida a las opiniones de 
					especialistas capaces de descubrir durante el transcurso del 
					juego cuáles son los puntos fuertes del conjunto y cuáles 
					los débiles. No bastan las crónicas donde se repitan los 
					mismos tópicos cada semana. Por más que sea conveniente 
					relatar las incidencias del partido. Y semejante carencia, 
					créanme, perjudica más que beneficia a la entidad. En este 
					caso, y tratándose de un deporte del que todo el mundo se 
					cree capacitado para opinar, los especialistas tendrían que 
					cumplir con un requisito primordial: conocer el camino y 
					saber conducir el coche.  
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