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sociedad - MIÉRCOLES, 20 DE FEBRERO DE 2008


Gianluigi Signori y Luis Cachaldora. ep.

reportaje
 

“La gente nos confunde
con una ONG”

Gianluigi Signori y Luis Cachaldora
participan estos días en la Semana de Animación Misionera que se
está desarrollando por iniciativa
de la Vicaría General
 

CEUTA
Rober Gómez

local
@elpueblodeceuta.com

LA gente nos confunde con una ONG”, dice Luis Cachaldora, uno de los dos evangelizadores –el otro es el italiano Gianluigi Signori– que participan estos días en la Semana de animación misionera que organiza en la ciudad autónoma de Ceuta la Vicaría General. Y no es eso. Es que “creemos en una persona que nació hace 2.000 años y su mensaje”; esto es, no hagas al prójimo lo que lo que no deseas que te hagan.

Por esa razón, estos dos creyentes –que esta tarde (20:30 horas) dan en la Iglesia de Santa María una charla sobre sus experiencias misioneras– se han liado la manta a la cabeza y suman entre los dos 25 años por Sudamérica y África haciendo el bien.

“He trabajado 21 años en Camerún, Chad y Burundi”, declara el misionero javeriano Gigi Signori, mientras que Cachaldora, de la Congregación del Espíritu Santo, ha visitado Perú y Camerún y llega a Ceuta para “animar a la gente con la misión que todo cristiano debe continuar, la que Jesús emprendió”.

“Venimos a compartir toda la experiencia que tenemos de las misiones en las que hemos vivido”, afirma Cachaldora, pero a partir de ahí pueden surgir todo tipo de posibilidades: “Desde alguien que te dice que quiere vivir la misma vida que llevamos los misioneros a otros que quieran colaborar de cualquier otra forma con la labor que hacemos en estos países”.

Por su parte, Signori no diría que hace falta alguna cualidad especial para hacerse misionero. “Somos personas totalmente ordinarias”, manifiesta, tal vez “ser sensible y saber que el mundo no se acaba ni contigo ni detrás de tu puerta”.

“Creemos que el Evangelio puede decir algo a este mundo”, expone el misionero italiano, quien explica que en las parroquias de los países africanos en las que ha estado, además de evangelizar, “ayudamos un poco en todos los temas que tienen que ver con el desarrollo, la escolaridad, la sanidad...”.

Por ejemplo, Signori evoca su paso por un momento traumático de la historia del pequeño país de Burundi, en los años de la postguerra civil que provocó un enfrentamiento a muerte entre dos etnias. “Pasé nueve años en un centro de jóvenes tratando de abrir un diálogo entre las facciones enfrentadas”, declara.

El misionero transalpino no quiere entrar en detalles sobre la guerra racial que azotó Burundi y Ruanda, porque, según dice, “todo el mundo sabe las barbaridades que se cometieron”. Lo que es importante, añade Signori, “es que hay gente en esos países que quiere salir adelante” y recordó como hacerles participar en un partido de fútbol, ver una película juntos u organizar un concierto ayudaba a abrir puertas y reunir a gente que estaba dividida por la guerra.

“Te sorprende a veces la capacidad de la gente para reaccionar o empezar de nuevo”, indica, y se muestra optimista con el futuro de Burundi: “Es un país que parece que ha cerrado uno de los capítulos más complicados de su historia”, si bien advierte que “las cosas no se resuelven de un día para otro”.

Signori, que vivió el genocidio en Ruanda desde Burundi, opina que “la Organización de Naciones Unidas llegó un poco tarde”, una crítica extendida con la que la ONU parece que tendrá que convivir.

Por su parte, Cachaldora, que tiene experiencia misionera en Latinoamérica y África– lamentó la situación de desigualdad entre el hemisferio norte y el sur. “Sudamérica es un continente que sufre por la miseria”, indicó, pero “quizás en África se dé, por las condiciones climáticas, una situación más dura todavía”.

“Son dos continentes que sufren mucho”, apostilló el misionero de la Congregación del Espíritu Santo mientras su compañero javeriano asentía con la cabeza.
 

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