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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando uno se dedicaba al asunto ese del mundo del espectáculo, que tantas buenas amistades y satisfacciones me proporcionó, recuerdo con un extraordinario cariño aquellas poesías, de Rafael de León, que tantas y tantas noches recité y que me dieron un gran prestigio como rapsoda.

Me viene, en estos momentos, a la memoria la titulada “Profecía” y, de ella, una parte en la que dice: “…es una cosa rara que tienen los de mi quinta, que en cuanto ven una cara, ya no se les despinta”. Y es que, recordando esto, tengo presente la cantidad de “caras” que hay en esta tierra nuestra, y que, jamás, se me van despintar.

Seria poco menos que imposible que se me despintasen algunas de esas “caras”, porque las tengo tan grabadas en el disco duro del mejor ordenador del mundo, el cerebro, Las tengo tan grabas que cuando mentalmente hago un repaso, de la mismas, acuden con toda fidelidad como si de la mejor fotografía se tratase.

Las tengo clasificadas por los méritos contraídos a lo largo de cada una y todas su actuaciones. A veces, cuando me cruzo por nuestras calles con algunas de ellas, me es imposible no sonreír y pensar, cómo estará engañando a aquellas personas con las que se han parado a charlar y contarle todas esas mentiras en las que, sin duda alguna, son auténticos maestros. Todas esas “caras” están siempre de carnaval porque, jamás, se les caerá la careta tras la que ocultan sus verdaderos rostros.

Pienso en esas caras escondidas detrás de las caretas que ocultan sus verdaderos rostros cuando, un día no muy lejano, se marchen de esta tierra que les ha dado lo que nunca se podían imaginar. al llegar a la bocana haciéndonos el consabido corte de mangas, mientras ríen para sus adentros, pensando todo lo que se llevan de una tierra a la que sólo quisieron para sacarle el máximo provecho para su propio beneficio.

Y me acuerdo, para desgracia nuestra, de todos aquellos hijos de ella, que con más conocimientos que los adoptados, tuvieron que marcharse para buscar un puesto de trabajo porque aquí, en la tierra donde sus madres los parieron, le negábamos el pan y la sal, por muy inteligentes que fuesen.

Ejemplo de ceutíes que tuvieron que marcharse de su tierra, buscando un puesto de trabajo y que, triunfaron allá donde fueron, podríamos hacer una lista interminable. La misma lista que podríamos hacer con todos aquellos que nos llegaron, sin tener méritos alguno, a los que les dimos buenos puestos de trabajo ganando una pasta gansa.

Ahora, eso sí, cuando un hijo de esta tierra triunfa, por méritos propios fuera de ella, enseguida sacamos pecho diciendo, a todos los que nos quieran oír, es de Ceuta. La pregunta qué nos deberíamos hacer, en ese asunto es, qué hemos hecho por ellos. La repuesta es muy simple, nada.

Y las caras, esas caras que no se me pueden despintar, seguirán esperando el momento de marcharse a la Península, prestos a hacernos el corte de mangas y reírse de todos nosotros, llevándose una buena pasta gansa, con la que tendrán para vivir, como jamás soñaron en su vida, gracias a este pueblo.
 

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