PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE FEBRERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Perros rabiosos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Decía Heine –poeta alemán-: “Si encuentras enojosas y pesadas las necedades que te ofrezco, consuélate pensando en mí, que he tenido que escribirlas todas”. La cita le viene que ni pintiparada a Juan Luis Aróstegui. Una criatura sumamente pesada y aburrida. Un tostón de hombre. Una persona plúmbea. Un muchacho convencido de que los ciudadanos de Ceuta están desaprovechando sus extraordinarios conocimientos e ignorando el enorme caletre que posee.

De ahí que lleve muchos años viviendo en un estado de permanente insatisfacción. Debido al desajuste entre la alta concepción de sí que tiene y sus condiciones reales. Bien mirado, Aróstegui sería digno de compasión si no fuera porque uno sabe lo que sabe y que no es poco ni agradable. Pero cualquiera se atreve a insinuar lo más mínimo. Pues el prenda se ha aprendido de memoria el camino de los juzgados.

De momento, el candidato al Senado por el PSPC ha aireado que denunciará a la Ciudad por el ‘pelotazo’ del Mercado. Por cierto, se han dado cuenta ustedes de qué modo Aróstegui no puede vivir sin ser noticia todos los días. Sabedor de que durante la temporada de la campaña electoral él quedaría en segundo plano, no ha tenido el menor inconveniente en participar en las elecciones. A sabiendas de que no será votado ni por mi estimada Flor Garrido.

Aróstegui tiene a Juan Vivas metido entre ceja y ceja. Está obsesionado con él. Porque, de tanto tratarle durante los años en que fue concejal de Hacienda, nunca pudo imaginar que el funcionario a quien tachaba de gris y del que se burlaba por detrás con su amigo Manolo González Bolorino, pudiera llegar a ser el político más admirado en esta tierra. He dicho muchas veces, pues me precio de conocer a las personas, que el secretario de política municipal de un partido extraparlamentario, es un hombre disminuido por la envidia que le profesa al presidente de la Ciudad.

Debe de ser terrible levantarse cada mañana y pensar que el sitio soñado por uno, desde hace ya bastantes años, está ocupado por alguien a quien se considera un advenedizo. Y encima, como si no fuera ya bastante carga, resulta que esa persona, que uno cree que se ha introducido en un ambiente superior al que le pertenece, sigue manteniendo su prestigio y el afecto de innumerables ciudadanos. No me extraña, pues, que Aróstegui esté sufriendo lo indecible por cuanto de bueno le vaya sucediendo a Vivas. Aunque conviene aclarar cuanto antes que si bien la envidia es la fuerza que obliga al Rasputín de provincias, o sea, Aróstegui, a mostrarse compulsivo, existen también oscuros intereses que lo han convertido en el brazo armado de varios señores que decidieron convertir en leyes ciertas costumbres crematísticas.

Por tal motivo, resulta lamentable cuando al iluminado del PSPC se le ocurre criticar a la prensa sometida, según él, a las directrices de Vivas. Olvidándose el muy... egocéntrico de que escribe en un medio atiborrado de publicidad institucional por el poder que él tanto detesta. Aróstegui es el mejor defensor de esos riquitos que han estado siempre al acecho de llenar la faltriquera con dineros públicos. Tipos que no soportan la competencia. Son los mismos que, cuando se sienten a gustito, proclaman que con Aróstegui se puede pactar lo que sea porque nunca te falla. Ahora, con la Manzana del Revellín, olisquean pasta. Y están rabiosos.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto