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					Se respiraba un cierto ambiente de tristeza entre los 
					populares ceutíes la noche del domingo, a pesar de saberse 
					ya ganadores del diputado y los dos senadores por esta 
					ciudad.  
					 
					Cualquier comentarista político normal, achacaría la falta 
					de alegría a la derrota de carácter general que les impedía 
					otra vez formar gobierno en España, pero se respiraba algo 
					más que todo eso. Era un ambiente cargado de cierta queja 
					que emanaba tanto del diputado electo como de su compañero 
					senador y es que, de pronto, tres mil votos habían volado 
					hacia el PSOE o hacia la abstención en comparación con las 
					anteriores elecciones generales y parecía como si algunos 
					tuviesen mucha prisa en extraer conclusiones.  
					 
					Lo cierto es que es deber de cualquier organización 
					política, estudiar el comportamiento del electorado, sobre 
					todo cuando su fidelidad comienza a descender aunque sea 
					levemente, pero el análisis de las conductas colectivas 
					requiere tiempo y minuciosidad y, sobre todo, mucha dosis de 
					objetividad aunque los resultados nos den algún aviso, cosa 
					que no suele gustarle a ningún político acostumbrado a 
					ganar. 
					 
					Bien, al margen de lo que los estudiosos del P.P. concluyan 
					al respecto, el resultado electoral para este partido 
					político en Ceuta ha vuelto a ser sensacional, puesto que 
					renuevan la confianza de modo claro y sin paliativos, 
					habiendo marcado como en elecciones anteriores, claras 
					diferencias con su inmediato perseguidor que se encuentra a 
					muchos puntos porcentuales por debajo en cuanto a 
					resultados. 
					 
					Tal vez, la propaganda emanada desde el PSOE y sobre todo 
					desde la Delegación del Gobierno, haya influido demasiado en 
					la psicología de los populares y, de haber sido así, aunque 
					han ganado claramente las elecciones, han perdido no 
					obstante la batalla informativa frente a un García Arreciado 
					que parecía el triunfador en una noche, la del domingo, en 
					la que su candidato Carracao había sido arrasado 
					literalmente por Paco Antonio. 
					 
					Han dolido las frases del Delegado entre las filas 
					populares, comparándolos con la naftalina, el alcanfor y 
					otras cosas que, al parecer, representan a la derecha, la 
					cual, según el onubense había perdido. Pero aparte de los 
					juegos florales del Delegado y de las botellas de Mun que 
					repartió eufórico en su despacho, la derecha ha vuelto a 
					arrasar en Ceuta en las generales, sigue con diecinueve 
					escaños en la Asamblea, por dos del PSOE y tres y medio de 
					Dios sabe quien? Y en el conjunto de España ha subido en 
					votos y en escaños, pero tampoco ha salido del Gobierno 
					porque no lo tenía. O sea, más de lo mismo pero peor para el 
					PSOE y esto, que el Delegado lo sabe, lo ha tenido que 
					vestir de lagarterana para evitarse una bronca de Zapatero 
					quien, después de haber venido y haber traído a los Reyes, 
					ha visto como el PSOE ha perdido de modo apabullante dos 
					elecciones seguidas: las municipales y las generales. 
					 
					Los populares deben sentirse satisfechos con los resultados, 
					aunque no deben dormirse en los laureles, pero ellos son los 
					craks y no el perdedor, a quien se debe respetar, pero no 
					hasta el punto de que él y su padrino vendan una clara 
					derrota como una victoria. 
					 
					Por cierto, si la derecha huele a alcanfor según el 
					Delegado, a qué huele la izquierda .... 
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