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OPINIÓN - VIERNES, 14 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Enfrentamientos dañinos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En el PP ven a Jenaro García Arreciado como si fuera un demonio. Raro es que uno hable con cualquier afiliado popular que no saque a relucir la inquina que le ha cogido al político onubense. Le profesan odio africano. Lo tienen atragantado de forma que, más pronto que tarde, tendrán algunos populares que hacerse un lavado de estómago para expulsar el rencor, ya convertido en tóxico, que almacenan contra el delegado del Gobierno.

El enfrentamiento del delegado del Gobierno con el alcalde, cuando ambos han pertenecido a partidos distintos, ni es nuevo ni me sorprende. Esta situación se ha producido con bastante frecuencia en esta ciudad. Es un tema manido. Pero, aun así, resulta difícil abstraerse del problema y hacer como que no existe. El problema está vivo y coleando y conviene no perderlo de vista.

En principio, debo decir, como tantas otras veces, que ocupar este cargo en Ceuta es harto complicado. Resulta incomprensible que la figura del delegado, de cualquier delegado, sea objeto de tanto aborrecimiento en esta ciudad. Parece mentira que aún, después de 26 años, se les siga llamando virreyes, despectivamente. Y, sobre todo, que se les tenga siempre en el punto de mira de todos los inconformismos.

Lo primero que desean los dirigentes del PP y del PSOE de Ceuta, es que se les designe un delegado a la carta. Y para ello, tanto el presidente de uno como el secretario general del otro, cuando gobiernan en Madrid, procuran hacer un retrato robot para que el ministerio correspondiente les envíe la persona adecuada a sus intereses y el político ideal para poderlo manejar como el viento maneja la flor del vilano. Lo que estoy diciendo es algo conocido por cuantos han desempeñado –y desempeñan- cargos importantes en ambos partidos.

Lo cual no deja de ser un deseo inexplicable en quienes luego no se cansan de decir que el delegado del Gobierno ha de serlo de todos los ceutíes. Pura hipocresía. La segunda parte consiste en enumerar las críticas que le hacen a quien viene destinado al edificio de la plaza de los Reyes. Que si es muy blando. Que si no ayuda a la causa del partido. Que si tiene un carácter hosco. Que si es un déspota. Que si es un holgazán... Y así sucesivamente le irán adjudicando adjetivos con el fin de irle despojando de todo crédito.

Luego, y por el menor motivo, saldrá Aróstegui proclamando que el delegado del Gobierno es un impresentable. Y a las palabras del iluminado se les sumarán la de los parlamentarios contrarios, que cada semana lo pondrán a parir. Y qué decir cuando los empresarios creen que la culpa de todos sus males la tiene el baranda que ha enviado Madrid como representante del Gobierno. Y ya no digamos si al hombre se le escapa una frase que es analizada con la susceptibilidad existente y se le declara racista hasta las cachas. En fin, que ser delegado del Gobierno exige ser todo un carácter y tener tripas por estrenar. De lo contrario, tiene que terminar haciendo lo que hacía el llorado Juanito Valderrama cuando había tormenta: meterse debajo de la cama.

Me consta que García-Arreciado aprecia a Vivas. Y sé también que desea continuar con el fin de colaborar con éste en el desarrollo de esta tierra. Por consiguiente, los enemigos del Presidente de la Ciudad, que están en su entorno, aunque emboscados, deberían dejar de meter cizaña entre la Ciudad y la Delegación del Gobierno.
 

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