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OPINIÓN - VIERNES, 14 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

“Red Belliraj”: inmigración y terrorismo islamista
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Como no podía ser menos el rifeño emigrado hace casi treinta años a la acogedora, tolerante y pánfila Europa, vía Bruselas, cantó al ser detenido hasta sus “nanas” de la infancia. Abdelkader Belliraj habría denunciado al menos a veinte colaboradores (casi todos emigrantes de origen magrebí), residentes en esos Países Bajos que tan cándidamente le habrían concedido la nacionalidad y en los que su grupo terrorista habría cometido varios asesinatos: entre ellos el de un homosexual belga, dos ciudadanos judíos y tres musulmanes entre los que se encontraría un imám, acusados de cuestionar la infame fátua del criminal Jomeini, a la sazón fundador y presidente de la República Islámica de Irán, condenando a muerte al escritor Salman Rusdie; esa dictadura de clérigos islámicos, régimen de base islamofascista, con el que tan incauta y alegremente Rodríguez Zapatero, Presidente en funciones de España, juega al “Diálogo de Civilizaciones”, al igual que el fundador y responsable de la Comunidad Islámica de España (CIE), mi apreciado amigo el converso andaluz Mansur Escudero, bien conectado con Teherán.

También estos días han sorprendido en Marruecos (curiosamente, pues los marroquíes tienen a buen criterio no asombrarse nunca de nada) las declaraciones de Ahmed Herzenni, presidente del “Consejo Consultivo de Derechos del Hombre” (CCH), confirmando que secretario general del partido “Al Badil Al Hadari” (Alternativa Civilizacional), Mustafá Moâtassim, actualmente en prisión acusado de pertenecer a la red terrorista tejida por Belliraj, le habría confiado en 2005 (ya se lo había comentado a ustedes el otro día, repasen el culebrón) delicadas informaciones sobre movimientos terroristas a los que habría tenido acceso por una serie de confidencias sobre las que Herzenni, por supuesto, se habría apresurado a poner en conocimiento (a expresa petición de Moâtassim) de los responsables de la DGST. A ver por donde salen ahora los tiros.

En lo que a Europa (y España) respecta se pone una vez más en evidencia las facilidades que, aprovechando sociedades abiertas y de estructura democrática, han encontrado para medrar hasta el momento peligrosísimos elementos (Belliraj en este caso) conectados con las redes del islamismo extremista que, en la mayoría de los casos, no son sino la reserva y la antesala del terrorismo. ¿De qué porcentajes podríamos estar hablando dentro de los 12 millones de musulmanes emigrados a Europa? Asociaciones de diferente pelo (de derechos, inmigrantes o de hermanitas de la caridad) pueden empezar a ponerse al pino, gritar sus consignas y tirarse de los pelos o, si lo prefieren, liarse un buen canuto, pero empieza a ser hora de hacer una criba separando el trigo de la paja. Nos va en ello la seguridad; nos estamos jugando el futuro. Urge pues la puesta en marcha de medidas preventivas que, países emisores y amigos como Marruecos, no pueden dejar de contemplar con simpatía sin rasgarse las vestiduras. Mismamente en Ceuta, sobra un buen puñado de radicales y extremistas en buena parte de nacionalidad marroquí (otros son españoles). Estoy bien seguro que Rabat vería con buenos ojos en cuanto a los suyos que, primero, se dificultara su infecciosa labor y, luego, se les remitiera amablemente a cruzar El Tarajal. A paso ligero. Digo.
 

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