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OPINIÓN - SÁBADO, 29 DE MARZO DE 2008

 
OPINIÓN

Deportivamente hablando

Por Eduardo Sánchez


El final de la Semana Blanca dará lugar en breve a la reanudación de las competiciones locales de Fútbol y Fútbol Sala, último tramo del año competitivo después de una larga parada obligada de tres semanas. Ahora bien, estoy de acuerdo que durante la Semana Santa y la Semana Blanca se paralice la competición, pero no concibo que, se suspenda todo un fin de semana antes de estas fechas y que solo se juegue algún partido atrasado, una decisión que no entiendo, ya que con ello se sucede demasiado tiempo de parada deportiva y como respuesta a ello, se generaliza una situación perjudicial para el nivel competitivo y del rendimiento físico de los jugadores. Es evidente, que estando al corriente de buena tinta de como funciona la organización de las competiciones y de los clubes que participan, se pueda entender que lo del “Nivel de Competición” no cuenta mucho en esta Ciudad para los responsables, a los cuales, el obtener de sus jugadores un medio/alto rendimiento en todas las categorías durante toda la competición es una mera ilusión. Estas paradas, cada año se hacen más largas y más continuadas. Las competiciones comienzan generalmente todos los años en la primera quincena de Noviembre, cuando en todo el territorio español generalmente las competiciones dan comienzo una o dos semanas después del inicio del curso escolar (mes de septiembre). Por tanto, nuestros vecinos peninsulares nos aventajan en un mes de preparación y rendimiento por lo menos, cuando nosotros todavía estamos cogiendo “habas”. Cuando no ha transcurrido un mes del inicio de la competición local, de nuevo, la parada obligada de Navidad suspende todas las actividades (un mes aproximadamente), aunque hay que reseñar que algún año por medio ha estado las suspensiones por motivo del “Ramadan”, mes de ayuno de los musulmanes que, con el mismo derecho que los cristianos disfrutan de sus fiestas. Luego, vienen las paradas por inclemencias del tiempo, como ocurre en fútbol sala en algunos polideportivos, los cuales, el agua de lluvia les afecta año tras año, sin que nadie haga nada por remediarlo, situación de peligro para la integridad del jugador y que hace necesario la suspensión de la competición en ese polideportivo o piscina durante esa jornada. La continuación, son estas fiestas que, cuando coinciden en el mes de marzo, la organización de la Federación de Fútbol en su buen criterio, la hace más larga a “petición” de algunos interesados o en su extraño calendario escolar. Y como último, la convocatoria de las selecciones durante el año, que aunque una minoría participa a nivel competitivo, el resto se cruzan de brazos durante una o dos semanas.

En resumen, el año de competición, se convierte en etapas de competición, el nivel de los jugadores se tiene que ir alcanzado entre período y período porque no se llega a un mínimo de rendimiento y de competitividad por no existir progresión, lo que hace imposible obtener una buena cualidad física y técnica de los jugadores y de los equipos que participan. Ahora bien, como suma a lo negativo de estas deficiencias, estas paradas ahogan el buen funcionamiento de la competición y cuando llega el mes de Junio los equipos para terminar la competición tienen por imposición federativa jugar en siete días hasta cinco partidos, alternando varias modalidades deportivas para poder concluir la liga local, con el consiguiente sacrificio de los equipos y jugadores en un mes que ya “pica” el calor. En definitiva, la suma de una serie de circunstancias deportivas; incorrecto funcionamiento de la organización de las competición, intereses personales- particulares y una inadecuada planificación deportiva hacen posible que nuestras competiciones se conviertan en juegos de calle más que competiciones federativas. Aunque pensándolo bien, no creo que esté en la intención de nadie hacerlo mal, pero también creo que la puerta sigue con el candado pero más oxidado y nuestro fútbol con más tristeza.
 

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