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OPINIÓN - LUNES, 31 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

¿Concierto o cheque escolar?
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Algunos sectores proponen el cheque escolar, al cuestionar los conciertos educativos, por entender que no garantizan la elección del centro. Estos sectores educativos, se sustentan, en principios liberales, y resurge la polémica al producirse la apertura de admisión en los centros de enseñanzas no universitarias con el tipo de financiación educativa: el concierto o el cheque escolar.

Pero, ¿qué es el cheque escolar? Consiste en asignar a la familia una cantidad de dinero para que matricule a su hijo en la escuela de su elección. Existen experiencias concretas en diferentes países, muy limitadas y lentas de aplicación y sin el alcance que plantea la teoría. Su importancia suele fijarse en el coste medio del puesto escolar, que en nuestro país, todavía no se ha fijado.

Entre las asociaciones que se muestran a favor de hacer realidad la libertad de enseñanza, por medio del cheque escolar, se encuentran la Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Privada (Acade) y la Confederación Católica de Padres (Concapa).

Por otra parte, la Confederación Española de Centros de Enseñanza (Cece), es partidaria de que pueden coexistir sistemas alternativos a los conciertos, entre ellos, el cheque escolar, y la Federación de Religiosos de la Enseñanza (Fere-Ceca) se inclina más por mejorar el sistema de conciertos que por arbitrar otros modelos para sufragar la educación. Entiende que el cheque escolar no mejora la libertad de elegir, ni subsana las carencias del concierto y que, además, encierra muchas incógnitas.

De todas formas, las escuelas católicas están elaborando un informe que analiza todas las posibles modalidades de financiación, pero que va en la dirección de mejorar los conciertos para garantizar plenamente la libertad de enseñanza.

Recordemos que, hace unos 50 años, el Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, lanzó la idea del cheque escolar como instrumento para que los padres pudieran elegir libremente el colegio que desearan para sus hijos, bajo el argumento de que es mejor subvencionar al consumidor que al producto. Desde su propuesta, la idea ha sido implantada en muchos países, donde se han aplicado diversas modalidades, dándose las circunstancias que ninguno de ellos ha extendido el modelo a todo el sistema educativo.

En nuestro país, en tiempo de la UCD, se intentó algo similar. En concreto, se hablaba de una “flexibilidad restrictiva” con respecto a la introducción del cheque. No hubo tiempo para experimentarlo. En la actualidad existen pequeños intentos reducidos a la escolarización de los más pequeños. Son los casos de los Ayuntamientos de Valencia y Madrid para alumnos de Educación Infantil, matriculados en centros privados.

Entre una veintena de estados, que han intentando implantar el cheque escolar, destaca Suecia, con el “bono escolar”, introducido en 1992. Es importante reseñar que lo hizo un gobierno conservador y sobrevive con gobiernos socialdemócratas, lo que demuestra que los cambios políticos, en materia educativa, no influyen para nada.

La aprobación más importante del “bono escolar” ha sido el aumento considerable de la calidad de enseñanza y de prestación de los alumnos a nivel nacional e internacional. La responsabilidad total de las actividades escolares ha pasado del Estado a los Ayuntamientos, a la vez que se ha introducido un nuevo sistema de subvenciones estatales. Todos los alumnos, incluso los universitarios, aportan a sus escuelas el “bono escolar”. Pero más todavía: el cheque se puede obtener si el escolar decide estudiar en el extranjero.

Desde el establecimiento del “bono escolar”, la escolarización está sujeta a la única limitación del sistema, y es que los colegios deben aceptar, en primer lugar, a los alumnos de su zona. Toda la enseñanza es gratuita, así como el transporte, comida, libros y demás material escolar…

Para el profesor García Garrido, “El cheque escolar constituye una de las propuestas más firmes del pensamiento liberal en materia de educación. Ya desde mediados del pasado siglo, cuando muchos demócratas comenzaron a reclamar que el Estado financiara también a los centros educativos de iniciativa privada, otras voces, en los EE.UU y en distintos lugares, pusieron en alerta sobre los peligros que entrañaba la fórmula de financiación pública de estos centros. Según tales voces, la ayuda económica del Estado podría suponer para la libertad de los centros privados, el “abrazo del oso”: una muerte lenta, por asfixia paulatina… El cheque escolar que lleva la financiación, no a los centros, sino a los usuarios (familias y alumnos), supondría un cambio sustancial de perspectiva. Lo arriesgado es determinar si, hoy por hoy, estaríamos en disposición de aplicarlo correctamente, en todo o en parte”.

Lo de Suecia sería para meditar, aunque siempre surgirían aquellos que están en contra de toda innovación, y consideran lo del cheque escolar una utopía. ¿Sería posible la implantación del cheque escolar en nuestro país? Difícil está. Si los padres potenciaran su poder de decisión, la incidencia de adoctrinamiento en la escuela sería menor. Aquí a lo único que se aspira –que ya es importante- que la bondad, calidad y eficacia de nuestro sistema educativo depende directamente del grado, que éste logre que la diversidad de ofertas educativas haga posible el pleno desarrollo de la personalidad de todos los ciudadanos, con respecto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.
 

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