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OPINIÓN - MARTES, 8 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Vivas e Imbroda
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La posible reducción de militares en Ceuta y Melilla ha conseguido que los dirigentes populares de ambas ciudades vuelvan otra vez a gritar desaforadamente contra los socialistas. Así, la crispación entre partes estará asegurada durante cierto tiempo. Los parlamentarios del PP han aprovechado los aún no confirmados traslados de oficiales y suboficiales por el ministerio de Defensa, para propagar que se ven claras las aviesas intenciones que tiene José Luis Rodríguez Zapatero en cuanto concierne a la vida de ambos pueblos.

Mientras en Ceuta sonaba fuerte la voz del diputado, Francisco Antonio González, llamando a la agitación ciudadana, en Melilla lo hacían también los padres de la patria, acompañados por las intervenciones siempre destempladas de Juan José Imbroda. El cual aprovecha cualquier motivo para demostrar que ni ha nacido ni nacerá un melillense como él, dispuesto a dar la vida por su terruño. Sin darse cuenta de que los héroes, aunque sean de palabra, están pasados de moda.

En este caso, justicia obliga, conviene decir que lo que está en juego es sumamente importante para la economía de Ceuta y de Melilla. Y no hace falta entrar en detalles explicativos. Y, sobre todo, hay un problema mayor: que los traslados van a cambiar, total y absolutamente, la forma de vida de muchas familias. No me extraña, pues, que esas personas estén viviendo momentos difíciles. Por más que sepan que en la vida de los militares los traslados forman parte esencial de la carrera elegida.

Pues bien, a pesar de ello, es deseable que los políticos sepan estar a la altura de las circunstancias. Y si creen conveniente oponerse a las medidas que pueden tomar los mandamases del Ejército -que técnicamente sabrán lo que hacen, digo yo-, que lo hagan. Faltaría más. Pero antes deberían moderar sus discursos. Ya que parecen, cuando están metidos en faena, auténticos asustaviejas.

No me extraña, pues, que los socialistas de Melilla hayan vuelto a comparar la actitud de Juan Vivas con la de Imbroda. Y de la que sale malparado, una vez más, el segundo. Y es que la diferencia entre ambos radica en que mientras uno afronta los problemas con la serenidad adecuada, procurando por todos los medios hablar sin engolamiento y sin aparentar estar en posesión de un carácter irritable, puesto en todo momento al servicio de la defensa de los intereses ciudadanos, el otro lo exagera todo y ese todo lo convierte en su arma habitual de riña permanente.

Y esa forma de ser de ambos, tan distinta y tan conocida ya en ambas ciudades, es la que ha ido distanciando a ambos alcaldes. Y es así, créanme, porque la tranquilidad de Vivas, en cualesquiera situaciones, pone de los nervios a un Imbroda que bisbisea maldades contra ese sosiego que aborrece. Entre otras razones, porque no va con su carácter y encima lo aprovechan los socialistas para mortificarle con las odiosas comparaciones.

En realidad, lo que ahora parece tener todas las trazas de problema grande, por su repercusión económica y por las contrariedades que causarán en el seno de muchas familias –caso de que el rumor se convierta en noticia-, pronto dejará de ser actualidad. Pero prevalecerá, sin duda, el buen talante con que Vivas se opuso a la medida, frente al mal estilo de Imbroda. Y la vida seguirá...
 

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