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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Jenaro García-Arreciado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Si habla, malo; pues le dicen de todo: que miente como un bellaco; que se va del pico, sin ton ni son; que tiene trazas de señorito andaluz, que debiera controlar su boca de verdades, etcétera. Si decide guardar silencio, peor; porque de su mutismo se aprovechan sus adversarios para decirle impropios. Y lo hacen recordándole que quien calla otorga. Frase de significado claro: que consiente todas las quejas dirigidas a José Luis Rodríguez Zapatero; o sea, al Gobierno de la nación.

El delegado del Gobierno está siempre metido en un callejón sin salida. Haga lo que haga, diga lo que diga, o decida no decir ni mu, el onubense termina siempre retratado como un político que disfruta poniéndole trabas a una ciudad que detesta. Un tratamiento tan injusto cual inmerecido, por parte de otros políticos convencidos de que en la oposición es conveniente hacer uso de la maledicencia, sin tomarse el menor respiro.

En esta misión, es decir, la de acoso y derribo permanente a García-Arreciado, viene destacando el diputado del PP, Francisco Antonio González (bien es verdad que tampoco Jerónimo Nieto se salvó de sus dicterios). Un parlamentario cuyo amor a Ceuta no tiene parangón. De tal forma, que uno piensa, muy a menudo, qué será de esta ciudad el día que este hombre deje de estar ojo avizor, con el fin de ir descubriendo y echando abajo todas las maldades que los socialistas suelen tramar para dañar a los ceutíes.

Ya no los dijo, durante la campaña electoral, Gustavo de Arístegui: González es punto y aparte. Es un monstruo en todos los aspectos. Y si lo dijo él, una mente preclara, a los demás sólo nos quedaba flagelarnos por no habernos dado cuenta antes de cómo de bien estamos representados en el Congreso.

De acuerdo. FAG está ejerciendo su derecho de diputado en la oposición, como mandan los cánones; no dando tregua ni a las acciones, ni a las palabras, ni a los silencios del delegado del Gobierno. Con el firme propósito de hacerles creer a los ciudadanos que todas las medidas tomadas por el Gobierno de España están encaminadas a perjudicar a los ceutíes. Y, sobre todo, poner de manifiesto que García-Arreciado es un maula en todos los sentidos. Hasta ahí no hace sino cumplir perfectamente ese papel que tan bien le caracteriza: destacar no por lo que hace, sino por lo que dice, que siempre es muchísimo más. Pero, sí, claro que tengo un pero... ¿pasa algo?...

El pero es que cuando Luis Vicente Moro ejercía de hombre omnisciente y omnipotente en la Delegación del Gobierno, nuestro diputado jamás fue capaz de decir ni pío del delegado del Gobierno. Es decir, que para González todas las actuaciones de Moro, durante ocho años, fueron extraordinarias. Tal vez porque se atenía a las directrices marcadas por un Gobierno, el de José María Aznar, cuyos miembros se levantaban por las mañanas pensando sólo y exclusivamente en cómo ayudar a Ceuta.

Así, sólo me cabe decirle al diputado que está en deuda con Moro; que debe hacerle un homenaje cuanto antes. Por dos motivos: uno, por haberse entregado en cuerpo y alma a servir a Ceuta; otro, para que los socialistas vayan tomando nota de las cualidades que ha de reunir el próximo representante del Gobierno en Ceuta. La pena es que no pueda serlo él. Quiero decir Pacoantonio. Aunque le conviene, por el bien de todos, no decaer en su empeño.
 

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