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OPINIÓN - DOMINGO, 13 DE ABRIL DE 2008

 
ANÁLISIS

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


Lunes. 7

En toda actividad es primordial mantener una ilusión a prueba de problemas. De lo contrario, uno se va adocenando y termina por rendir muy por debajo de sus posibilidades. Creo que el editor de este medio cuenta con esa ilusión. Pruebas de ella ha dado para que uno se atreva a aseverarlo. Y las seguirá dando. Al menos es lo que deduzco de la conversación que hemos mantenido en su despacho. Sin embargo, desea que quienes trabajamos en El Pueblo de Ceuta nos comprometamos más con la empresa. Necesita comprobar que nos esforzamos por hacer un periódico mejor. Y es cuando comprendo que tiene razones para quejarse. Y motivos suficientes para que haya días en los cuales decaiga en parte esa euforia constante que le acompaña como editor de un periódico que ha conseguido perdurar contra viento y marea. Pero a mí, cuando me toca responderle, sólo se me ocurre recitarle de memoria estas palabras de Gabriel García Márquez, respecto al periodismo: Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de la noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente. ¿Y cómo consigo yo que eso se haga realidad aquí? Ah...

Martes. 8

Me llama el gerente de este periódico, Ángel Muñoz, para comunicarme que ha muerto Emilio Cózar. Y me sucede lo de siempre: que la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad... Cuánta razón llevaba al poeta inglés, John Donne, autor de ese fragmento sacado de un poema suyo sobre el fin que nos espera a todos. Mentiría, en estos momentos, si dijera que mis relaciones con EC se torcieron por causas ajenas a mi voluntad y que si tal o que si cual. La verdad en nuestro caso fue que, nada más conocernos, estuvimos destinados a no entendernos. Cierto es que lo intentamos, en alguna que otra ocasión, tratando de hacer como que olvidábamos lo ocurrido en un principio; pero pronto surgía algún inconveniente que nos hacía distanciarnos aún más. Parecía nuestro sino. Y por él nos dejamos llevar en volandas. Por consiguiente, a mí sólo me queda decir, ante el trance que todos esperamos y que tanto nos impone, que daría lo que no tengo por haber podido seguir manteniendo con él ese debate en los medios, durante muchísimos años.

Miércoles. 9

En 2005, allá por el mes de mayo, en La Razón, periódico que dirigía Luis María Anson, se nos decía que España estaba armando a Marruecos hasta los dientes. Y nos daban cuenta de los muchos carros de combate que se les había vendido. Semejante noticia hizo que un parlamentario ceutí, fiel lector de ese periódico, pusiera el grito en el cielo, pidiendo responsabilidades al Gobierno y al estamento militar. Y así estuvo varios días copando todas las páginas de los medios escritos y las emisoras de radio. Hasta que se demostró que todo era puro camelo. Una actuación más de patrañero, concebida con fines electoralistas. Y sobre todo con la malsana intención de poner al delegado del Gobierno en un brete. Ahora, por medio de El Imparcial, cuya presidencia es ostentada por Anson, otra vez se trata de sembrar la semilla del miedo en la ciudad. Y, nuevamente, se ha puesto al frente de la operación el diputado. Con el fin de crispar los ánimos de los ceutíes. Nos anuncia tantos males urdidos contra nosotros por los socialistas, y todos ellos hablando por boca de ganso, que el día que acierte estaremos todos en bragas.

Jueves. 10


A buenas horas mangas verdes analiza Juan Luis Aróstegui las críticas a los precios del billete de barco. Sus explicaciones llegan con más retraso que aquellos trenes carretas que uno cogía, siendo niño, para ir de Cádiz a Córdoba. Se le nota mucho, quizá demasiado, al portavoz de la política municipal de un partido extraparlamentario, que sus relaciones con los socialistas han mejorado muchísimo. Sobre todo con el Delegado del Gobierno. A quien parece haberle prometido que va a ser bueno mientras no le lleven la contraria y cumplan lo que han pactado con él. De no haber sido así, le habría zurrado la badana a Jenaro-García Arreciado cuando éste se equivocó arengando a los ceutíes a que no cogieran el barco en señal de protesta por el abuso de las navieras durante la Semana Santa. Bien haría el político onubense, sin embargo, en no confiarse lo más mínimo ante la postura que viene manteniendo el secretario general de Comisiones Obreras. Ya que en menos que se santigua un cura loco, y por un quítame allá esas pajas, es capaz de volver a las andadas; o sea, ponerse a decir barbaridades contra la Delegación del Gobierno y, sobre todo, contra el delegado. De cualquier manera, en su artículo de hoy lleva razón cuando dice que las empresas navieras están actuando con ortodoxia, ajustándose a los parámetros (vaya palabro, con lo bien que le habría quedado ahí criterio, punto de vista o, simple y llanamente, referencias normalizadas) de la política de precios que se aplica en el sector del transporte. Pero Aróstegui sigue escribiendo como lo que es: un burócrata oscuro y convencido de que le cabe en la cabeza toda la administración pública.

Viernes. 11

Cuando llego a la peluquería de Francisco López (Logar) me encuentro con Juan Vivas. Me siento en el sillón que hay a la vera del suyo y nos metemos en conversación ante el silencio de Paco. Si me exigen que jure lo que estoy diciendo, juro que el extraordinario peluquero y amigo no abrió la boca durante la charla que sostuvimos el presidente y yo. Eso sí, seguro estoy de que si decidió darse un punto en la boca fue para empaparse de lo que ambos nos decíamos. Vivas y yo aprovechamos la ocasión, ya que hacía la tira de tiempo que no habíamos tenido la menor oportunidad de meternos en cháchara, para hablar de fútbol, de política, de formas de ser, de cómo debemos superar las circunstancias, y de las vueltas que da la vida. Surgieron las anécdotas, las vividas con él, y otras... Paco, todo oído, fue demorándose en el corte de pelo del presidente, sin que nosotros le diésemos motivo alguno para que se desprendiera de esa lentitud en su trabajo adoptada a conciencia. En realidad, y lo digo con esa falta de convencionalismo que me adjudican, pasé un rato muy agradable. Ah, el presidente de la Ciudad pagó su pelado con largueza. Quede claro.

Sábado. 12


Hacía mucho tiempo que yo no hablaba con Diego Sastre. En principio porque no coincidimos en la calle; luego, porque dejé de visitarlo en su trabajo; pues hubo una época en la cual raro era el día en que no iba a verle para pegar la hebra un rato con él. De modo que no tenía ni idea de que estaba pachucho. Y al enterarme no pude por menos que llamarle con la rapidez de quien desea enterarse de cómo está el amigo. Digo amigo, créanme, con todas las de la ley. Pues quienes me frecuentan saben que no es ese adjetivo que suela yo pronunciar así porque sí. Mas con Diego la palabra se me cae de la boca. Y es verdad que mi amigo ha estado apurado. Así me lo confiesa mientras hablamos por teléfono. Aunque no es menos verdad que ya ha cogido aire y su voz suena fuerte. Percibo, por su forma de pronunciarse, que ha renovado sus bríos y está dispuesto a batirse el cobre en todos los aspectos. Dejamos de hablar de cuestiones médicas y pasamos a repasar la actualidad de esta Ceuta donde, como ya he dicho en muchas veces, todo se magnifica, todo termina por hincharse hasta extremos insospechados. Y vivirla, con cierta intensidad, exige gran vitalidad. De lo contrario, uno se queda anclado en el pasado. Diego, Diego Sastre, mi amigo, lo sabe y está recuperando parte de esa vitalidad.
 

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