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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 16 DE ABRIL DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El asunto de defensa (II)

Por Ramón Ros


Y eso es lo peor de todo, el silencio, un silencio que abruma a las familias de los posibles afectados y que obliga y fuerza a Vivas a seguir pidiendo información.

Lo peor en la gestión de cualquier asunto público es la niebla y si es espesa pues peor, porque desata todo tipo de miedos y de conductas imprudentes y de la espesura que envuelve el asunto que nos ocupa sólo hay un culpable: el Gobierno.

No es excusa el relevo en la cúpula del Ministerio de Defensa, por cuanto el asunto no es del todo nuevo a pesar de la vorágine que se ha desatado en los últimos días. Y es que hace ya un año se anunció la reorganización de determinadas unidades, si bien no se concretó como parece que se pretende ahora, pero todo llega, pero podía haber llegado como tenía que llegar.

Tenemos unas fuerzas armadas magníficas, modernas, disciplinadas y ejecutando de sobresaliente misiones complicadas en diferentes partes del planeta. Hoy en día, el militar de carrera ya no se parece en nada a los integrantes de aquel estamento militar de la primera mitad del siglo XX. Es un militar homologado a sus compañeros de armas de la OTAN, preparado no sólo en su arma y en los conocimientos técnicos de su especialidad, sino en relaciones humanas, idiomas y un vasto etc. de capacidades, que desempeña su función con profesionalidad pero sin menoscabo de la pasión y el amor jurado a su patria y a su bandera y que está dispuesto en cualquier momento para defender a sus compatriotas cuando la ocasión y las órdenes lo requieran. Sin embargo no puede defenderse a si mismo y, al estilo de lo que ocurre en países no comparables al nuestro, han de ser sus familiares quienes encabecen la manifestación y esto, es un indudable déficit democrático se mire por donde se mire.

El integrante de un ejército es algo más que un robot vestido de uniforme que responde automáticamente a la voz de mando y lo que se resiente cuando recibe una instrucción mal o nada explicada, es su familia, su esposo o esposa, sus hijos y además debe guardar silencio, a pesar de tener a lo mejor la cabeza bastante mejor amueblada que quien da la orden.

Si quienes se pasan la vida defendiéndonos a los demás, llegado un caso como este, no pueden defenderse a si mismos, parece de justicia que reciban el calor y el apoyo del resto de la sociedad, que debe devolverles algo de lo que ellos nos dan permanentemente, porque no debemos olvidar que lo suyo es algo más que una profesión: es una forma de vida en la que implican a toda su familia, con las cargas que ello conlleva.

Algo se está larvando en el seno de nuestras fuerzas armadas, cuando la protesta, aunque sea sorda, se nota con fuerza, sobre todo si echamos la vista atrás y comprobamos como hace no mucho tiempo, ante situaciones similares ningún ruido se asomaba. Y no quisiéramos que se nos mal interpretara, porque no nos referimos a nada que tenga que ver con indisciplina o cualquier cosa peor, sino con algo mucho mejor, que tiene que ver con la necesidad de modernizar también, además de los equipos, el método de defensa de los intereses de un soldado, como ya va ocurriendo con la guardia civil y como ocurre entre los ejércitos de los países más modernos, porque ser español es más grande que ser militar y no parece propio que a algunos españoles se les trate con tanta displicencia, palabra esta que aún pareciéndose a disciplina no tiene nada que ver.

Muy bien Vivas, que sigue pidiendo información eludiendo la deslealtad institucional. Información que afecta a la vida de muchos de sus conciudadanos y a una parte importante de la actividad económica de Ceuta, lo cual nos afecta a todos.
 

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