| Lo que son las cosas: yo que me 
					aprestaba a escribir hoy sobre la balada de “Piluca” y, 
					cambiando de música, marco el paso con la balada de “El 
					Nene”. Sobre este interesante personaje tuve ocasión de 
					publicar unas líneas en la columna del pasado 2 de enero (“Eguzkilore 
					en Cudia Tahar”), menos de veinticuatro horas más tarde de 
					que el Tribunal de Primera Instancia de Kenitra (importante 
					ciudad cercana a Rabat) condenara según amanecía el nuevo 
					año a 8 funcionarios de la prisión central de esa localidad 
					(la misma cárcel de supuesta “alta seguridad” de la que, lo 
					que son las cosas, lograron fugarse el 7 de abril tras cavar 
					un túnel nueve peligrosos islamistas radicales, implicados 
					en los atentados de mayo de 2003 en Casablanca) a diferentes 
					penas por permitir la fuga del conocido narcotraficante 
					español (nació en Ceuta), de origen marroquí, evadido de la 
					misma por la puerta grande en diciembre. “El Nene” cumplía 
					allí desde 2003, en una especie de lujoso apartamento 
					formado por tres celdas, una condena de ocho años por 
					tráfico de estupefacientes y al ser conocida por las 
					autoridades marroquíes su ausencia ¡una semana más tarde! 
					(ese curioso detalle es obviado por la MAP al comentar ayer 
					la noticia) dictaron el 18 de diciembre una orden 
					internacional de busca y captura a través de Interpol con la 
					que, finalmente, la Policía Nacional pudo arrestar al 
					personaje en pleno centro de Ceuta, ciudad querida, el 
					pasado miércoles.
 Los detalles técnicos son sobradamente conocidos como para 
					irme por las ramas, por lo que me centraré en dos detalles: 
					primero no logro entender la atrevida despreocupación de “El 
					Nene” (no me creo que desconociera su requisitoria de 
					búsqueda y captura por la Interpol) al circular 
					tranquilamente por las calles de Ceuta a bordo de un coche 
					propiedad de su hermano. ¿Llegaría a pensar que era 
					intocable…?. En segundo lugar llamo la atención del lector 
					sobre los buenos sentimientos del susodicho: “El Nene” no 
					entraba y salía como Pedro por su casa de la prisión de 
					Kenitra, antes de fugarse, sobornando a sus guardianes; no. 
					“El Nene” hizo un favor humano de sensible importancia 
					intercediendo y protegiendo, en su medio, al descarriado 
					hijo de un alto funcionario de prisiones marroquíes que se 
					había metido en un berenjenal de problemas dedicándose a lo 
					que no debía y, encima, saltándose los compromisos. Y… ¿qué 
					no haría un padre por su hijo?. Menos mal que, generoso, ahí 
					estaba “El Nene” para echar un capote a la criatura con lo 
					que el padre, naturalmente agradecido, tuvo a bien hacer la 
					vista gorda… hasta que “El Nene”, finalmente, tomó las de 
					Villadiego. Hasta el pasado miércoles en Ceuta, ciudad 
					querida.
 
 No les voy a comentar más fruslerías por el momento, cosas 
					sin apenas importancia de las que normalmente me ocupo y con 
					las que espero no aburrirles (salvo los lunes) a diario. 
					Puedo prometer y prometo, como diría Don Adolfo, que 
					retomaré en cualquier momento “la balada de Piluca” (ese sí 
					que “cantó”, vaya) mientras aprovecho para cerrar estas 
					líneas remitiendo un afectuoso saludo a dos asiduos y 
					estimados lectores, sorprendidos además según acabo de saber 
					paladeando el zumo de Baco al tener conocimiento, de fuentes 
					de primera mano, sobre mis regulares estudios de jardinería 
					cursados, tiempo ha, allende el Mediterráneo. Visto.
 
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