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                     En España, según el artículo 115 
					del Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social 
					se entiende por accidente laboral o de trabajo, toda lesión 
					corporal que el trabajador sufra con ocasión o por 
					consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena. A 
					partir de 2005, la definición de accidente laboral también 
					incluye a los trabajadores autónomos que previamente así lo 
					soliciten a la Seguridad Social y abonen las cuotas sociales 
					correspondientes. La de la siniestralidad laboral, la 
					estadística que se elabora para conocer la frecuencia con la 
					que se producen este tipo de sucesos, no sólo es una funesta 
					serie de números tras la que se ocultan cientos de miles de 
					trabajadores al año con lesiones más o menos serias, en el 
					peor caso con el precio de sus vidas. Esa es la faceta más 
					dramática del hecho, pero también existe otra con argumentos 
					capaces de convencer al menos humanitario de los 
					empresarios: los accidentes y enfermedades derivados del 
					trabajo causan, según informes de los propios sindicatos, 
					“un enorme e intolerable daño y sufrimiento humano para las 
					víctimas, familiares y personas de su entorno que ninguna 
					compensación económica es capaz de reparar” pero, además de 
					sufrimiento estos accidentes y enfermedades suponen “un gran 
					coste económico para la sociedad y para las empresas; coste 
					que, al igual de los accidentes, podría reducirse 
					drásticamente”. De acuerdo con un informe elaborado por la 
					Secretaría Confederal de Medio Ambiente y Salud Laboral del 
					sindicato Comisiones Obreras (CC.OO), los costes de la 
					siniestralidad laboral con datos del año 2002 se podrían 
					tasar en 12.000 millones de euros. La precariedad en el 
					trabajo, la subcontratación, las prolongaciones de jornadas, 
					la escasa inversión en prevención o la falta de formación 
					son algunos de los factores que continúan incidiendo 
					sobremanera en la siniestralidad laboral y hoy, que se 
					celebra el Día Internacional de la Salud y la Seguridad en 
					el Trabajo es la mejor jornada para exigir a trabajadores, 
					empleadores e instituciones para reducir al máximo esta 
					epidemia. 
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