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OPINIÓN - martes, 29 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Agustín El Africano y la historiografía cristiana
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Estos días un centro de arraigado prestigio en Ceuta, el “Colegio San Agustín”, festejaba a su Santo Patrono, nacido en Tagaste y fallecido en la antigua Cartago (354-430 de la Era Común), hoy Túnez, asediada por los vándalos de Genserico. Agustín fue, junto a otros pensadores como Tertuliano, un claro exponente del genio africano romanizado. Como recuerda Luis Suárez, académico y medievalista de talante orteguiano, “Lo que caracteriza a la interpretación cristiana de la Historia son dos cosas: a) el tiempo se ordena en torno a un acontecimiento central, la venida de Jesucristo y b), tal acontecimiento -vida, pasión, muerte y resurrección del Mesías- no es sólo una verdad de fe, sino también un hecho histórico”, ideas-eje sólidamente ancladas en el pensamiento agustiniano impulsor de la rígida interpretación histórica neoplatonista, el providencialismo, substituto del ciclo de la Naturaleza pagana (griega y romana) y la teoría del eterno retorno haciendo depender el proceso histórico del mismo Dios, en un proceso lineal en el que pugnan la “civitas terrena” contra la “civitas Dei”, cuya representación sería “la Iglesia fundada por Dios”, “agente o brazo de la divinidad en el gran teatro del mundo” como matiza el profesor S. Giner. Para Agustín, la Historia expuesta en su magna obra “La Ciudad de Dios”, interpretación dogmáticohistórica del Cristianismo” según Löwith, quedaría dividida en las siguientes siete épocas: desde Adán al Diluvio Universal; del Diluvio a Abraham; de Abraham al rey David; de David a la primera caída de Jerusalén; del cautiverio judío en Babilonia a Jesucristo; de Jesucristo hasta la Parusía, la segunda venida del Mesías (ésta de duración incierta), más una última, la del descanso, en cierto paralelismo con los 7 días de la Creación. Para el filósofo Abbagnano, Agustín sintetizaría la historia en tres periodos coincidentes con Grecia, Israel y Roma: “En el primero los hombres viven sin leyes y no hay todavía lucha contra los bienes del mundo; en el segundo los hombres viven bajo la ley y por esto combaten contra el mundo, pero son vencidos. El tercero es el tiempo de la gracia, en el cual los hombres luchan y vencen”. Según el profesor de la UNED Blas Casado, Agustín se habría inspirado en Tyconio, “el escritor donatista más original del siglo IV”. Nuestro hombre da comienzo a su obra en el 413, intentando con ella dar respuesta a quienes sostenían que la caída de Roma en manos de los godos de Alarico (410) y la intrusión de otras tribus germánicas infiltrando y forzando el “limes” en varias oleadas migratorias, eran debidas a la asunción del cristianismo por el Estado y a la falta de respeto a las antiguas deidades romanas. Agustín, apoyándose en la Biblia, no creía que Roma fuera la última monarquía del milenio y en cuanto a la segunda venida de Cristo al final de los tiempos (muchos cristianos creían, al compás de las destrucciones bárbaras, que estaba al llegar el Fin del Mundo y el Día del Juicio Final), mantenía que sobre ese trascendental momento no podían conjeturarse fechas ni circunstancias. Agustín brilló también como hábil polemista contra herejías como el maniqueísmo, el donatismo y el pelagianismo. “Yo deseo conocer a Dios y el alma. ¿Nada más?. Nada más absolutamente”, escribió en sus “Soliloquios”.
 

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