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OPINIÓN - DOMINGO, 4 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Dicen que cuando el español canta algo tiene en la garganta. Y es que, la canción, es una forma de expresar los sentimientos de penas o de alegrías. Y hoy, mire usted por donde, tengo unas ganas locas de cantar.

Quiero cantar, y me pongo a ello, esa canción que dice “el que tiene un peso, quiere tener dos / El que tiene cinco, quiere tener diez / el de los veinte quiere los cuarenta / Y el de los cincuenta quiere tener cien”.

Por favor les ruego, encarecidamente, se tapen lo oídos pues canto muy mal. Así que confórmense en leer la canción y no traten de escucharme, porque además de ser una perdida de tiempo, me tirarían con lo primero que tuviese a mano. Gracias

La sabia de mí abuela siempre me decía, que la ambición es la única virtud que tienen todos aquellos que jamás en sus vidas han sido nada, y de pronto se encuentran con un carguito, gracias a la tómbola de la vida que les dio la gorra y el pito con mando.

Del mismo esa viejecita, a la que adoro y que siempre he seguido todos sus consejos, una y otra vez me repetía, “debes tener paciencia en la vida, más paciencia que Job, no te preocupes, saca la silla te sientas a la puerta de la casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar.

Creo, con toda sinceridad, que de las pocas, por no decir ninguna, virtudes que he tenido ha sido la paciencia. Los años han pasado y he seguido manteniendo a misma paciencia que me recomendaba la sabia de mí viejita. Jamás me he precipitado en mis decisiones. Y no puedo, hoy día, contener la satisfacción que me produce el que, una vez más, y no se cuántas van, habré acertado de pleno sobre la descripción que he realizado y los fines que perseguían, en varias ocasiones, de politiquillos de medio y personajillos del tres al cuarto a los que, insisto una vez, a pesar de poder parecer reiterativo, sólo buscaban, desde ese poder que les regaló la tómbola de la vida, buscar su propio beneficio.

Su desconocimiento para el cargo que ocupan y su enorme ambición, serán su tumbas políticas y quién sabe si algo más. Esta fauna de personajillos de medio pelo y politiquillos del tres al cuarto, que viven cegados por su ambición, puede que más temprano, que más tarde, esa desmedida ambición le estalle entre sus manos.

Lo malo de ese estallido, es que puede alcanzar a personas, a las que han metido en el ajo, sin probarlo ni beberlo, pero que se han dejado llevar, por algo que pomposamente, con esta fauna llaman amistad. De verdad, hay alguien qué crea, qué todo estos, son amigos de alguien, que no sea el dinero.

Esta vez no voy a dar aviso alguno a los navegantes. Allá cada uno con lo que crea o le hayan hecho creer los “amigos”. De momento he sacado la silla, la he clocado al fresco a la puerta de mí casa y me he sentido como un Job cualquiera, armado con toda la paciencia del mundo, a la espera de que estalle la “bomba”, que tiene que estallar. No crean que es cuestión de mucho tiempo. Cuando cae una “bomba” nunca se sabe a quién o quiénes salpicarán las metrallas.

A la “torre de los ambiciosos”, le tiemblan los cimientos.
 

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