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sucesos - MARTES, 6 DE MAYO DE 2008


momento del juicio. c.j.

tribunales
 

“Estaba hasta los huevos de que me pegara y que me robara la riñonera”

El autor confeso del disparo que acabó con la vida de un joven de origen magrebí en Recinto Sur en enero de 2007 afirmó ser víctima de “constantes humillaciones”
 

CEUTA
Sergio Cobos

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El homicidio que tuvo lugar a finales de enero del pasado año en el Recinto Sur llegó ayer a los tribunales para dar por entregas un juicio que contará con las declaraciones de casi una treintena de personas a lo largo de cuatro largos días. N.M.E., de 19 años de edad y vecino de este barrio ceutí, disparó sobre el cuerpo de un muchacho de igual edad tras tratar de intimidarle con una percusión dirigida al aire, después de que el autor confeso del homicidio sufriera “entre 2006 y 2007 humillaciones, bofetones y robos” de manera regular, según afirmó ayer el acusado para el que el fiscal pide 15 años de prisión por homicidio más uno por tenencia ilícita de armas.

La Fiscalía pide quince años de prisión por homicio y un año más por tenencia ilícita de armas para este supuesto homicida. Tuvo que aguantar “bofetones y hostias desde 2006 hasta 2007”, ser increpado ante “los vecinos del barrio” y perder posesiones materiales “como tickets de barco, dinero en metálico y móvil” cada vez que la víctima le robaba “la riñonera”. N. M. E., de 19 años de edad, es el autor confeso del disparo de escopeta que acabó con la vida de un vecino de su edad, H. B. L., del que sufría “constantes humillaciones” tras una disputa que matuvieron dos meses antes del homicio.

El trágico desenlace tuvo lugar en Pasaje Recinto el 27 de enero de 2007. El arma formaba parte de un botín sustraído dos días antes por hurto en una vivienda particular del mismo barrio y, según el acusado, fue escondida “en un descampado del Recinto Sur”, lugar del que “todo el mundo en el vecindario” tenía constancia. Y fue precisamente el presunto homicida el que fue al encuentro de ésta tras entablar una trifulca poco minutos antes, “sobre las seis de la tarde aproximadamente”. Inquirido por los representantes de la acusación particular, el acusado manifestó que la víctima le propinó “dos bofetones” y le amenazó “con un cuchillo” para, finalmente, robarle la riñonera. Acto seguido, echó a correr en busca del arma, una escopeta oculta “en el descampado del Recinto”, para volver al lugar de encuentro.

Tras disparar una vez al aire no logró disuadirle, sino que éste acechó “desde unos diez metros” al supuesto homicida a la carrera, y disparó sin pensar “apuntando bajo y mareado por las pastillas y el hachís” que afirmó consumir ese mismo día.

En su discurso el acusado llegó a firmar que no miró “si respiraba o no”, sino que puso pies en polvorosa con dirección al domicilio familiar, tras arrojar el arma a un seto en el interior del Cuartel del 54, en San Amaro, mientras que la munición y la funda de la escopeta, aún caliente, fueron escondidos “bajo un macetón azul en la vivienda familiar, donde se encontró la funda pero no la munición”, aseguró bajo juramento un representante de la Policía Científica que se desplazó aquel 27 de enero para proceder al registro de la vivienda con la correspondiente orden judicial.

Mientras, el 061 recibía una llamada anónima que le alertaba de la existencia de un joven herido en el llano del Recinto Sur. La víctima llegó al hospital sobre las ocho de la tarde del 27 de enero del año pasado casi expirando el último aliento y falleciendo, finalmente, en la mesa del quirófano ya que las heridas, en la zona del hipocondrio –cerca del hígado- fueron mortales. Murió de un shock hipovolémico, con la vena cava seccionada y con la aorta lesionada.

Declaración insostenible

El acusado ha cambiado a lo largo de los últimos meses varias veces su declaración, por la que han pasado unos y salido otros. La Fiscalía pide para otros dos acusados, el fugado A.G.M. y el exmilitar H.M.A., para el que no se pidió prisión preventiva, doce años de cárcel por inducir al asesinato más uno por tenencia ilícita de armas.

Precisamente, éste último lidió durante varios minutos con un Ministerio Fiscal que trató de establecer una relación entre las dotes balísticas de este exmilitar con el uso del arma del crime, puesto que el supuesto homicida, N.M.E. afirmó durante todo el juicio no tener “ni idea de cómo cargar y manejar el arma”, aunque, desgraciadamente, ésta acabara con la vida de una persona.
 


La defensa se volcó en demostrar la colaboración del acusado

Si no hubiera sido por la colaboración del detenido, difícilmente el arma del crimen hubiera sido encontrada en un espacio de tiempo tan reducido, apenas media hora. Este fue el mensaje que arrancó la defensa del supuesto homicidida a los cinco representantes de las Fuerzas de Seguridad del Estado que se sentaron ante el juez en la Audiencia para prestar su declaración. Algunos tomaron parte en la detención, otros en el registro de la casa y los demás en la búsqueda de los proyectiles, que no aparecieron en el mismo lugar donde descansaba la escopeta ni donde N.M.E. dejó constancia en su declaración, ya que su hermano arrojó las balas por la terraza de su domicilio. Aún así, tanto la familia como el acusado ayudaron a encontrar, finalmente, los restos de balas.
 

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