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ACTUALIDAD - JUEVES, 8 DE MAYO DE 2008


juan hernández. reduan.

juan hernández, director de los rosales
 

Hernández: «La nueva cárcel conectará a los reclusos con los empresarios de la Ciudad»

Los 323.000 metros cuadrados del nuevo
penal en Cerro de la Mora no sólo acabarán con la sobrepoblación en ‘Los Rosales’, sino que permitirán a las empresas producir desde esta localización
 

CEUTA
Sergio Cobos

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Con más de veinte años de experiencia como funcionario de prisiones y el paso por cinco cárceles, Juan Hernández ha comprendido que en la formación laboral está la clave para la reinserción de los reclusos. Sin embargo, en un centro preventivo como ‘Los Rosales’, donde la escasa habitabilidad y una sobrepoblación del quince por ciento hacen imposible la tarea de llevar a cabo todos los planes que se tienen en mente para el aprendizaje de los reclusos. El nuevo centro penitenciario que verá la luz cerca de Fuerte Mendizábal en “tres años más o menos” permitirá que incluso los empresarios puedan tener en un penal sus oficinas de trabajo”sin pagar agua ni luz” y contar con una mano de obra cualificada.

Pregunta.- ¿Cómo es el día de un director de prisión en ‘Los Rosales’?

Respuesta.- Exactamente el mismo que para cualquier profesional de una institución penitenciaria. Nosotros tenemos a nuestro cargo a personas y, por ello, nuestra principal función es que estas personas tengan cubiertas sus necesidades básicas, como estar alimentados y dormir, además de intentar que reciban una formación para volver a ser reinsertados. La diferencia que existe entre ellos –los internos- y nosotros, es, básicamente, que ellos no tienen la libertad con la que contamos. Luego nuestra misión es facilitarles a ellos todas esas cosas que nosotros hacemos estando en libertad.

P.- Sin embargo, la vida aquí requiere de algún tipo de disciplina...

R.- Por supuesto. A nadie se le ocurre que un interno de Los Rosales pueda comer a la hora que le parezca, de la misma forma que en un internado, por ejemplo, también hay un orden y horario para las comidas, así como para el resto del día. Se despiertan a las ocho de la mañana y salen de las celdas. Comienza entonces la fase de aseo, en la que se duchan, para llegar al patio a las ocho y media. En ese momento, se trasladan al comedor para desayunar. Tras el desayuno, marchan para desempeñar las distintas actividades que se dan en el centro.

P.- ¿Cuáles son esas actividades?

R.- Pues hay internos que asisten a la escuela en los diferentes niveles educativos, para los cuales contamos con distintos profesores del Ministerio de Educación, que son de fuera de la cárcel, y que vienen a trabajar como si de otro centro educativo se tratara. En estos momentos se cuenta con cinco profesores en el centro y un total de 61 internos que reciben formación. Las clases comienzan sobre las nueve y finalizan a la una del mediodía. El centro de referencia para la educación es el Edrissis, dirigido a la enseñanza de adultos.

P.- ¿Qué contenidos, materias y niveles de educación se imparten en las aulas de Los Rosales?

R.- Hay educación en todos los niveles y son los mismos contenidos que se dan en la calle. Hay clases básicas para los internos que no saben leer o escribir; a las personas más avanzadas se les ofrece un amplio abanico de enseñanzas regulares, las mismas que se dan en colegios e institutos. Además, el que quiera y cuenta con los conocimientos mínimos exigidos, puede estudiar una carrera, pasando la prueba de mayores de 25 años o contando con el COU. Así, al final del curso y tras los correspondientes exámenes, podrá conseguir el título de diplomatura o licenciatura homologado igual al de una persona de la calle. Por ejemplo, si tú obtienes el título de Psicología por la UNED al igual que lo hace un recluso, ambos vais a tener la misma titulación, un papel en que no dice nada sobre el lugar donde el preso estudió, sino de la institución que acreditó esa cualificación, que es la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Por eso, en Los Rosales incitamos a que la gente estudie, para que el día que salgan no se vayan con las manos vacías, sino que puedan reinsertarse en la sociedad de manera plena.

P.- Y es que el tiempo libre con que se cuenta bajo presidio da juego para hacer muchas cosas.

R.- Eso es. Yo, en muchas ocasiones, pienso en el tiempo que se tiene entre manos cuando se está entre cuatro paredes. Ellos no tienen ningún tipo de carga ni preocupaciones que les distraigan, luego pueden emplear todo el día en estudiar, aprender un trabajo e, incluso, realizar un oficio. El resto de los mortales, los que estamos en la calle, no tenemos tiempo para nada, y queremos hacer muchas cosas a las que, más tarde, tenemos que renunciar porque precisamente por nuestras labores, nivel de vida y oficio nos exigen mucho tiempo diariamente. Además, hay que resaltar que todas estas cosas se pueden hacer aquí de forma completamente gratuita, ya que el Estado paga las matriculaciones de la Universidad, a los profesores de Educación Primaria y Secundaria, así como los cursos de formación laboral. El Gobierno paga los libros y a los maestros y el alumno lo único que tiene que poner es su tiempo de estudio y el esfuerzo. Por eso me da mucha lástima que algunas personas no aprovechen todos los recursos que la sociedad les pone a disposición para poder estudiar y formarse aún más como personas.

P.- ¿Cómo llegan los profesores por primera vez a la cárcel?

R.- Es cierto que al comienzo la pisan el primer día con un poco de recelo. Pero se animan con el tiempo cuando ven cómo es el ambiente aquí, y les acaba gustando. Yo conozco a profesores de EGB que antiguamente eran exclusivos de prisiones. Hoy en día, un maestro es más polivalente, y esto mismo permite que un profesor que durante un tiempo haya dado clase en un colegio, por ejemplo, pueda venir una temporada para dar clases o cursos en la prisión. Si antes había unas oposiciones exclusivas para prisiones, hoy en día ya se oposita para todos los centros formativos, incluso los que se encuentran entre cuatro paredes. Y se dan muy bien las clases aquí: yo conozco a personas que empezaron su carrera de profesor dando clases en prisión gracias tras opositar para profesor de prisión y, una vez la ley permitió que dieran clases en otros centros con esta acreditación, han optado por quedarse en este entorno, porque esto engancha y no es tan peligroso como se muestra en las películas.

P.- Con relación a su trabajo diario, me imagino que tendrá un contacto más o menos cercano con los internos para ver cómo están.

R.- Si, aunque actualmente no tengo todo el tiempo que me gustaría para dedicarles. Aún así, intento pasar regularmente por las celdas para ver cómo se encuentran. Con más de veinte años a mis espaldas como funcionario de prisiones –ha pasado por las cárceles de Huelva, Cáceres, Badajoz, Sevilla y, ahora, Ceuta- de alguna forma llegas a conocer a las personas que están dentro.

P.- En esos paseos por las dependencias, sabrá cuáles son las ventajas y desventajas con que cuenta este penal… Pregunto esto porque numerosas publicaciones han hablado sobre el estado de las instalaciones de ‘Los Rosales’.

R.- Esta cárcel fue edificada en la década de los 50, hace más de cincuenta años. Y, precisamente, tras estar abierto desde hace cincuenta años durante las 24 horas del día, tiene un desgaste. Además, cuando se hizo esta prisión, la construcción se llevó a cabo con arreglo a aquella época. Es una cárcel que se ha quedado pequeña y que no cuenta con los mismos medios que cuando fue habilitada antaño y con la que cuentan las prisiones nuevas.

P.- Se habla de que las celdas son compartidas por varios internos, hasta tres reclusos dentro del mismo habitáculo. ¿Es cierto?

R.- En la Ley Orgánica General Penitenciaria se establece lo que comúnmente se llama Principio Celular, que es la norma de un individuo por celda. En el año 1979, momento en que se creó esta Ley decía que la institución debía cumplir este principio. Sin embargo, y aunque las cárceles se construyen cada año –se han inaugurado tres recientemente en la zona de Levante y la de Puerto III cuenta ya con 1.008 celdas-, el volumen de población reclusa en España hace muy difícil cumplir esta norma. Entonces, hasta que se llegue al nivel equiparado de presos y construcción de plantas, nos tenemos que amoldar a la realidad. En nuestro caso, en el de Ceuta, se están ocupando actualmente una celda por dos internos. Yo digo, y no porque tenga que defender una postura oficial sino porque he estado en varias cárceles y mi experiencia me ha llevado a ver cómo son las cosas, sé que los que quieren estar solos en la celda son muy pocos. Los reclusos quieren compañía dentro de los habitáculos. Otra cosa es intentar meter a tres, cuatro o cinco personas cuando sólo hay dos camas. Pero los internos quieren estar acompañados por otra persona. El ideal es que las instalaciones nos permitan tener a un recluso por celda, pero estoy seguro que, una vez llegado a ese ideal, los presos nos pedirán tener a un compañero de celda. Si me preguntas si hace unos años se dio la situación de albergar a tres o cuatro reclusos en la misma estancia, te responderé que sí, efectivamente, pero hay que tener en cuenta que esta cárcel se hizo en el año 55, y se hicieron celdas no homologadas en el sentido estricto de la palabra, todas iguales, sino que algunas tienen capacidad para hasta cuatro personas; en caso contrario, si el espacio no fuera suficiente, no se hubiera metido a cuatro personas en la misma celda. Además, los reclusos sólo usan éstas para dormir por la noche y para echar la siesta. El resto del día están fuera.

P.- ¿Se puede hablar, entonces, de mejoras sustanciales para la población recluida con las nuevas instalaciones penitenciarias que se proyectarán para Ceuta?

R.- Efectivamente. Hay un proyecto de prisión para Ceuta y estará lista, espero, en el plazo de unos tres años aproximadamente. Esa prisión llevará de todo y en ellos sí que se podrán llevar a cabo los talleres que tenemos planteados, con una salida profesional para los reclusos. Tendrá una capacidad total de 645 celdas en un espacio total de 323.000 metros cuadrados. Estará situada cerca de la frontera, entre el Cerro de la Mora y el Fuerte Mendizábal. Además, los ciudadanos de origen magrebí que pueden entrar en Ceuta con su visado visitan a los reclusos. Pero, imagínate, con una cárcel de mayor ocupabilidad la de presos que podrían traerse de cárceles de la Península cuyos familiares, por su condición de residentes en Marruecos y con visado de entrada en Ceuta por vivir en Tetuán, no pueden cruzar el charco para ver a sus familiares recluidos en cárceles de la Península.

P.- Además, habrá nuevas salidas profesionales para los reclusos, ¿no?

R.- Eso es. Hay una fórmula que consiste en un empresario en la calle al que se le ofrece en la prisión un local de trabajo que no tendrá que pagar, así como servicios –luz, agua y electricidad- que no tendrá que pagar. Así como una mano de obra dispuesta a trabajar al cien por cien desde el primer día tras un periodo de formación, y que llegará puntual al trabajo, porque no tendrá que coger el coche para llegar tarde al trabajo por culpa del tráfico. Además, no habrá puntos de conflicto como huelgas y esas cosas. Por supuesto, todos los presos serán contratados.

P.- Esta iniciativa llegará de la mano de la nueva prisión, porque el reducido espacio de ésta no permite llevar a cabo esta actividad laboral, ¿no es así?

R.- Así es. En este centro no tenemos ese tipo de garantías porque no hay sitio suficiente para que los internos trabajen de esta forma. Sin embargo, en ‘Los Rosales’ ya hay internos que trabajan. Porque a día de hoy hay unos 280 internos –coincide la cifra con la ofrecida por el Ministerio del Interior- que tienen que comer cada día. Y, ¿quién hace la comida en la cárcel? Hay contratado un jefe de cocina de la calle, que cuenta con un séquito de cocineros reclusos que trabajan en la cocina. Y estos internos cobran entre 230 y 250 euros al mes por este trabajo, al igual que los que trabajan en el economato, que se dedican a ofrecer el café y el tabaco, entre otras cosas, que los internos tienen derecho a comprar. El economato es un punto de venta para los internos, donde pueden conseguir enseres como el café, tabaco, bollería y latas de conservas. Son trabajadores, están asegurados y cobran por ello. Por otro lado, en una institución como ésta, que tiene desgaste, necesita que mantenga, luego varios reclusos se afanan en las tareas de mantenimiento. Estamos hablando de albañiles y electricistas, internos que se dedican a la limpieza de lugares comunes.

P.- Pero no sólo habrá albañiles y electricistas en el centro, ¿no?

R.- Hasta el momento, éstos son los oficios desempeñados, puesto que no hay espacio para llevar a cabo esa iniciativa de que los empresarios tengan en la población reclusa y en el centro su mano de obra y lugar de trabajo. Esta prisión es muy pequeña y, por eso, hasta que llegue la prisión nueva se ponga a punto, hemos apostado por la formación, unos cursos de formación profesional para el empleo costeados por el Fondo Social Europeo y del Estado, de electricista, de pintor, de peluquero y de albañil. Ya que no hay sitio para trabajar en los talleres que nos gustaría, se formen en estas ocupaciones. Cada uno de los módulos de aprendizaje cuenta con 15 plazas, que ya han sido cubiertas, luego hablamos de 60 internos que se están formando para ser electricistas, pintores, peluqueros y albañiles. Estos están a cargo de monitores que vienen de la calle, contratados a través del INEM.
 

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