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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

¿Condicionantes para opinar?
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Ciertamente uno cree encontrarse en un país donde el libre albedrío no está condicionado por imperantes ajenos a los verdaderos sentimientos del mismo. Si las decisiones de uno dependiera de las imposiciones de otros, ya no sería libre de opinar como le viene a las mientes.

Me he dado una vuelta por los mentideros políticos y culturales de la ciudad, pasando lo más desapercibido posible (cuánto daría por ser el hombre invisible) y uno se entera de cosas, demasiadas, que lo apabulla al momento. Cosas que, a pesar de todo, deberían ser publicables si en ésta ciudad no existiera unos condicionantes impuestos por quienes tienen mucho que perder si se dan a conocer esos otros asuntos oscuros.

En la prensa existe una definición muy clara sobre la influencia de ciertos personajes para que no se escriban determinados artículos que, de una manera u otra, podrían perjudicarles de manera notoria y les hace frente con esa manida combinación de tráfico de influencias de manera que, sin alterar el orden establecido, vayan minando la moral del articulista con una hipócrita sonrisa de lado a lado de la cara.

Por suerte, para la prensa, o desgracia, para los influyentes censores, el Gobierno está estudiando implantar la transparencia en todos los aspectos y condicionantes de la gobernabilidad del país, como ya ocurre en países más avanzados como Suecia, Finlandia, etc. y ello conlleva el derecho de que el ciudadano tengan conocimiento de todo lo que se cuece, siempre que no afecte a la seguridad del Estado.

Los ciudadanos, que estos meses andan liados con la declaración, tienen pleno derecho a saber qué hace en realidad el Estado con la economía del país y que las condiciones imperantes en una democracia plena así lo exige.

Se supone que uno vierte su opinión en la prensa movido por el afán de poner las cosas claras y, sin llegar a ser de una manera rotunda, exponer las razones del porqué de esas opiniones en contra de actuaciones contradictorias con la más pura lógica. Tal vez uno no sepa expresar claramente sus ideas sobre cualquier tema de importancia y tal vez aparezcan palabras duras que pueden dar a entender una tergiversación que el fondo no existe. Pero eso ya entra dentro de la especulación a todos los niveles y si existen demasiados lameculos eso ya es harina de otro costal. No se puede esperar otra cosa de una ciudad de la que, en todos los mentideros políticos y sociales del país, cuelga el cartel de “bastión fascista”. No lo digo yo ni lo afirmo. Lo dicen otros en una inmensa mayoría. Hasta los propios caballas lo confirman.

En muchas tertulias en la que he participado, he comprobado personalmente que quienes siempre quieren tener razón no dejan terminar de hablar a nadie. Interrumpen cada dos por tres con exclamaciones aferradas a determinadas palabras sin razonar el conjunto de la frase., Vuelven una y otra vez sobre el mismo tema, como si su insistencia sirviera para que se le reconozca su inexistente razón. No rebaten con lógica las opiniones contrarias a ellos. Chillán más que una mona gibraltareña en celo y no dejan de intercalar puyas y palabras malsonantes. Lamentablemente los que así actúan son todos de derechas y todos furibundos defensores del conservadurismo más arcaico y ramplón.

Ello implica que sea imposible razonar con gente así, implica que tengan que ser ignorados por cómo se comportan, no por lo que aparentan que son. Esa clase de gente son los que de verdad traen problemas al país con su intransigencia y su intolerancia. Rompen cualquier fraternidad surgida de las relaciones sociales. Si de esa clase de gente dependiera, todos los demócratas de cualquier signo, religión y condición habrían desaparecido de la faz de la tierra.

Cambiando de tema, en una corta andadura por ampliar conocimientos, pregunto: ¿por qué en éste país se entregan medallas al mérito siempre a los muertos? ¿Por qué no se hace esa entrega de medallas en vida? ¿Es que una persona obtiene el reconocimiento de sus méritos una vez muerta? ¿Tendrá en el cielo un escaparate con los galardones no recibidos en vida? Menudas patochadas son esas de agrandar los méritos de un muerto. Pueden hacerlo mientras viven ¿No?
 

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