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OPINIÓN - VIERNES, 9 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Nadie está libre
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Un día agradable, poco sol y a pesar de ello un poco de calor. Mientras sopeso mentalmente la abultada derrota del Barça en el Bernabeu, que dicho sea la verdad me va a costar una cena en un restaurante moruno a causa de una apuesta con la responsable de las finanzas del diario, derrota que me sugiere una pasada por la badana de los chicos azulgranas… ni para la segunda plaza tienen aspiraciones.

No acaba ahí la cosa sino que cuando salgo a la calle después de una jornada más trabajando, me encuentro ante mis narices un personaje muy popular en la ciudad disfrazado de tal guisa que me produce la risa. Y no es sólo que esté disfrazado sino que encima lleva de la soga a un burro también disfrazado. Burro de los de verdad. No de calificativo.

Se trata de Dudú, el atleta ceutí ya retirado. ¿Quién me diría que el atleta estaba tocado del ala? Ignoro si fue un deportista de élite porque nunca he seguido sus proezas en la pista. No soy aficionado al atletismo.

Envuelto en un sudario decorado con el escudo del “Madrí”, bordado o pegado en cada rincón de la tela, portando sendas banderas de la ciudad y del equipo merengue, andando con garbo militar y tirando del jumento, mediante una correa llamativa, disfrazado éste con una camiseta y una banderola con el escudo del Barça, parecía más bien un desequilibrado escapado de quién sabe donde.

No sé que habrá hecho el pobre burro, el de verdad no el otro, para merecer semejante escarnio. No creo que Dudú le haya preguntado si era forofo del Barça. Los burros no son, por naturaleza, aficionados al fútbol aunque peguen patadas de aúpa. Ni mucho menos forofos.

Saltando kilómetros arriba, sin barco ni AVE, me acerco mentalmente por los madriles para ver que policías corruptos usurpan el papel a los macarras. Se supone que son los representantes de la Ley ¿no?, entonces ¿Qué hacen yendo contra la misma?... semejante entuerto no lo limpia ni el personaje de don Miguel, el Cervantes se entiende. Hoy tan de moda. Me refiero al Cervantes. Hasta en Polonia lo conocen levantando un edificio. Cuando hablo de Polonia me refiero a la Polonia de verdad, no a la Polonia catalana.

Mientras en la ciudad se dilucida sobre armas fantasmas de las que salen tiros que matan a una persona, en los tribunales de otras Comunidades se amontonan sentencias que agobian a los funcionarios judiciales y alegran las pajarillas a los delincuentes condenados que esperan se extravíen sus casos. Los jueces no tienen parte en el asunto aunque sí arte, se limitan a dictar sentencia tras sentencia. Así continúan amontonando carpetas de pliegos tras carpetas de pliegos. Pobres funcionarios. Los veo sin el sagrado café con leche.

Mientras un gran delincuente convicto y confeso obtiene permiso de salida por segunda vez, un pobre chico que ha pillado una cogorza se pudre en el fondo de un calabozo sin cuento a la espera de juicio por no se sabe qué cosas… ni fianzas le conceden.

Volviendo por los madriles, un madrileño se pìlla los dedos con un muelle saltarín cuando intentaba abrir su cama nido de la marca Flex. Denuncia al canto. Gajes de que su equipo gane la Liga y al Barça. Tan ciego va que se carga las huellas dactilares. Y encima, la bola le pasa delante de sus tres hijos menores de 8 años. Así aprenden los críos el rico repertorio de palabrotas españolas. Nada hay mejor que un padre para enseñarles.

Mientras el Tribunal de Justicia de la UE condena el “céntimo sanitario” (¿por qué llamarán “céntimo sanitario” a un impuesto sobre los hidrocarburos?) con el que varias Comunidades atracan un poquito más a los ciudadanos en un acto reflejo del antiguo derecho de pernada, el mismo Tribunal cree que el País Vasco puede fijar una fiscalidad propia distinta a la del país en general. Cosas de locos ¿no creen?

Así y todo, la vida continúa en la ciudad, con mujeres reclamando al nuevo Delegado del Gobierno paralizaciones estatales. Semejante insistencia ya suena rara. Por otro lado ya me dirán qué hacía cierto Consejero de la Ciudad reunido con representantes de la barriada del Príncipe en una cafetería. Sus voces se oían hasta en la cúpula de la Catedral. El Delegado debe andar contento, ya tiene sobre la mesa dos asuntos: las reclamaciones de las mujeres y la promesa de más medios y recursos que le dará el Gobierno del país.
 

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