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OPINIÓN - SÁBADO, 10 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Formas de enredar las cosas
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Tranquilo me he paseado hoy por el único tramo concurrido por los ceutíes del centro: la Gran Vía hasta la plaza de los Reyes. Lo he hecho solito, sin más compañía que mi paquete de tabaco y mi mechero y sin mi familia dándome la lata sobre compra eso o compra aquello. Semejante hazaña es digna de figurar en los anales de las actividades recreativas y culturales. Tiempo de ocio para ver es-caparates, saludar a conocidos y también a desconocidos que me saludan al paso. Tiempo para ob-servar esas estampas gigantes estampadas contra los cristales de los ventanales del Museo de Ceu-ta. Estampas que suponen los personajes protagonistas del 2 de mayo, mientras Jacinto Ruíz vigila pétreamente la historia. Me ha parecido que ha sonreído al encontrarnos nuestros ojos. Bueno, figu-raciones mías.

Esta mañana, antes de recoger a mi chico en la escuela, me he acercado al cementerio de Santa Catalina. Ignoro por qué lo he hecho. Parece que una fuerza desconocida ha guiado mis pasos allá. Ya en el recinto me he perdido buscando las últimas moradas de mi ya enorme familia. Una familia desperdigada por todos los rincones del planeta. No hablo de mis hermanos ni de mis primos herma-nos, hablo de tíos para arriba. Muchos de ellos están descansando el sueño eterno en éste cemente-rio en constante renovación.

Ya de regreso a casa, después de recoger a mi retoño, me he acercado al mi bar favorito, lleno de gente de la tercera edad celebrando no se qué, con intención de pillar algo para tapear. Mientras me tomo la caña observo a los clientes que están comiendo. Me sorprende que se pongan a jugar imitando a los soldados y usando un paraguas en lugar del fusil, con cambio de guardia incluida.

Ya de regreso a casa me sorprende, otra vez, el anuncio de la Dirección General de Tráfico sobre los accidentes de moto. El que representa al conductor del coche se ha cargado la culpa del acciden-te del motorista asegurando que no lo vio, pero que ahora lo verá siempre. Menos mal que al final confiesa que no tiene nada que ver con el asunto porque es un actor.

Por mi parte no puedo estar de acuerdo con esa afirmación de que la mayoría de los accidentes de moto es por culpa del automóvil… he vivido muchos años en Catalunya y de sobra es conocido por todo el mundo el intenso tráfico de motos que tiene Barcelona. He vivido situaciones muy difíciles conduciendo mu coche por las cuadriculadas calles de la ciudad condal y he visto cientos de acci-dentes entre coches y motos, coches y coches, coches y camiones, etc.

Muchos de esos accidentes son ocasionados por las motos de manera tan directa que resulta im-posible rebatirlo. Muchos de esos chicos y no tan chicos, muchos de esos adultos que conducen una moto, no dudan en circular entre carriles a una velocidad espantosa. No dudan en meterse delante de los coches que circulan para cambiar de carril o simplemente para joderle la vida al conductor. En las vías rápidas he visto miles de ciclomotores serpenteando entre los coches y plantándose delante de cualquiera pillándolo de sorpresa y dando ocasión a que fuera embestido. He visto con mis pro-pios ojos, en Ceuta también, a ciclomotores y no tan ciclomotores correr por el carril contrario, aún viniendo coches en dirección contraria y esquivándolos como los toreros esquivan a los morlacos, por no hablar de quienes adelantan por la derecha en situaciones extremas.

Tengo una moto, soy motorista por lo tanto, me atengo a las normas de circulación como si estu-viera en el coche. He tenido innumerables sustos dados por otros motoristas que adelantando a co-ches que están detrás de mí, se plantan delante mismo de la rueda delantera de mi moto. Un día de éstos lamentaré un accidente contra otra moto y de seguro que la culpa la tiene el coche que viene detrás de mí por no haberle cedido espacio al verse adelantado por un ciclomotor cochambroso.

No señores de Tráfico, no tienen aciertos con ese tipo de anuncios. No hará más que engrande-cer la creencia de que el motorista es el rey de la calzada. Si todos esos motoristas cumplieran las normas más elementales de circulación no lamentarían esas muertes.

Ya lo mencionó Freud, la máquina en manos de un cobarde le hace crecerse lo indecible hasta creerse invencible. Más o menos como una prolongación de efectos fálicos. Eso no conduce a nada, y va por lo del anuncio. No demos pábulo a que el que se cree rey del asfalto se considere en breve tiempo emperador de las carreteras. No enredemos, por favor.
 

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