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OPINIÓN - JUEVES, 15 DE MAYO DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Otro vil y cobarde asesinato

La sociedad vuelve a estar de luto a causa del nuevo golpe a la convivencia y a la paz que la banda de asesinos ha dado tras el atentado sucedido en la madrugada del miércoles. Golpe terrorista de ETA que ha costado la vida a un agente de la Guardia Civil, Juan Manuel Piñuel Villalón en la localidad de Legutiano (Alava). Melillense de 41 años, Juan Manuel se erige así en el primer funcionario de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado caído desde que los cobardes asesinos decidieron engañar a la sociedad y al Gobierno español con la falsa bandera del alto el fuego.Piñuel se encontraba en un pequeño edificio de vigilancia; quedó enterrado entre los escombros, junto a otro compañero, un sargento, al que los bomberos lograron rescatar con vida. De nuevo la sociedad responde unida. Parlamentos, Asambleas, Diputaciones, Ayuntamientos... Hoy es un día para oficializar la repulsa y la cercanía a las víctimas. Los tiempos deben cambiar de manera definitiva como para que regrese a la sociedad ese espíritu que invadió a España después del asesinato de Miguel Angel Blanco. El espíritu de Ermua sobrevolará en julio, once años después de que ETA decidiera acabar con la vida del político mediante el tiro en la nuca. Ese día el coraje inundó España de punta a punta y los políticos supieron recoger el testigo para acorralar a los terroristas. Hoy estamos como ayer, indignados pero no impotentes, quizá la mala política haya calado aportanto indiferencia, por eso es ahora el turno de la política; el turno para encabezar un movimiento en dirección frontal hacia el aplastamiento de ETA y la erradicación de estos asesinos chantajistas que mantienen amedrentada y atada a la sociedad vasca mediante sus tentáculos [permitidos] aposentados en las instituciones públicas de esta región española. Los dos grandes partidos deben afrontar conjuntamente y sin fisuras la política antiterrorista con mecanismos donde sólo quepa la acción policial y judicial. Una lucha sin cuartel hasta expulsarlos de las instituciones; rompiendo su estructura económica y de extorsión hasta la asfixia.
 

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