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OPINIÓN - JUEVES, 22 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Hoy es jueves, se acerca el fin de semana, y ante la posibilidad de tomarme un respiro, me dan unas ganas enormes de cantar. Así que con el permiso de todos ustedes, “usease tos vusotros”, me voy a pegar par de cantes del bueno.

Había una vez un barquito “chiquitito” / que no podía, que no podía navegar /Pasaron una, dos, tres semanas / Y aquel barquito no podía navegar. Para ese viaje no se necesitan alforjas. Si no podía navegar para qué se quiere un barquito. Cambio de canción, está no me vale.

Mejor voy a cantar esa que dice “Mí padre tiene un barco / me “cachis” en la mar / me cachis en la mar. Tampoco me convence esta canción, por qué voy a realizar el acto de me “cachis” en la mar.

Sigo buscando en mí gran repertorio de canciones y encuentro una que fue un auténtico bombazo en su época. “Él vino en un barco de nombre extranjero / Y en el mismo barco que vino se fue”. Y para qué quiero un barco, si sólo viene y se va, como los barcos turistas sin dejar un duro en Ceuta. Y. además, de nombre extranjero ¡Menos ma!. Oiga algo es algo, al menos tiene nombre extranjero, porque si llega a ser el “Cristina C” a estas has estamos todos nadando en aguas del Estrecho con flotadores incluidos.

Me tengo que buscar una canción, dentro de mí extenso repertorio, que me deje contento. Voy a hacer una cosa. Voy a cambiar la letra de una canción de mí admirado Tony Leblanc, adaptándola a un barco, dice así: “Que me venden un barco / no lo puedo comprar /Que me venden un barco / No lo puedo pagar / Y como no tengo dinero me pongo a silbar”. Me gusta eso de ponernos todos a silbar, mirando al cielo, a ver si cae un milagrito de nada y surgen de entre las piedras el dinero para poder comprarme el barco. Creo que he dado con la canción que más se ajusta a mis deseos de tener un barco.

Bueno, y a todo esto, para qué quiero yo un barco, si con la patera de mí amigo El Puchi tengo bastante para ir a pescar. Total que si no quiero ningún barco, ni tengo un euro para comprarlo, por qué estoy cantando tantas canciones de barcos.

Quien quiere un barco es la Ciudad, que no es mala cosa pero… Siempre hay un pero. Supongamos que todos los empleados tienen que ser funcionarios. Habrá que tener en cuenta, los días de asuntos propios, las vacaciones de verano y, por supuesto, que algunos se ponga enfermo, que quieran navegar en las fiestas de navidad, sin olvidar alguna que otra huelga. Total que el barco iba a andar menos que un caballo de mármol.

Se tendrá que dar las concesiones como las de los bares que tenga el barco. Como quiero ayudar, se las podemos dar a Miguel Ángel el de la “Pérgola”. La capitanía, del mismo, habrá que buscar entre los afiliados afines el que tenga título al menos de patrón de yate. Otro tanto tendremos que hacer con la marinería buscar, al menos, treinta marineros afines al asunto. Aquí la cosa empieza a complicarse, cómo encontramos a treinta marineros afines que sepan de marinería. No sería mejor, contratar la patera del Puchi. Y, de esa forma, nos ahorramos un dinero. Sólo quiero ayudar.
 

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