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OPINIÓN - DOMINGO, 25 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

En ruta
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

El transporte por carretera ha tomado fuerza, esto es un hecho. Por consiguiente, es normal que el Parlamento Europeo se adapte a los nuevos tiempos y adopte medidas. Unas normas servirán para facilitar los procedimientos de control. Otras para reforzar el marco de sanciones. Es lógico hacer justicia para que nadie se desmadre. Es, por tanto, una medida congruente que la Eurocámara respalde las propuestas de la Comisión Europea en lo que se refiere a la contratación de gestores cualificados de transporte y la retirada de licencias a los operadores culpables de delitos graves. El Parlamento Europeo, siguiendo esa misma coherencia, también se muestra a favor de elaborar una lista de infracciones que pueden llevar a la suspensión o la retirada de las autorizaciones, así como la inhabilitación de los gestores de transporte “negligentes” o “maliciosos”.

Aparte de que las empresas de transporte demuestren su solvencia económica para hacer frente permanentemente a sus obligaciones financieras, hay que ir más allá, y me parece esencial que los gestores tengan que demostrar su competencia profesional, que pasa por ejercer la actividad con relevante capacidad y aplicación. Han de fundamentar la toma de decisiones en los datos e información y no tanto en las opiniones, siempre subjetivas, en la intuición, en la posible experiencia. Además, como toda actividad empresarial, el transporte por carretera tiene repercusiones medioambientales. Su herramienta de trabajo, el camión, tiene una connotación de peligro, de contaminación, de ruido, entre otras molestias. El hecho de que la misma sociedad rechace cada vez más las actividades irrespetuosas con el medio ambiente, pienso que lo que debe hacer es impulsar a las organizaciones de transportes a ser más exigentes consigo mismas, considerando la gestión social y medioambiental como un elemento más en su estrategia de mercado.

En un mercado, pues, como es el del transporte de mercancías por carretera de grandes dimensiones, con un elevadísimo volumen de transacciones anuales y en constante estado de evolución, es sustancial un nivel de transparencia organizativo y de control de esa organización. La paradoja quizás sea que se aplican demasiados impuestos en el transporte. Y que, a veces, se olvida de la persona. Es cierto que una pieza fundamental es la empresa, pero también el camionero, gentes que van de acá para allá, no siempre por carreteras en buen estado, todo hay que decirlo, deseosos de llegar al destino, sufriendo todo tipo de inclemencias, salvando obstáculos –somos un país en permanente obra-, y con muchas horas de soledad a las espaldas. Ellos son la verdadera imagen del sector.

Curtidos al volante los camioneros cuentan los kilómetros, como esos caminantes que van haciendo camino al andar, esperan el abrazo de la misión cumplida y el aliento de su familia. Suelen ser personas solidarias y con una buena dosis de paciencia. Necesitan aguante, sobre todo para sobrellevar la serie de etiquetas que la gente tiene sobre la profesión y, después, cierta dosis de sentido del humor para resistir los malos tragos. Al igual que el hombre nace libre, responsable y sin excusas; también el auténtico profesional del volante, el vocacional que siempre ha soñado ser camionero, nace y luego se hace, ángel de la carretera, consciente de lo que lleva y consecuente con lo que hace.
 

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