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OPINIÓN - MARTES, 3 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Con la llegada del mes de junio, finalizaron las comuniones y las cruces de mayo. Todo, en esta vida, tiene un principio y un fin. Las comuniones habrán dejado algunos bolsillos más escuálidos que mí tarjeta Visa, ese pedazo de cartón que como no te andes con cuidado, a la hora de usarla, te puedes llevar una sorpresa, de la que tardará varios meses en reponerte.

La vida ha cambiado tanto y con ella sus acontecimientos, que no existe comparación posible con mí época de niñez. Una niñez marcada por esa generación perdida de todos aquellos que ya hemos sobrepasado los sesentas, en Canarias cincuenta y nueve.

Haciendo memoria vieja, me vuelvo atrás a mis tiempos de chaval, donde todos los “capitalistas” de mí categoría hacíamos la comunión vestidos de gris, para diferenciarnos de aquellos pobretones que la hacían de vestidos de almirantes. Siempre ha habido diferencias y, en esos momentos, es donde más patente quedaba demostrada.

Se podía ver, esa diferencia, en la propia iglesia donde íbamos a tomar la primera comunión. Bancos llenos de “capitalistas” vestidos de gris y escasos pobretones vestidos de almirantes, si acaso un par de ellos. Ya se pueden imaginar que la diferencia era palpable, con sólo echar un vistazo.

Y ni te cuento las celebraciones. Los “capitalistas”, clase a la que me siento orgulloso de pertenecer, en un alarde de facultades monetarias, nos recorríamos la ciudad de punta a punta, todo ello en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andado, no por necesidad, sino por visitar a familiares y amigos, a ver si se dejaban caer con algunas monedas, con la que poder pagar el chocolate y con suerte algún bizcocho. Los “capitalistas éramos así, unos derrochones, a los que nada nos importaba el dinero.

Los pobretones, por lo contrario, celebraban sus comuniones en algunos de aquellos famosos restaurantes que había en esta tierra y, además, recibían la tira de regalos algunos, válgame Dios, hasta le regalaban una bicicleta.

Hoy la cosa ha cambiado y ya, en los bancos de las iglesias no se ven tantos trajes grises, sino por lo contrario, muchos marineros y almirantes. Está visto que la marina se ha terminado imponiendo, a pesar de la armada Invencible que, por cierto, no era invencible. Aunque En su descargo hay que decir, porque es de justicia hacerlo, que no se puede luchar contra los elementos.

Hoy ni los almirantes ni los marineros con cierta graduación, sentados en los bancos de las iglesias para recibir su primera comunión, se tienen que enfrentar a los elementos. Sus padres se tienen que enfrentar a algo mucho más peligroso, a los préstamos de los bancos amigos.

Oiga, que tal y como está la cosa de los préstamos con sus intereses correspondientes, muchos padres hubiesen deseado que sus hijos, hiciesen la primera comunión, vestidos de gris como los grandes “capitalistas” de la época de niñez, recorriendo Ceuta visitando familiares y amigos Sean sinceros, a qué algunos han dicho “igualito que en mí época”
 

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