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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

“Fistro, Jóvenas, Miembras, Sudaca y otros palabras del idioma español moderno
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Desde que el incomparable Francisco Umbral, el mejor escritor contemporáneo, de gran originalidad creativa, prestara su mayor atención al relato de costumbres típicas de nuestro país, (“el autor mas renovador y original de la prosa hispánica actual”, según Miguel Delibes), hasta la última innovación del idioma con la expresión por la Ministra de Igualdad Bibiana Aido de aquello “miembros y miembras” dentro del contenido de su propuesta de implantación de un teléfono para hombres no para maltratadotes como ella misma a aclarado, pasando por la ilustre Doña Carmen Romero con su “jóvenes y jóvenas” durante un encuentro con las juventudes socialistas en Cádiz si no recordamos mal; el no menos ilustre Chiquito de la Calzada con sus “fistros o escondemor”, “Los Chunguitos”, “Las Quetchups”, “Las Grecas” y no digamos nada de “Chikiliquatre” (¿se escribe así?) el representante de la canción española en la última gala de Eurovisión celebrada recientemente, con letras de sus canciones que se nos hacen intraducibles, hemos venidos oyendo y “soportando” palabras malsonantes así como frases hechas que desvirtúan el rico idioma castellano y que por mor de aquello de su uso y costumbre se han convertido en parte del léxico principalmente de nuestros jóvenes: “fulanito ha salido del armario”, se dice para dar a conocer que cualquier homosexual no declarado públicamente ha hecho gala de su inclinación femenina. O aquellas otras nuevas palabras como “sudaca”, en este caso abreviando despectivamente la expresión de “sudamericano” que recoge nuestro diccionario de la lengua; “maloca”, con que se designa la invasión de hombres blancos en tierras indígenas; “golfaray”, con que se nomina a la jerga de los delincuentes”, vocabularios todos muy diferenciados a los que les pasa como con las modas: que duran muy poco al uso.

Existen, como consecuencia de estas formas coloquiales, otras frases que se vienen utilizando principalmente por la gente joven, como “que passa contigo tío”, sin que al que va dirigida la frase tenga parentesco alguno con su interlocutor; “oiga jefe”, sin relación laboral alguna con la persona a la que se habla; “pata negra” para hacer ver la excelencia de cualquier objeto o cosa; “macho” para dirigirse a un “colega” que, por cierto, no tiene la menor relación ni se trata de compañero de colegio, iglesia, corporación o ejercicio de una actividad común con quien lo menciona; “masoca” que se emplea para abreviar la denominación de quien goza por verse humillado; “sadoca” que es la traducción de “sadismo” o crueldad refinada con placer para quien la ejecuta; “tronco” que nada tiene que ver con una parte del árbol y sí para referir a la persona con la que se mantiene un noviazgo o relación amorosa; “curro” que es el ejercicio de una la actividad laboral y otras muchas que nos haría pequeño el espacio que nos tiene reservado nuestro diario.

O sea: que nos encontramos, principalmente entre la gente joven, con el uso de un lenguaje “tontorrón, pobre y limitado” (como lo denomina Pérez Reverte) que nada tiene que ver con el “idioma Chely” que empleaba Francisco Umbral (“Madriz”, “actividaz”, etc.) quien con su originalidad creativa prestó atención al “retrato” de las costumbres típicas de nuestro país con un estilo único en el que utilizó como expresión de nuestra lengua, términos o léxicos modernos, nada parecidos a los mencionados de “fistro, “jóvenas”, o “miembras”, por decir algunas palabras sin arte y, en algunos casos, de mal gusto o tonos groseros que vienen proliferando e incorporándose, por desgracia, a nuestro idioma.
 

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