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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

El cotilleo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace años, un tal Robin Dunbar, profesor de antropología biológica del University College de Londres, aseguraba que el cotilleo es una actividad universal a la que se entregan hasta las personas más serias y que se ejercita hasta en los lugares más circunspectos. Incluso refería que la sabihonda ciencia empezaba a sospechar que el cotilleo es uno de los pilares de la salud social, esa tercera variable en discordia de la ecuación de la salud, junto con el bienestar físico y mental. Sí, parece ser que hablar bien o mal de terceras personas es un pasatiempo de lo más razonable y saludable.

Ya lo dijo Oscar Wilde en ‘El retrato de Dorian Gray’: “¡Los cotilleos son encantadores! La historia es un mero cotilleo”. Los cotilleos de este principio de semana han estado centrados en el presidente de la Ciudad. ¿Quién, si no, con más posibilidades de focalizar las conversaciones por gusto sobre pequeñas faltas de alguien o contar cosas que afectan a otros?

Juan Vivas es un presidente acaparador. Está en todas partes. Pisa los terrenos de la popularidad a tiempo completo y no permite que nadie le quite ese sitio donde él se mueve como un auténtico campeón. Me gustaría verle competir en tal especialidad con Pedro Rodríguez: alcalde de Huelva y con derecho ganado a pulso de ser tenido por un tipo cojonudo.

Pero esa forma de comportarse de Vivas y Rodríguez, tan celebrada como llaneza, campechanía, espontaneidad, etc., si no se tiene bien controlado el sentido de la medida, puede convertir en esperpento a quienes buscan con ahínco ganarse el cariño de la gente por medio de hechos populistas.

Vivas es querido y apreciado por sus convecinos, de forma mayoritaria; lo cual es axioma. Pero haría muy bien en no creerse que practicar el populismo por sistema es la mejor manera de mantener ese afecto y ese respeto que se ha ganado desde que tomara posesión de la presidencia de la Ciudad.

Todos sabemos que al presidente le encanta estar entre la gente disfrutando de los festejos tradicionales y sobre todo compartiendo con los aficionados los espectáculos deportivos. Mas, como bien decía antes, esa presencia por sistema en todos los acontecimientos, -y saraos con pretensiones de ser hechos relevantes-, en cuanto se pasa de la raya está abocada a convertirse en demagogia.

Decía antes que el chismorreo de esta semana ha tenido como protagonista a Juan Vivas. Y ha sido así por su actuación en el campo del Gerona. Y creo que ese cotillear referido al presidente es necesario porque puede servirle para que él analice si no se dejó llevar por la emoción del momento y dio pasos que, quizá, nunca debió haber dado.

En ocasiones, estimado presidente, le convendría tener cerca un bufón que con talante subversivo se atreviera a decirle que todo tiene un límite. Con el único fin de que usted, que siempre hizo de la prudencia valor incuestionable y huyó del sentido del ridículo como los bañistas huyen de las medusas, se percate de que su apasionamiento en el estadio de Montilivi, fue improcedente y todo un regalo para la oposición. A no ser que usted haya hecho suya la frase siguiente: “Detesto saber lo que dicen a mis espaldas. Me hacer ser aún más arrogante”.
 

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