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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando se empiezan a perder las tradiciones. Cuando los pueblos, por aquello del paso del tiempo, van dejando a un lado ciertos eventos que se habían mantenido a pesar del paso del tiempo nosotros, a pesar de todo eso, seguimos manteniendo algunas de nuestras tradiciones que, jamás, deberán perderse. Es el caso de la romería de San Antonio.

Cierto es que, con el paso de los años, algo ha ido cambiando en esa romería. Haciendo memoria vieja nos vamos a volver atrás recordando nuestra época de chaval, donde la romería era otra cosa, otra forma de hacerla y, si me apuran, de sentirla.

En aquella época las familias enteras subían hasta la ermita y se instalaban alrededor de ella, con sus bocadillos, su vino y refresco para los más pequeños, viviéndose una jornada familiar, inolvidable, que duraba hasta que el Sol se oponía, había que recoger todo y de vuelta a casa.

Por supuesto que en aquella época aún no se había puesto de moda el regalar paella, bocadillos, cervezas o refrescos a los asistentes a la romería que se acercaran a cogerlos. Convirtiéndose, todos estos obsequios, en un atractivo más de la romería. Con lo que desde mí personal e intransferible punto de vista, la romería había perdido identidad y, sobre todo, ese toque familiar que muchos años atrás se había impuesto.

Y que conste que aquella época, era mucho más dura que la de ahora, porque no todos teníamos para llevarnos el bocadillo, que mitigará el hambre durante esa etapa de romeros subiendo hasta la ermita, mientras nos dedicábamos con una lata a recoger moras del zarzal que, por supuesto, sabían a gloria. Como de igual manera sabía el agua bebida de aquel chorro, al final del parque de San Amaro, que salía por un tubo de hierro, antes de iniciar la subida a San Antonio.

Hoy, acabado aquel chorro de agua magnifica del más puro manantial, se lleva agua embotellada de las diferentes marcas que hay en el mercado. Ninguna de esas aguas, digan lo que quieran decir, mejora en calidad a la de aquel chorro salido del tubo de hierro.

En fin que las cosas, con el paso del tiempo, han ido cambiando en su forma de ser y de hacer. Hoy no hay que preocupare del bocadillo ya que, llegando a la ermita, a la hora de “tajelar”, nos sirven de forma gratuita la comida y la bebida. A pesar que, indiscutiblemente, se tienen más medios económicos que en la época de mí niñez, donde a nadie se le ocurrió darnos ni las gracias.

Este año se anunciaba, para todos los romeros, choco con garbanzos, pero debido a la huelga de los camioneros, según dicen, la organización se ha visto obligada a tener que cambiar el menú, sustituyendo los choco con garbanzos por la consabida paella, que es lo más socorrido que existe para casos en los que hay que sustituir el asunto de la “manduca”.

Sea como sea, en esta época o en la época anterior, hagamos un esfuerzo por mantener, siempre, nuestras tradiciones. Un pueblo que pierde sus tradiciones, está rompiendo su historia.
 

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