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OPINIÓN - MARTES, 24 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Encuentros nostálgicos
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

La tarde del sábado he decidido pasarla viendo el encuentro de la Eurocopa entre Holanda y Rusia, hipotéticos rivales de nuestra selección si salva el escollo de los italianos y el encuentro de viejos amigos y de viejos recuerdos.

Ya se que el mejor asiento para ver fútbol televisado es el de casa, el del sofá mullido y el que tiene la despensa más cercana… pero ver fútbol ante la indiferencia de mi hijo pequeño –enfrascado en los videojuegos de su PC particular- y las sempiternas preguntas de mi mujer sobre el porqué de esas jugadas y esas pitadas del árbitro de turno –siendo cubana como es poco entiende del fútbol, su deporte favorito es el béisbol americano del que no entiendo ni papa- he preferido verlo en mi bar favorito, La Pérgola, justo enfrente de mi casa.

Ante un buen tinto de verano, agitado no mezclado, y unas suculentas tapas (recomiendo las espléndidas albóndigas tal vez por la esfericidad de sus formas idénticas a la del balón) disfruto de las jugadas de futbolistas europeos mientras pego la hebra con Pedro Moreno.

Pedro Moreno, deportista donde los haya y antiguo compañero de batallas futboleras allá por la década de años 60 en el “54” y en el Alfonso Murube, él del Fundador y yo del Diamante eternos enemigos deportivos de aquellos tiempos en que el “estadio” del “54” se llenaba de espectadores (más que los que consigue la actual Asociación Deportiva en el Murube). Aquél “estadio” cuya cancha era un suplicio para quién daba con ella en caídas, aparatosas mas o menos, y un auténtico suplicio tantálico para servidor que jugaba de portero y se las veía y deseaba por no encontrar una china, del tamaño de una de esas albóndigas que sirven en La Pérgola, cuando me veía obligado a tirarme en pos del balón…

Partido de fútbol entre holandeses y rusos, estos dirigidos por el “traidor” holandés errante, visionado a retazos entre buches de tinto y charlas amenas y nostálgicas de aquellos tiempos que no volverán.

Entre charla y vistas al televisor me encuentro con el Delegado del Gobierno, Fernández Chacón, que me sorprende grata y mayúsculamente al reconocerme y saludarme merced al “chivatazo” de Sergio Moreno. No crean, estoy muy agradecido a Sergio. Gran hombre éste Sergio Moreno y no es que le haga la pelota, lo escribo de veras.

Tenía ganas de conocer personalmente a Fernández Chacón y cambiar algunas impresiones con él. No ya en plan canalla de la prensa si no como ciudadano llano y simple. He de reconocer que es un hombre que sabe estar en cada momento en su lugar, hombre comprometido y franco. Espero conocerle más.

Un día afortunado. Levanto a los contertulios del bar con una porra de un euro sobre España-Italia. El cocinero de La Pérgola se sale por peteneras y señala que quiere la apuesta en cinco euros… ¿no te jode el tío? En estos días en que hay que apretarse el cinturón económico (por Hacienda y la declaración del IRPF, aparte de la subida de todo) no estamos para despilfarrar capital poco seguro.

Volviendo con Moreno, no Sergio si no Pedro, recordamos aquellos lances futboleros y aquellos jugadores de nuestro tiempo con nombres y apellidos, que de ponerlos aquí ocuparía varias páginas de “El pueblo de Ceuta”, aquellos tiempos en que formábamos una piña aunque jugáramos en equipos distintos… mientras Rusia partía en tres tajadas a la naranja mecánica.

Aquél “estadio” del “54”, testigo de nuestras jugadas maestras con un balón que, por su peso y composición, hoy en día tumbaría a cualquier jugador de élite. Aquél “estadio” con gradas en un lateral sur y en el gol oeste que se llenaba de gente que aguantaban toda la mañana del domingo bajo los fuertes rayos del sol y las ocasionales lluvias en días de partido resulta imposible de olvidar. Como tampoco podía olvidar ese levante que hizo desviar un balón que se coló en mi portería y que dio el triunfo al África Ceutí, cuya portería defendía Antonio Troyano, tras un furioso partido sin goles.

No sigo porque me cabrearía con Cronos. ¿Por qué no detuvo el tiempo en aquellos años?

Ya tendré tiempo de escribir de política y de otras cosas. Hoy me he tomado un respiro, mientras los peperos siguen eufóricos con su congreso, y los recuerdos se me agolpan en la mente.

¡Ah!, por cierto, el padre del Tom Cruise de La Pérgola no se llama Miguel como el hijo malabarista del hielo, se llama… ¡coño! se me ha olvidado. Perdonen por el exabrupto.
 

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