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OPINIÓN - MARTES, 1 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Situaciones de riesgo
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Tras sufrir durante noventa y cuatro minutos la victoria de la selección española ante la de los teutones y disfrutar de lo lindo de la gran fiesta que montaron los mesoneros del mejor restaurante de Mataró, pasada la crisis de nervios mía y de varios presentes, me dispongo a opinar como si nada hubiera pasado.

La detención del marroquí Yahya Yahya muestra la verdadera cara de nuestros vecinos alauitas y hace crecer nuestro deseo de que el Gobierno tome radicalmente cartas en el asunto.

No ya por tratarse de extranjero residente en España sino porque quién afrenta al país dentro del mismo debe ser expulsado inmediatamente. La conocida postura del marroquí Yahya Yahya viene de lejos y era de esperar esa reacción de sus acólitos y de los marroquíes en la frontera de Melilla.

Que tenga condición de aforado eso será en su país, no en el nuestro, y por tanto se le debe aplicar las leyes como a otro cualquiera. Si atenta contra la legalidad vigente y encima proclama que no reconoce la jurisdicción de la justicia española en las ciudades “ocupadas” de Ceuta y Melilla debe ser considerado como terrorista.

Su clasificación es muy clara: terrorista agitador político.

Nuestro Gobierno debe tomar seriamente, repito, cartas en el asunto de los inmigrantes, legales o ilegales es igual, en el sentido de que si vienen a residir en el país han de cumplir a rajatabla las leyes existentes en todos los conceptos.

Tanta permisividad llega ahora a crear puntos conflictivos que se pueden agravar al paso de los días, máxime que ahora pasaran por las dos fronteras millones de marroquíes.

Nosotros, los españoles, pecamos de quijotes hasta que nos revientan los cojones. A pesar de que les abrimos nuestras puertas, aceptamos que levanten mezquitas (aunque sea en un local antiguo garaje), toleramos su cultura… ello no es óbice para que se crean tener derechos migrados de su país de origen al nuestro.

Cambio de tema pero sigo con los inmigrantes.

Esta tarde, por la del domingo, he estado con toda mi supernumerosa familia catalana celebrando el cumpleaños de dos de mis nietos. El mejor proyecto que se nos ocurrió fue hacer una comida campestre en el Parc Nou de EL Prat de Llobregat. Mi sorpresa, que no la de mis hijos, fue tal al encontrarme con que el Ayuntamiento había suprimido las barbacoas fijas existentes en el mismo así como la desaparición de miles de inmigrantes que frecuentaban el mencionado parque.

¿Por qué?, porque desde hace unos años el parque natural se había convertido en terreno acotado de inmigrantes sudamericanos –argentinos, chilenos, ecuatorianos, peruanos, etc.- provinentes de casi toda Catalunya y que lo ocupaban todos los fines de semana, sin excepción, reservándose todas las mesas y todas las barbacoas e impidiendo su uso a los vecinos de la ciudad.

No sólo eso sino que montaban por su cuenta carpas y traían equipos de música super sonoros que ponían en marcha a todas horas, incluso de madrugada, y que molestaban a los vecinos de las viviendas colindantes con el parque natural… ¡se apropiaron del mismo!

Inmigrantes que desplazan a los lugareños se ha visto a lo largo de la historia y como se crecen tanto, traen consigo su cultura de discusiones y refriegas entre ellos, protagonizando una encarnizada batalla que colmó la paciencia de todos los vecinos de El Prat de Llobregat, que tiene una población similar a la de Ceuta.

Con todo ese lío encima, los munícipes ribereños optaron por lo radical: prohibiendo acampadas, barbacoas y aparatos de música, entre otras muchas cosas, e impidiendo que dieran carácter de “territorio ocupado” con la prohibición de reservar mesas con demasiada antelación. Los habían que dormían encima de ellas las vísperas.

Los inmigrantes sudamericanos desaparecieron como por encanto y hoy en día el parque es un remanso de paz y tranquilidad sin sobresaltos inesperados. Lo malo es que nosotros tampoco podíamos hacer barbacoas. Tuvimos que hacer los asados en casa de uno de mis hijos.
 

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