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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE JULIO DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El compromiso de Zapatero

Ceuta y Melilla se convirtieron, anteayer, en sorprendentes protagonistas del 37º Congreso Federal del PSOE que se celebra este fin de semana en el Palacio de Congresos y Exposiciones del Campo de las Naciones de Madrid. Curiosamente, los socialistas ceutíes acumulan éxito tras éxito mientras el partido continúa disuelto: en las últimas generales su candidato al Congreso, José Antonio Carracao, logró más votos de los que sus siglas habían recibido nunca en la historia. Ahora, el secretario general de los socialistas ha colocado a las dos ciudades autónomas junto a Madrid y la Comunidad Valenciana entre las regiones que deben ser objeto prioritario de la atención del PSOE a nivel estatal.

El partido socialista choca en las dos ciudades autónomas con prejuicios forjados por dudas y errores que sus actuales responsables, quienes parecen predestinados a serlo en un futuro inmediato y quienes se encuadran en el denominado sector crítico o renovador deben esforzarse en disipar con hechos, tal como vienen haciendo con palabras desde hace tiempo, incidiendo en lo caduco de los mensajes catastrofistas o timoratos, siempre con la sombra presente de una amenaza del vecino país.

La visita de febrero de 2006 fue un gesto de una trascendencia que tal vez no se ha asimilado todavía del todo. Su retorno, tal como se comprometió a hacer ante el auditorio del Congreso, instalaría definitivamente a Ceuta y a Melilla dentro de la normalidad. Nada puede beneficiar más a ambas ciudades que la visita de un presidente del Gobierno deje de considerarse un hecho excepcional, o al menos no más que su paso por cualquier otra localidad española. El día que un anuncio de estas características se interprete desde esa lógica la ciudad entera habrá dado un paso de extraordinarias dimensiones. Al menos durante los próximos tres años Zapatero y los socialistas ceutíes tienen tiempo para conseguirlo o, al menos, intentarlo. Y es su deber hacerlo.
 

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